martes, 13 de marzo de 2012

2012 - Parte II

La Arqueoastronomía y los códices demuestran que los Mayas, como los Incas, dieron gran importancia al grupo estelar de las Pléyades, en la constelación de Tauro próxima a la “puerta del Norte” y uno de los puntos de la Esfera Celeste donde la Eclíptica cruza sobre la Vía Láctea.

También investigaron con mucha atención la zona opuesta a ésta, sobre Antares, corazón de Escorpio junto a la puerta del Sur, el otro cruce de la Galaxia con la Eclíptica, donde se encuentra el Asterion (grupo de estrellas) que forma Oppiuchus (Serpentario), la constelación llamada Asklepios por los griegos. Es el Médico Divino (Esculapio) que a su vez sostiene a la constelación de la Serpiente (Chan), representación de la energía universal que asciende por Sushumna (médula espinal), Nadi central, hasta Sahasrara Padma, Loto de mil pétalos “más allá” de la cabeza…

En este conjunto se encuentra Sagitario A identificado desde 1932 como zona de emanación de ondas de radio y ahora Centro de la Galaxia, completamente vacío. Disipado por la visión de Rayos X del Telescopio Chandra el polvo interestelar que lo ocultaba, desde hace unos 10 años se estudia la emisión de rayos gamma de su Agujero Negro Super-Masivo que contraría algunas teorías cosmológicas actuales.

La casualidad ha puesto un poco más hacia el polo al rey Pacal, es decir, la constelación Escudo (de Sobieski). Entre el Águila, la Serpiente y Sagitario, cerca de Ophiuchus. “Creada” por el astrónomo Hevelius (1611-1687), desde 1690 honra a Juan III Sobieski, rey polaco que protegió a Viena del asedio otomano.

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Estas referencias le hicieron pensar que como en Grecia, India o Egipto, el conocimiento maya hacía referencia a la Edad del Toro, entre 5 y 6 mil años atrás, época en la que también el pueblo hebreo inicia el calendario (3.761 a.C.) y después, con el signo de Aleph (Heb.: toro, derivado del Alp fenicio) que la matemática utiliza para representar los infinitos, da comienzo a su Alefato de 22 letras, casi contemporáneo del Boustrofedon (trayecto de ida y vuelta que hace un buey arando el campo) descifrado por Ventris en 1952, griego arcaico de la escritura Lineal A y Lineal B que utilizó la civilización minoica en el Egeo.

Semejantes ya hablando del “inicio”, varios pueblos muestran escenarios parecidos al interpretar la cualidad que corresponde al “fin” del tiempo: Batalla de Kurukshetra (Sánsc. el campo de los Kuru, o de la acción) que enfrenta los ejércitos de los cinco hijos de Pandu con el de los cien Kauravas en el Mahabharata hindú, cerrando el Kali Yuga que empezó en el 3.102 a.C. con la Serpiente en el Cenit, y abriendo un nuevo Satya Yuga, Edad de la Verdad; para entonces, nuevamente la Serpiente (Vrtra) se volverá visible. Ragnarök nórdico con el Lobo Fenris devorando al universo (por lo pronto engullirá al sol, el 13 de Noviembre…) o batalla final entre las fuerzas de Ohrmuzd ( Ahura Mazda, Or Maha, Gran Luz) y Ahriman (la Obscuridad) doce milenios luego de la creación persa, en esa época los Javanmardi, Caballería espiritual del Ishraq (Teosofía de la Luz), volverán desde la muerte a combatir junto a su Señor, para instaurar el mundo de la gloria, como al final del Armagedón apocalíptico.

Entonces –pensó- si lo señalado en los cielos por mitos y cosmovisiones del mundo antiguo, está en conjunción con Asklepios, la referencia al Centro de la Galaxia, Vacío originario al cual todo retorna, lleva implícita la alusión a un poder de curación. Pero, ¿En qué consiste “estar sano”? ¿Es simplemente ese abstracto “bienestar bio-psico-social” que la OMS convirtió en slogan?

En De los Orígenes y la Evolución, Alquimia (1956) SRF había citado las investigaciones del psicoanalista R. Allendy (1912), médico de Anais Nin, de Artaud y cercano a los surrealistas, que vio la curación verdadera y superior accesible al hombre “solamente el día en que el mundo entero haya llegado a la armonía final. Esa curación es una especie de redención, es la OBRA MAGNA, bajo su triple forma: material (piedra filosofal), terapéutica (medicina Universal) y espiritual (cumplimiento místico)”, simbolizada por la ascensión de la Serpiente por el Báculo que sostiene Asklepios.

En un sentido trascendental y más allá del alivio de alguna dolencia física, la “curación” solo es posible por la acción de la misma energía que crea y mantiene el universo: Hayah hebreo, vida y serpiente a la vez, que evoca el “tiempo, tiempos y mitad de tiempo” de Daniel (12,7). Cuarenta y dos meses (12+12+12+6) en el Aesh Metzareph (Libro del Fuego purificador atribuido a Abraham) y 1.260 días (42 x 30) en Juan (Apocalipsis 11,3). En todas estas alusiones está implícito el sentido de una operación en el ámbito del conocimiento, que lleva a un resultado “al final de los tiempos…” Para quienes analicen el Valor Secreto de la cifra con los elementos de la Gnosis oculta de Israel (903), la relación entre ese tiempo y el siglo maya es evidente, pues los dos sistemas asientan su mecanismo en el número trece, multiplicado por tres y por cuatro, respectivamente. La serpiente expresa el ciclo, el “círculo del tiempo” como el Ouroborus griego. También es importante recordar el NaHaSH hebreo (Gén 3, 1) que “abre los ojos” a la potencia volitiva (Evah) de Adán cuando come el Fruto del Conocimiento (Gén 3,6). Mal traducido como “serpiente” se enrolla en el paradisíaco Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal y al reordenar sus letras (Themoura) lleva a ShaNaH, año lunar… 

La parte “serpentina” de Chan Bahlum despliega en el tiempo una energía que purifica y cura. En este contexto, estar sano es sinónimo de ser libre y haber alcanzado la Prudencia de los antiguos sabios, pero esto exige mucho más que la acumulación de datos.

Percibida en el espacio, la misma serpiente es Kundalini. En la Ciencia Filosófica del Yoghismo abandona su reposo en el promontorio del hueso sacro y se enrolla “tres veces y media” alrededor del Lingam de Shiva, dinamizada por Shakti (poder) que recibe el impulso de Prana (energía sutil, significado) y pone en marcha un proceso orientado a Moksha, la liberación final, mucho más que algún logro o proceso individual…

En China es Ki, energía universal que fluye en los meridianos, modulada por las agujas o las moxas. Los mayas llamaron Itz a este poder mágico que en los cultos primitivos cumple la función de Kuranita (esencia de vida) gobernada por los Nungari (curanderos) de Australia. Mana y Uarafo en Polinesia; Badi y kramat malayos. Energía o poder impersonal en África, “Fuerza abstracta, energía natural, sin forma, como el éter que penetra todo” (J. Driberg), es el Engai de los Masai, Mbisimo en el Sudán y Ogun de los Yoruba. Bhosum en la Costa de Oro (luna, oculto, misterioso, sagrado). Sale (medicina) en Liberia, Gnama mandingo. Baraka (bendición) de los Bereberes y Marroquíes. Los Arawaq argentinos y los Guaraní bolivianos lo llamaron Tunpa. Fuerza o “propiedad” de Etsa (Sol) y Nantú (Luna) llenos del Tsarutam vivificador de la lluvia, los ríos, las plantas y los animales entre los Jíbaros del Oriente de Ecuador. Zemi en las Antillas, Orendo iroqués y Manito algonquino, Dige apache, Wakanda sioux, Tipne de los Yokut californianos, es el mismo Teotl azteca y Huaca quichua: lo sobrenatural presente en cada cosa…se lo puede evocar y manipular ritualmente, pero al fondo de todo procedimiento, habrá que reconocer su naturaleza intelectual. Es un saber concreto.

Es la “santidad” entendida como Shakti hindú (fuerza), tanto como el Norbu tibetano, “encanto protector” de los Lamas. Shekinah hebrea que se despliega entre los Sephiroth del Árbol, pasando por los cuatro mundos, se puede intuir en la Gracia de los cristianos. El Islam sufí lo percibe en la suave exhalación que acompaña a la sílaba Hu, proyectada por el sabio en su discípulo al investirlo con la Kirka (capa) en el ritual que lleva su propio estado espiritual a la mente del adepto, que encuentra al Kadhir de su ser en el proceso.

Esta noción, aunque resiste a la aproximación racionalista, no implica abstracción alguna. Siendo algo muy sutil, surge de una operación concreta: “Separarás suavemente, con gran habilidad, lo sutil de lo denso…” leyeron, a las puertas del Renacimiento, Petrarca, Ficino, de la Mirandola o Bruno, confirmando los escritos del Corpus Hermeticum, uno de cuyos textos más “cerrados” es precisamente el Discurso de Hermes Toth a Asklepios

-Hacia el mediodía bajo el sol de Agosto, el autobús se detuvo en una pequeña vega del Herión, donde el verdor de los pinos alegra los ocres y sienas que dominan la colina junto a la monótona autopista. Pensando en las circunvoluciones cerebrales, veía las ruinas del Asklepeion, santuario del Médico Divino ilustrado en su arte por Quirón, el Centauro que acompaña a Ophiucus en el cielo. En ese centro terapéutico del Peloponeso oriental, junto al Teatro Epidauro, morada de Dionisio, dos mil años atrás médicos y sacerdotes consagrados a Apolo (padre de Asklepios) vigilaban el sueño en el que los enfermos esperaban cada noche ver al Dios que los curaba, mientras las serpientes paseaban por los pisos, hoy gastados por los siglos.

En Grecia la sanación resulta de la asociación de Asklepios con Dionisio y requiere de la presencia divina (Kerenyi, 1956), de allí el valor terapéutico del teatro (catarsis) que prolongado en el Ludibrium Rosacruz (1614) como en la obra de Shakespeare, está vinculado a la investigación de la verdad, a la visión de la revelación…Hipócrates en Cos no lo ignoraba, y tampoco Galeno, formado en el Asklepeion de Pérgamo, cuando introdujeron el método experimental en el Arte de Curar, vieron al hombre como un ser cuyo soma y pneuma requerían idéntico cuidado y desarrollo. “La medicina no es una profesión, sino un sacerdocio…” había leído años atrás en los escritos del Maestro…

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Así, junto a Pacal-Escudo, la constelación de la Serpiente que Chan Bahlum lleva en su nombre, señala una función que emplea esta “energía” curativa no para producir algún cambio en general, abstracto, sino una verdadera Transmutación, operación concreta que se inicia con la Adaptación que hace el Gurú, actualizando todos los datos de la Tradición en cada sistema de iniciación, para efectuar operaciones que se cumplen en tiempos precisos con un ritmo marcado en las estrellas.

El término Chan, unido al nombre de varios instructores, es visible en otras latitudes:

En el hemisferio Sur, la Serpiente o el Dragón miran el Océano desde las construcciones de la ciudad de ChanChan, pocos kilómetros al norte de Trujillo en el Perú. Y aunque el enorme complejo de varias hectáreas fundado por Votan al inicio del tiempo, ha perdido la brillantez de sus colores como las edificaciones sagradas junto al Nilo, todavía se pueden estudiar sus glifos moldeados en los muros de las huacas conservadas por la seca salinidad del aire.

Cuál será el profeta y quién el sacerdote que encuentre la verdad de estas palabras?...” escribió, Chilam Balam, Sacerdote-Jaguar y Sacerdote-Mago o “el que enuncia la verdad” en Centroamérica, …Como el Rey Iniciado Chan Bahlum, su nombre lleva la potencia presente en Chandra Bala, Sabio-Luna y Fuerza que eleva lo que toca:

En Abril del ’50, oyendo al Mahabharatha subió desde Ceylán, isla antípoda de Quito. Dejaba atrás Kataragama y la tumba del Kadhir, uno de los sitios donde en el tiempo antiguo fue creado el hombre. Con la guerrúa de los Sanyasines, cruzó siete ciudades y el Valle de la Luna Azul, siguiendo el Meridiano 81 hasta el Kailash Rimpoche en el Himalaya, camino a su ladera norte donde Budha desciende en el Wezac (plenilunio de Mayo) trayendo a los hombres su mensaje. Vivió el Samadhi y nació al Kayvalya.

Por otro lado, Bala es Fuerza y Poder en lengua sánscrita. Dominio de sí, radiación magnética, serenidad profunda que da vida. Renombre y dinamismo del Rishi (SRF, Propósitos Psicológicos No.20). Ba en lengua semita se asocia a la noción de movimiento y manifestación divina primordial (La langue hebraique restituée, Fabre D’ Olivet).

Chan Bahlum, como Pacal, más que un nombre y mucho más que un rey, designa una misión. Como Zeus hizo con Dionisio, a los 6 años y cuando Saturno culminaba en el cenit de Palenque, Pacal proclamó ante los Ahauob al rey niño, que no gobernará sino décadas después. Sus ojos de Jaguar verán el arco iris que asciende hasta los cielos, más allá de la noche que llegará mil años después cuando se abra el Decimotercer katún, la última cuenta de los tiempos (1.618)

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…Vio la roja Antares en la constelación de Escorpio, estrella “regia” que con Régulus, corazón de Leo; Aldebarán, ojo de Tauro y Fomalhaut, Boca del Pez Austral en la constelación de Aquarius, forma el cuaternario antiguo.

Su resplandor marciano le recordó a Plutón, “regente” del signo del misterio (Escorpión), y recorrió en su mente las cifras del Planeta que los astrónomos habían degradado a planetoide:

Asociado a Oppiucchus, 13ª constelación que se extiende en los 22 grados siguientes a los 8 de Escorpio. Weiss o Volguine lo relacionaron con el sufrimiento, cediendo al significado de una época que bajo la forma del Crucificado, exaltaba el dolor. Pero es el símbolo de la Transmutación alquímica lograda en la “Conquista”, nombre budista del Despertar.

Su emblema, una circunferencia desde la que emana al Universo más allá del trazo horizontal la energía que transmutan alquimistas, yoghis e iniciados, coronaba la imagen del Hombre que el Sabio había trazado, señalando la posición de los planetas en relación con los siete centros de poder, ruedas o Chakras. Bhumis o “tierras” en el Yoga de la Jñana Marga (Camino del Conocimiento) que da forma a la intencionalidad y operaciones de diversos estados de conciencia.

-Si algo quisieron señalar los Mayas –pensó-, será esto. Un Tema que se repetía, con ligeras variantes, en todas las Tradiciones…

Es natural que sea Plutón “octava superior” de Marte y por ello “Anti-Ares” e incluso “Anti-Aries”, el que muestre a dónde apunta “el final” –reflexionaba- pues “al inicio” de la experiencia humana, visto el ciclo como una Operación, Ares o Marte, crea la división y gobierna durante 26 años, o 26.000, como en el movimiento circular del Eje de la Tierra alrededor del Polo.

A partir de la energía del Big Bang, 26 es el mayor número de electrones que podían fusionarse para formar un elemento, dando nacimiento al hierro, que ocupa ese puesto en el mundo químico ordenado por Mendeleyev. Para reunir un número más grande de electrones, era necesario un nuevo aporte de energía, generado en la explosión de Supernovas como la estudiada por Kepler en 1604 o la que él mismo contempló el 27 de Febrero del ‘87 (SN 1987A) desde los viñedos del Valle del Elqui, más allá del Observatorio del Cerro Las Campanas, peregrino por los centros espirituales de América del Sur sobre el Paralelo 30, junto a la Bahía de Coquimbo en Chile, 3 grados al norte del lugar donde en 2012 se verán los fenómenos celestes. Una de esas “implosiones” junto al sol, formó nuestro Sistema en una “segunda creación”; otras, originaron átomos de hasta 92 electrones, como el Uranio. Y con su ciencia, el hombre crearía el Neptunio y el Plutonio, el Curio o el Americio, entre los 118 que ahora se conocen.

Como en la astronomía o en la química, el número 26 aparece en Yod, He, Vau, He. El Tetragrama hebreo, Nombre de Dios, unido a Aelohim desde el Génesis 2,7 donde se relata la Segunda Creación del hombre. Los valores conservados por los colegios mosaicos que identifican las letras con los números dan la suma 10+5+6+5… Moisés y el Sinaí eran más que un instructor y una montaña… Había algo que los Antiguos escondieron en los nombres de sus héroes y en las toponimias sagradas: MA, tiempo de las aguas; HEL, Divinidad suprema; SA, celtas del sur; NA, continente negro… (P.T.Ananké)

-Por Antares, recordó el lugar señalado años atrás. Se vio en aquel amanecer de Abril del ‘86, recostado sobre el piso de la azotea de un edificio de la ciudad interandina, esperando a sus amigos que venían a observar desde el cercano Parque de Jerusalén el fenómeno celeste previsto desde 1910…Miró la alargada mancha blanquecina que el viento solar había formado con las heladas partículas de polvo del cometa, trazada tenuemente contra el espacio profundo, a las tres de la mañana de un cielo sin luna. Tres meses antes, el Voyager 1 que dejó la Tierra en el ‘77 llevando en un disco dorado imágenes, sonidos y un código matemático que informan sobre nosotros y el planeta, era el objeto fabricado por el hombre que más cerca de Plutón se había situado, a 1.580 millones de kilómetros. En Diciembre de 2011, la misión New Horizons de la Nasa, luego de 2.143 días de vuelo, se encontraba a 1.500 millones de kilómetros, y el 14 de Julio de 2015 apenas a 13.000 kilómetros…será el contacto más cercano que los hombres de este mundo podamos lograr con el planeta más lejano del Sistema.

Setenta y seis años después de su última visita, el cometa se acercaba puntualmente desde el cinturón de Kuiper a la órbita terrestre. Visible sin binoculares, en su máxima aproximación desde Febrero a Mayo se situó en la Eclíptica entre Escorpión y Sagitario, brotando de Melencholie&1 (Durero, 1514 ) que había meditado largamente al margen de las interpretaciones de Panovsky. Se trataba de aquella versión del emblema que F. Yates llama “Melancolía inspirada…”, el encuentro de una vía oculta entre los símbolos expuestos a la meditación.

Junto a los instrumentos de la Ciencia, el Maestro Alemán renacentista grabó un Ángel de mirada saturnina y concentrada que escudriña en el horizonte el paso de la Estrella vista por Giotto en 1301 en el cielo de Florencia y pintada en su Adoración de los Tres Reyes Magos, la misma que resplandeció sobre Belén, cuatro años antes del Nacimiento del Mesías. Halley, el amigo de Newton, heredaría su nombre al Mensajero.

Adivinamos el círculo que traza el Ángel en el libro con el compás abierto, operación que “extrae” el alma del universo de Saturno, señor de la bilis negra (melanos coeli) llevándola hacia Júpiter, en cuyo “cuadrado mágico” de 16 casillas se hace patente el número 34, esculpido junto al reloj que marca el tiempo en las operaciones del “Equilibrio en Balanza”.

Absorto en la contemplación de las constelaciones alrededor del Agujero Negro, tardó unos segundos en reconocer la estrella que desde el Noroeste se movía lentamente hacia el Sudeste…un satélite cumplía las revoluciones de su órbita, pero algo en su interior asumió la trayectoria como una dirección. Nueve meses después los tres amigos peregrinaban desde el Medium Mundi, 40 días por los centros sagrados de América del Sur. Al atardecer y después de la llamada del pututo, encontraron el cáliz a la sombra de un antiguo templo inca, el día de San Longinos en las alturas del Arcoiris, junto a Cuzco.

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Volvió a mirar partes del Documental, esta vez reflexionando en el significado de la historia de Dionisio, Dios de Nisa y “Dos veces nacido”.

Hijo de Dios, Diaus (Cielo, en lengua Indoeuropea) o Zeus griego y Diaus Pater, Júpiter latino. Hermes lo extrae del seno de su madre Sémele (similar al Sol, brillo lunar) abrasada en la manifestación del resplandor divino, para esconderlo en el muslo de Zeus, es decir, en el cielo (Zeus) en la constelación de Sagitario (muslo). En el museo de sitio, próximo al bosque sagrado de Olimpia se conserva el bellísimo mármol de Praxíteles que recuerda el hecho (s. –IV).

Única en el gran salón, la resplandeciente perfección del contrapposto, doble curva praxiteliana que dinamiza la piedra, trazada con la Proporción Divina, emerge de la penumbra en cuyas paredes numerosos bronces rescatados en el camino medio y junto al templo del oráculo donde los describió Pausanías, nos ubican en un tiempo en el que todavía los hombres conversaban con sus dioses.

La imagen decía que luego de la aparición de Zeus, el mundo conocía un segundo momento cuando su propio hijo vivía una segunda gestación, oculta y en secreto, previa a un nacimiento no menos misterioso. Este núcleo de significados articulaba la narración en varias tradiciones.

Hace tiempo había dejado de pensar que las leyendas y mitos fundacionales aludieran a eventos muy distintos en cada cultura o civilización, y no por la información que tardíamente fue reconocida por los científicos cuando se publicó el curioso Molino de Hamlet, al que los académicos consideraban “interesante…” apenas, sino por la extensa documentación que encontró en las obras de S. Raynaud de la Ferriére, que escribía en su Yug Yoga Yoghismo (1952):

“La historia de Saliva Hana, hijo del carpintero Tachana, como mencionan los Puranas, es exactamente la misma historia del héroe de la mitología maya, hijo de un padre obrero de la madera y de una madre virgen…Repetición de la historia…Algunos millares de años después nació Jesús, a quien se suponía hijo de José (Lucas 3,23). Así está dicho textualmente en una traducción siríaca del Evangelio según Mateo…”

La lección que el Señor Buda ofrecía en su sermón de Benarés había sido recogida, 600 años más tarde por Jesús en la Montaña y los detalles de “su nacimiento”, con estrella y reyes magos incluidos, podían leerse en textos de las Pirámides, dos mil años anteriores a Él y a los “relatos” evangélicos, que nunca consideró narraciones históricas referidas a algún personaje, sino instrucción iniciática.

La creación del mundo que Moisés desplegaba en su Sepher Baereshit (Libro del Principio, mal traducido como Génesis) se encontraba, línea a línea, en la traducción de Federico Lara Peinado del Poema Babilónico de la Creación, del mismo poeta anónimo que fijó en los signos cuneiformes de doce tablas de arcilla la Epopeya de Gilgamesh, relatando el viaje a los infiernos del quinto rey de Uruk (c. 2.700 a.C). De aquí obtuvieron los hebreos, a través de los acadios, su relato del Diluvio…todo era un eterno repetir y recomenzar, con leyendas que transmitían todos los pueblos adaptándolas con un lenguaje histórico y geográfico locales.

Vishnú entre los Hindúes, el pueblo más religioso de la Tierra con una población de tres millones de dioses, como Jesús, es la Forma, continuamente originada por la Vida, Brahma de los hindúes y Dios-Padre cristiano. Su imagen recorre con distintos nombres los mitos de otros pueblos. Shiva, “el que mira al sur”, el Pensamiento, Tercer Estado de la Divinidad, manifestado como Espíritu Santo entre los cristianos, se puede entender como “unión con la Colectividad”…

Las vidas de Pacal y Chan Bahlun, como las de Wiracocha y Manco-Cápac, correspondían también a estos mitologemas…

No eran el estructuralismo o el funcionalismo los que daban cuenta de estas semejanzas, era necesario el acceso a sistemas de Iniciación, transmitidos a través de varios mecanismos, para “saber la verdad del misterio del nacimiento…”. Como todos los Hijos de Dios, como todos los descensos o Avatares de Vishnú, después de haber salido del mundo por Capricornio y bajo la regencia de Saturno, volvían a entrar, por el mismo signo, a diferencia de los hombres que regresaban al espacio-tiempo del mundo conocido, por Cáncer, la Puerta de los Antepasados. Todos los avatares seguían la misma ruta y ninguno dejaría de habitar la Tierra, mirando por ella desde los ojos de sus iniciados, hasta que la última piedra entrara en el Nirvana.

En Mesoamérica quienes hicieron posibles estas operaciones, dentro de un linaje de Reyes que contando con una dinastía de 13 miembros aseguraba la transmisión patrilineal del poder el nombre y las funciones, con dos aportes matrilineales … eran Escudo y Serpiente-Jaguar. 

Buscó en el cielo que mostraba ya un leve tono malva hacia el Oriente, la Constelación del Escudo (Pacal), cercana a la de la Serpiente (Chan Balum) ambas en la parte de la bóveda celeste donde los griegos, a través de Hermes, escondieron a Dionisio y encontraron a Asklepios, puesto allí por Zeus a instancias de Plutón, su hermano y señor del Hades que veía en el Médico Divino un peligro que vaciaría su reino pues había demostrado conocer el secreto de la vida al devolvérsela a Hipólito, muerto hace tiempo, a través de métodos enseñados por el Centauro Quirón (Constelación de Sagitario).

-¿Era esto lo que estaba próximo a ocurrir el 21 de Diciembre de 2012?... ¿Se ocultó en este punto donde Hermes dejaba a Dionisio niño...la respuesta a tantas búsquedas? Cuando todas las miradas desde la Tierra estuvieran dirigidas al Sol que aparentemente recorre el Signo “simbólico” del Macho Cabrío en el Zodíaco Trópico, simbolizado por la forma que recibe a Pacal en su descenso representado en la loza de su tumba, en la realidad astronómica y a causa de la Precesión Equinoccial, verían el eje del Solsticio de Invierno, donde el Quetzal muestra su plumaje azul cruzando frente a la constelación de Sagitario en el Zodíaco Sidéreo, tocando el Corazón de la Galaxia, “Padre” del sol y todas las estrellas, Uno Ahau, Primer o Singular Señor, Hunab ku o Gutumatz, El Uno-Nada del que Todo emana.

Por el mismo fenómeno de mecánica celeste, los extremos de la Cruz Cósmica que forman las fechas de solsticios y equinoccios unen las constelaciones Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis que la astrología atribuyó a los “signos mutables”…

La misma imagen recorría la mitología y la teleología conservando la información sobre los movimientos estelares como sermo mythico….: “En aquel tiempo….” Un discurso, un relato sin fecha pues su “tiempo” es permanencia que se actualiza en la recurrencia del acto creador, cuando una conciencia lo contempla, y su “lugar”, una Tierra Celeste, Hurkalya persa, Asgard escandinavo, Paradesha iranio, o Paraíso cristiano, manifestado una y otra vez entre los hombres, en todos los espacios, en el no-lugar, u-topos que de hecho es todos-los-lugares…“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme…

Los calendarios habían surgido al “comienzo” de los tiempos con esta información y señalando a los mismos lugares en el cielo situaban “el inicio”, no “de los tiempos” sino de este tiempo que todos compartían y llegaba a su final….donde todo confluye antes de dar inicio a un nuevo Ciclo.

Ahora era importante comprender que el curso único del tiempo, estaba dividido en seis estratos, tangibles como partes de un mecanismo universal… 

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Un sol calcinante iluminaba con violencia las colinas bajas a cuyos pies, desde hace más de 5.000 años descansan los faraones del Valle de los Reyes, en el margen occidental del Nilo y a pocos minutos de Luxor, la antigua Tebas. Aquella mañana de Septiembre de 2006, luego de 20 horas de vuelos, dos océanos, tres continentes, cinco aeropuertos y media docena de lenguas, su guía Mohammed lo condujo a la Tumba KV7, que guardaba el sarcófago de Ramsés IX, faraón de la 20ma. Dinastía. La temperatura alcanzaba 35º C cuando soplaba una tenue brisa de aire caliente. Dentro de las tumbas que descienden hasta unos 25 metros, el calor se volvía intolerable y en Kom Ombo, tres días después, el termómetro llegó a 47º C.

Tratando de olvidar la emanación sofocante que ascendía desde el fondo de la tumba, contempló las imágenes que relataban la vida del Rey en su tránsito por el mundo de los vivos hacia el Amenthes. Ya en el Cielo Acuoso, conducido por Anubis enfrenta al tribunal que preside Osiris en la Duat. Pesan su alma, probándola con la ciencia de la Libra: de un lado su corazón y del otro una pluma de Ibis, la Sabiduría que alcanza a Maat (Verdad), decidían su destino. El Ankh (cruz ansata, por el óvalo o lazo que corona la T) que indica el Poder del Conocimiento Directo, en la mano de la Diosa, le recordó que luego de la Tau sagrada debía realizar el significado de la Luz que animaba las 36 estancias de este mundo, hasta impregnarse completamente del Taam.

Miró al faraón recordando las palabras que leyó Daniel en la muralla: Mene mene tequel uparshin…“pesado has sido en balanza, y fuiste hallado injusto…” (Dan. 5,27) Sólo el conocimiento de la Ciencia de la Clave (Ilm el Mitfach) y la Ciencia de la Balanza (Ilm el Nizan) que despiertan el alma en este universo psíquico, alcanzaba las contrapartes sutiles del saber con las que se cumple Betequel, el “Equilibrio en Balanza”, que aparecía en la fórmula de la Cerradura Tipo del antiguo libro La historia del país de Autum. Recorrer el mundo intermedio era siempre un trabajo de equilibrio.

El pasaje terminaba abruptamente en unos escalones poco visibles a la tenue luz que envolvía una escena pintada al fresco, mostrando a la Diosa Nut en el techo del recinto que contenía el sarcófago.

Entonces distinguió, al lado derecho del corredor de acceso, la figura de un triángulo cuyos catetos estaban formados por una serpiente doblada en ángulo recto. Su cabeza coincidía con la cima del triángulo y tocaba con la cola el ángulo de 30 grados de la base, enlazando sus extremos con la hipotenusa trazada por la figura del Faraón cuyo falo erecto, modelo del codo real que los arquitectos usaban en cada construcción, había sido pintado en la posición correspondiente al Número de Oro que traducía en cifras –1.618- la Divina Proporción con la cual estaban construidas las Pirámides, los templos y en especial las puertas de acceso a los recintos sagrados.

Los hombres nunca olvidaron ese equilibrio asimétrico de base matemática y geométrica, que cuando se contempla en formas o sonidos restablece el contacto con una sensación de belleza y armonía puras que no proviene de algún análisis racional y se presenta, al igual que la percepción de lo sagrado, como una experiencia estética, directa, ofreciendo “un dato inmediato a la conciencia”. Basta contemplar una nave de iglesia construida sobre los esquemas de Le Corbusier, la Leda Atómica de Dalí, la Adoración de los Magos de Velázquez o escuchar el Arte del Contrapunto, una composición de Satie o un poema de Mallarmé…

La cabeza de la serpiente se encontraba en conjunto con la cabeza del Faraón. Ahora bien, la forma de este triángulo rectángulo permitió a Schwaller de Lubicz relacionar el Triángulo Sagrado Osiris-Isis-Horus, con la cifra 3, 4, 5: su cateto menor tiene como medida tres unidades, el cateto mayor cuatro y la hipotenusa, sobre la cual aparece la momia de Ramsés, cinco.

Recordó la cita que SRF hace de los libros de F. Higgins, donde este triángulo es puesto en relación con la Tríada (Osiris, Isis, Horus) que aparece en la leyenda de Plutarco, sacerdote en Delfos, al asociar al cateto menor formado por 3 espacios a Osiris y, en los cielos, a los signos zodiacales de los Gemelos, El Cangrejo y el León. Con la misma lógica al cateto mayor, con 4 espacios, corresponden Isis y los signos zodiacales de la Virgen, la Balanza, el Escorpión, y el Centauro. Finalmente, la hipotenusa que se extiende en 5 espacios y sobre la cual descansa el Faraón como manifestación de Horus, corresponde con los signos del Macho Cabrío, el Aguador, los Peces, el Carnero y el Toro. La descripción sigue el orden normal de presentación de las constelaciones en la eclíptica.

La cabeza de la serpiente (Chan Bahlum) coincidía con el signo del Centauro, mientras la Cabeza del hombre se encuentra en el Macho Cabrío. A su vez, la cima (lo cimero, la cabeza) de este triángulo rectángulo en el fundamento del pensamiento tradicional egipcio, apunta directamente al centro de la Galaxia, entre las constelaciones de Sagitario y Capricornio. Lo señalado por este Ángulo, se expresa en la vida humana que se despliega en esos 12 “milenios”, suma de 3, 4 y 5.

Este triángulo señala el mismo lugar a donde apunta la escatología griega, con los mitos sobre Zeus, Dionisio y Asklepios cuya función es cumplida en Egipto por Himhotep, arquitecto de la Primera Pirámide, consagrada por Zoser como construcción fundamental que despliega en el espacio y en el tiempo, el Método, el camino de Retorno a la luz del día…

A este sabio del origen se dedica un pequeño templo en la Isla de Filae, consagrada a Isis, entre las construcciones removidas del emplazamiento original que se cubrió con el embalse de la represa de Aswan.

Imhotep además de Arquitecto y Médico, fue astrónomo. Como en Grecia, en la cosmovisión egipcia, la curación y la arquitectura eran inseparables de los movimientos celestes. Lo mismo ocurría en Centroamérica.

En el tercero de los cinco cuadrados ocupados por la momia del faraón (Horus en el tiempo) y marcando el signo de los Peces, se localiza el Punto Φ (Phi = 1.618) señalado por su falo, que determina una medida igual al codo levantado sobre la cabeza rebasando el total de su altura (la hipotenusa) en la proporción de 1/5, “fuera” de la operación triangular y trazado con una curva estilizada.

Unos años antes había estudiado en los análisis de Lubicz, que la altura del Faraón, con el número cinco, se expresa geométricamente como 1 + Φ = 1+1.618 = 2.618 ó Φ2.

Basado en el hecho de que el cuerpo humano se puede dividir en dos extensiones que tengan por límite al ombligo, centro de la circunferencia del Hombre de Vitruvio…se determina que la relación natural entre esas dos “extensiones” del cuerpo es Φ. Proporción natural y armónica, que se repite con la totalidad del brazo en relación al antebrazo, la mano y el inicio de las falanges, la primera falange en relación con las otras dos y así, sucesivamente…lo cual no sólo resulta en el funcionamiento más económico y perfecto, sino que muestra que la vida progresa revelando una base de armonía matemática, al igual que la fisiología y la salud.

Las series de Fibonacci, expresión del mismo número, se pueden encontrar en cada parte del cuerpo humano, en la concha de un caracol, las escamas de una piña, o los brazos de nuestra galaxia que rota alrededor de su agujero negro… y también el analema que forma la posición del Sol en el cenit a lo largo del año, reproduciendo el signo ∞ que forman los danzantes del Inti Raymi andino en la línea de los equinoccios. Pero el analema solar es asimétrico y las dos lazadas desiguales, una de 140 y otra de 225 días, están relacionadas por el número Φ (365 x 0.618) expresando también la Divina Proporción.

Solo uno de los dos focos de la elipse que forma la Tierra al orbitar el Sol está ocupado por el Astro y la mecánica de la traslación forma a lo largo del año esta imagen… y el hecho de que la relación entre los dos segmentos de la curva del tiempo (la órbita terrestre) sea Φ, prueba que la máxima economía de fuerzas y eficiencia en los movimientos celestes, también está asentada en el número de oro.

Pero la imagen no es constante y hace 5.000 años el analema era simétrico….Nuestra órbita elíptica poco a poco se deforma, abandona ligeramente su regularidad y se vuelve más excéntrica, llega a un máximo y después “retorna” con un ritmo equivalente, en ciclos variables “regulados” por pares de cifras de relaciones armónicas. Enantiomorfos no del número, sino del tiempo, fechas en correspondencias…y fueron las relaciones encontradas entre las longitudes de las cuerdas y las notas musicales producidas al pulsarlas que el Pitagorismo transmitió a Platón (La ciencia de la Lira de Apolo), las que permitieron establecer en el Timeo las distancias de los planetas hasta el sol…sin satélites, sin el Hubble y sin láser.

El dibujo en la Tumba de Ramsés mostraba así que Horus, el Hijo concebido mágicamente por Isis a partir del Logos Espermático que Osiris Psicopompo despliega en su ruta nocturna por el Inframundo, entra en la historia en una operación que se realiza en cinco fases… más una: los cinco cuadrados que cubre el faraón y el sexto con su codo extendido sobre la cabeza, ratificando así el principio de que “El hombre es la medida de todas las cosas” retomado por la filosofía griega.

El codo levantado que entrega la medida ocupa el “sexto espacio” que es a la vez un “sexto tiempo”. Décimo tercer cuadrado en este esquema, permite encontrar la ley que determina las proporciones de los otros cinco “espacio-tiempos”, creados en la hipotenusa que Horus-Faraón ocupa. En este ciclo temporal, la Divina Proporción marca a los Peces…curiosa relación, dijo para sí… El simbolismo asociado a las imágenes sexuales era omnipresente en algunas tradiciones y siempre estaba vinculado con algún tipo de secreto muy alejado de la lectura literal.

Así, el hombre, cada Faraón, “mide el ciclo” del tiempo con su propia vida. No se mencionan tiempos concretos, cantidades, sino razones y proporciones, la “relación” de sus duraciones…es una medida, un Matra que se adapta y actualiza cada vez y en cada rey cuando hace sonar el tono que unifica la sinfonía que ejecutan las esferas, al entrar en resonancia los armónicos.
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Cinco años después vería, una tarde desde la Torre Eiffel, el Gran Carré que al lado derecho del Sena se prolonga en las alas de Louvre y los Jardines de las Tullerías, como un hombre que se forma en un movimiento de Oriente hacia Occidente y se completa cuando los Campos Elíseos habitados por las almas, llegan hasta el Arco del Triunfo. Perpendicular a esta imagen y en el punto Φ, el Obelisco derecho del Gran Pilón del Templo de Luxor, que Champollion condujo Nilo abajo hasta el Delta y luego por el Mediterráneo, para erigirlo finalmente en la Place de la Concorde donde muchas cabezas se habían separado de sus cuerpos, quedó expuesto, por la rue Royale, a la mirada de La Madeleine.

La leve llovizna había cesado unos minutos antes y el sol dejó ver un destello en el Piramidión dorado que señalaba, en el punto donde la obra de los hombres toca el cielo, el único sitio donde se posa el Fénix, cuando viene de Etiopía y desciende sobre el mundo para dar vida a su Padre a quien hace renacer de las cenizas.

Para los sacerdotes, el obelisco siempre fue símbolo del Djed, Pilar Inclinado y Columna del Toro que Isis y Nephthys adoran en el Maneros Lamenth. Su contraparte celeste son las tres estrellas del cinturón de Orión que proyectado en la Tierra, cada día recorre el Ecuado. La estrella Mintaka pasa exactamente por la Latitud 0, sobre la ciudad de Quito.

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El tiempo era el aliado de Pacal, de Osiris, de Saturno, de Wiracocha, de Zeus, de Jesús, de Quetzalcoatl. Era en su devenir donde se cumplía su resurrección que se operaba, conforme a la tradición egipcia, cuando los dioses y sus manifestaciones “salen” de la Caverna Cósmica hacia el Amenthes por Capricornio, puerta de los Dioses, Devayana hindú (Deva,dios; yana,camino). La cabeza de Ramsés IX-Horus “toca” este signo en el dibujo y su momia representa la imagen de la entrada del Rey en ese mundo.

En el año 615 Pacal recibió el trono de la Señora Zac-Kuk, su madre. Según Schele y Freidel el jeroglífico que la nombra en la Tableta Oval del palacio, es similar al glifo emblema de Palenque, que es el que nombra también a la Primera Madre de todos los dioses, la Señora Garza. “Al utilizar el nombre de la diosa para referirse a su madre, Pacal declaró que ella era similar a la madre de los dioses. Por extensión lógica, Pacal era el fruto de la diosa, similar a los señores que fueron los tres dioses de la Tríada de Palenque…” (Una selva de reyes, 285)

Así, Pacal el Grande, XI rey en esta sucesión, es Avatar divino y esto constituye la gran justificación de su linaje, que pasa a Chan Bahlum, el Rey XII.

Idéntico mensaje entregan las dinastías egipcias: la pareja divina Osiris-Horus, entra en el tiempo a través de cada faraón. Pero el papel de Isis, oculto y esencial, es visible en la entrega que hace Osiris del Pilar Inclinado a “su hijo”, el Faraón Seti I. La Diosa, madre de Horus y “madre” del Rey, reconocible por el emblema que porta en la cabeza, recibe el pilar-Eje de la Tierra. Su “conocimiento” es la contraparte psicológica y mental de la mecánica celeste indispensable para el Rey que convertirá su vida en la operación de enderezamiento, regida por los eventos que gobierna esta oblicuidad.

Los templos de Palenque y el complejo de la Cruz construidos por Pacal y Chan Bahlum en apariencia para ratificar la autenticidad de su regencia al esculpir en ellos la historia de sus antepasados, dicen algo que trasciende toda herencia biológica y más allá de legitimar su entronización buscan demostrar que existía un vínculo directo entre el ellos y lo divino.

Al identificar a la Señora Zak Kuk con la Primera Madre de los dioses (Lady Beastie “Señora animalillo”) Pacal afirmaba que su linaje no dependía de una sucesión “latitudinal” histórica, asegurada solamente con vínculos de sangre. Aunque la transmisión patrilineal ya había sido interrumpida por la Señora Kanal Ikal, el “Rey” VIII… y luego por su madre, Xma. en este linaje masculino, su realeza no menguaba, porque provenía de una transmisión directa, “perpendicular” al curso de la historia y esta participación en una Transhistoria convierte a Pacal en Avatar. Sin duda, hay que preguntarse cómo se produce el acceso a tal estado, en respuesta no es suficiente describir algún procedimiento más o menos secreto, sino ofrecer la Iniciación.

Algo ocurrió en los cielos en el siglo VII, que reprodujo y ratificó las condiciones iniciales de la “creación” de varios pueblos. Algo que cambió la historia religiosa del mundo, en la Península arábiga, en China, Centroamérica o los Andes, visible en la llegada de Mohammed, Hui Neng, o Wiracocha, testigos de los mismos fenómenos celestes. Y fue también en las estrellas donde Pacal y Chan Bahlum, en ese mismo siglo, leyeron el poder que los convirtió en los reyes más grandes de Palenque, la Ciudad de las Serpientes.

Lo que vio el Rey-Sacerdote, está expuesto en la loza de su tumba, un mecanismo astronómico no solo en sincronía con su vida, sino con la de sus ancestros que desfilan en un orden simbólico y temporal en los relieves de los bordes de la loza, mostrando toda la sucesión que había convertido en “estado social” (Saint Ives d’Alveydre) los principios cuya manifestación temporal estaba regulada por los ciclos planetarios.

También en la imagen oval de su entronización se leen aspectos del mismo mecanismo. Pacal coronado por su madre se sienta en el trono del Doble Jaguar -cuyas manchas son constelaciones- que se apoya en las dos puertas solsticiales.

La de la izquierda, Devayana o Puerta de los Dioses, con el rostro de un Jaguar “viejo” corresponde a Saturno y Capricornio, es Makara en la India, décimo signo zodiacal bajo el cual “nace” Vishnú (El Hijo), Forma de Brahma (El Padre). La de la derecha, que soporta un Jaguar de rostro “joven”, corresponde a la “Puerta de los Hombres”, Pitriyana (Pitri, antepasados, de la raíz indoeuropea ptr : Pater, pére, father, padre, Pedro…) está en relación con Cáncer.

“Viejo” y “Joven”, se repiten en los Andes: Machu Picchu y Huayna Picchu en la ciudad sagrada de los incas. Rucu Pichincha y Guagua Pichincha (Viejo y niño), como nombres del volcán al occidente de Quito, y aluden al mismo mecanismo. Siempre un Viejo y Nuevo mundo, Padre e Hijo…y sin duda, aluden a un mecanismo idéntico, pero ¿quién lo puede reconocer ahora?

Su mano señala el corazón, cruzando por la T sagrada, instrucción que viene de otro ciclo. La mirada, vuelta al sur, anuncia el origen del poder y la dirección de su retorno: el Hemisferio de la luz, el “mediodía” donde el Sol se proyecta vertical al Meridiano (Lat. Meridianus, relativo al mediodía. Meridional y mediodía = Sur) mientras a medianoche, nace el héroe crístico en el norte del mundo sumido en el invierno.

Pacal “nace” como Rey en el Solsticio de Invierno, bajo Capricornio, Puerta de la Noche en el Poema de Parménides, por donde ingresan Thulis, Crito, Attys, Krishna, Indra o Prometeo. Como Jesús, todos “nacen” el 22 de Diciembre, Grado 0° del signo del Macho Cabrío. Observado por el Cristianismo original, el fenómeno precesional movía la Cruz Cósmica de Solsticios y Equinoccios a través de la Eclíptica, desplazando 1° cada 72 años la fecha del nacimiento del “Hijo de Dios”, lo que retrasó la Natividad al día 23 y 72 años después al 24 de Diciembre; la corrección científica de esta fecha simbólica dejó de hacerse cuando el Emperador Constantino el Grande convirtió la Iniciación Crística ligada a un sistema de transmisión y al movimiento de los cielos, en religión de estado, a través del Concilio de Nicea (325, Turquía), cercano a las fechas en las que la iglesia oficial expurgó el Canon Bíblico de los textos que ya no podía comprender ni explicar, convertidos en Apócrifos (varios de ellos serán retomados en el Corán).

Como en Egipto, el rey maya más que un símbolo divino es la divinidad que entra en la historia. En Pacal y en Chan Bahlum, reyes y sacerdotes a la vez, gobernantes y brujos-magos por igual, se unen el Poder Espiritual y el Poder Temporal, separados en occidente desde hace casi mil años. El rey era el mago más alto del Mayab y su vida que expresaba un drama cósmico acaecido en el origen del mundo, actualizándose en cada movimiento planetario, se registró en los monumentos como una “hierohistoria” que revela la entrada y manifestación de los dioses en el tiempo.

No es necesario convertir a Pacal o Wiracocha en nuevos cristos, sino comprender su misión sobre la Tierra percibiendo el mecanismo astronómico y simbólico detrás de sus acciones que revelan como en el caso de tantos otros instructores, iniciados, sabios, sacerdotes y reyes su conocimiento y participación en un mecanismo de Iniciación Tradicional que no por ser ignorado por arqueólogos o historiadores, deja de ser real y de mostrar sus huellas en tantos documentos. Para esto es necesario acudir a las cifras de la ciencia, a sus precisas y correctas descripciones de los fenómenos lingüísticos, astronómicos, mitológicos, rituales, arquitectónicos, etc. y sin fantasear con difusionismos o teorías alienígenas, dejar de restringirse al empirismo de los datos para comprenderlos introduciendo un poco más de filosofía en la ciencia y más ciencia en la filosofía, para acceder a un conocimiento verdadero. La ciencia no es una colección de informes con un sentido único y determinado, sino un conjunto de hechos cuyas leyes, son sus significaciones. Es ya tiempo de asumirla como el sentido ilimitado del saber.

A los 80 años Pacal “sale” de la Cueva Cósmica (683) hacia el mundo de los muertos, “entra en el camino”, Xibalbá, mundo intermedio, también por Capricornio. ¿No estuvo el Avatar de la Era de los Peces tres días en el mundo de los muertos?... como el Mono Peregrino (Sun Wu Khung) en la Dinastía de los Tang, antes de viajar en búsqueda de las escrituras búdicas.

Allí permanecerá por siglos, hasta su “retorno”… por la misma puerta. Esto es lo que enseña la loza del sarcófago, explicando el mecanismo que hace su poder y el del linaje.

Su imagen en la lápida que describe el Cielo, la Tierra y el Inframundo al fondo del Templo de la Inscripciones, al parecer cae de espaldas hundiéndose bajo la Ceiba sagrada, Árbol del Mundo (Schele), similar a Iggdrasil del cual pende Votán durante nueve noches para obtener las runas. Árbol de la Ciencia que usa el chamán para viajar por los tres mundos.

En la parte superior de la loza vuela Vacub Caxiq, ave (quetzal) y serpiente a la vez, en el cenit de la eclíptica, pues ocupa la cima de la Ceiba. Y fue la noche del 12 de Agosto de 3114 a.C. fecha registrada en la estela C de la Ciudad Maya de Quiraguá, como lo muestra el programa astronómico utilizado por el investigador Adrian Gilbert (The End of Time. The mayan prophecies revisited, 2006. Dramáticamente titulado en español Armagedon 2012) cuando la constelación del Águila (Cercana al Escudo y la Serpiente) transitó por el cenit de Palenque. Al entrar en Xibalbá, Pacal mira su origen. Esta fecha no es solo una posición astronómica precisa, inaugura el significado del tiempo que abre la Quinta y última Cuenta Larga, al término de la cual el mundo volvería a sus orígenes.

La Ceiba doblemente sagrada por brotar de la cueva del Inframundo, forma la Cruz cuyo eje vertical se eleva hacia el Zenith. Evoca también la Vía Láctea. Ya en el cielo “cruza” el eje horizontal, el Ecuador Celeste sobre el cual se inclina una serpiente bicéfala que, como el doble jaguar, es la Eclíptica. Sus cabezas de Dios Llamarada al lado izquierdo y Dios Bufón, al derecho, corresponden con las “puertas solsticiales”. En la cima, el plumaje iridiscente del Quetzal, poder mágico de Itzamná, preside todo el sistema.

Ningún punto de este conjunto astronómico es estático. Eje de rotación, Estrella Polar, Punto Vernal, planetas, todo está en perpetuo movimiento y mientras los cielos cambian, Pacal recorre el Inframundo, como Osiris, el Rey Mono o el Señor Marduk babilonio que durante el invierno (Capricornio…) viaja al mundo subterráneo donde vence a Tiamat, antes de volver como Sol que crea los imperios del Cielo y de las Aguas.

Pero antes de pensar que los Antiguos sostienen ingenuamente y como simples artículos de fe, el regreso de sus Instructores con el mismo cuerpo y la misma personalidad, idea que con pocas variantes sostienen las religiones organizadas en medio de una espera teñida de expectativas y a la que se consagran tantos estudios teológicos y rituales que han sobrevivido hasta el siglo XXI, incluida la misa de los cristianos, hay en entender que estos reyes, saliendo de la cueva cósmica del mundo, “vivían” durante un tiempo determinado por el ritmo de los ciclos astronómicos, en Xibalbá, o en el Amenthes, el inframundo que conviene más ver como el mundo imaginal redescubierto por Corbin (La Imaginación creadora en el sufismo de Ibn’Arabi, 1955) en el Islam shiita o sufí, escamoteado al Occidente por una filosofía convertida en sociología o en lingüística, por una ciencia incompleta y una religión que ha vuelto muy difícil cualquier experiencia mística.

Es en este mundo de misterio, donde ocurren los eventos míticos, las leyendas, los relatos del origen. Es también este el “lugar” de todos los regresos. Mundo de significado, requiere el desarrollo de un “cuerpo psíquico” en el que se “localizan” los chakras hindúes, coexistiendo con las glándulas endocrinas y los plexos del sistema nervioso. Mundo sutil, aquí habitan los meridianos de la acupunctura y en este mismo ámbito se cumplen las “operaciones mágicas” que recurren a gnomos, ondinas, salamandras o silfos de todas las tradiciones. Aquí se operan las transmutaciones alquímicas que convierten el plomo en oro. Es el ámbito donde “el espíritu toma cuerpo y el cuerpo se espiritualiza”, llamado psiquicón por Pablo, intermedio entre el mundo físico, somaticón y el pneumaticón que constituye el espíritu.

Pero todo esto junto al mecanismo iniciático y tradicional que se expresaba en tantas culturas, a través de este preciso simbolismo astronómico, era algo que El Molino de Hamlet no podía revelar. Por otro lado, la idea de que los reyes mayas hacían “viajes internos”, no le decía nada al remitirse al lugar común de que las civilizaciones tradicionales conocían formas del saber al parecer ahora inaccesibles, lo cual nunca le hizo suponer en ellos algún tipo de capacidad paranormal, como afirmaban desaforadamente y sin saber de hecho de qué hablaban tantos autores ligth, y menos como se la concibe a través del obscurantismo new age, movimiento en el que nunca vio el anuncio de alguna nueva edad sino los coletazos de ceguera de un mundo que se hunde enredado en las contradicciones de una época concluida. En cambio, encontraba revelador el poder hermenéutico de las imágenes comprendidas como símbolos que pedían ser descifrados. Lo que parecía asombroso en tantos logros científicos de las culturas tradicionales o en su visión de futuro, hacía parte de un tema vasto y complejo que, estaba seguro, sería cada vez mejor conocido a medida que se hicieran accesibles las investigaciones de quienes conocen las Ciencias Tradicionales.

Tímidamente, los científicos empezaban a arriesgar su prestigio al dar oído a las lecturas que se hacían desde estas “nuevas” teorías aunque para muchos pensadores e investigadores, era obvio que se encontraban frente a toda una ciencia, que funcionaba de manera semejante en pueblos muy alejados en el espacio y en el tiempo.

Frente a esto, ¿cómo volvían Pacal y otros Instructores, de su viaje por el mundo de los muertos?

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