lunes, 26 de septiembre de 2011

El Conocimiento, más allá de la Academia


En el autobús que recorre la Avenida Patission nadie parecía atender a las preguntas en un inglés precario, pero al llegar al barrio de Eksarhia varias personas señalaron sonriendo al sobrio edificio neoclásico del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, construido en 1886. Siempre desbordado por turistas que terminan inmóviles y exhaustos en sus patios cubiertos de olivos, las altas columnas blancas y paredes rojas ocultan numerosos misterios entre las 20.000 piezas exhibidas en 8000 metros cuadrados de salas que conservan objetos provenientes de todas partes de Grecia, pero también de Egipto, Medio Oriente y Mesopotamia. Sus colecciones incluyen trabajos de la civilización que se desarrolló desde el sexto milenio antes de Cristo en la Hélade y unas 3000 islas brotadas del Egeo. Alfarería del neolítico y objetos de la edad de bronce, pasando por las esculturas en mármol del archipiélago de las Cícladas que rodean a la sagrada Delos, cuna de Apolo y Artemisa, vasijas micénicas de Tirinto y Laconia, escultura de los siglos VII al V a.C.

Es muy especial la visita a las salas reabiertas en 2004 con la colección de frescos polícromos de Santorini, una de las “localizaciones” de la Atlántida o, con más exactitud, de la Tradición que provenía de ese mundo destruido por las aguas, cuyos rastros atraviesan varias leyendas mediterráneas provenientes de la época en la cual Zeus (Indoeuropeo: Diaus, el Cielo) se convierte en Toro blanco, para señalar el paso del Punto Vernal por esa constelación zodiacal hace 6000 años, y rapta a Europé (hermana de Cadmo, creador del alfabeto griego), en Tiro, ciudad fenicia situada por la Geografía de Estrabón al sur del actual Líbano. Así, es el Cielo quien establece los Principios que darán origen a una civilización (“Europa”), en este caso, a partir de tradiciones conservadas en el Cercano Oriente (Tiro).

“Saliendo de las aguas” ( Diluvio en el “Gilgamesh”, Noé y su Arca, Cuna de Moisés, Delta del Nilo que abriga los fragmentos de Osiris, Río en la contemplación del Dragón-Yegua de Fo-Hi, Loto flotando en el lago donde nace Padma Sambhava, Isla del Titicaca y Manco Cápac, Isla donde el Águila devora a la Serpiente y sede de Tenochtitlan, Ruta marina en el arribo de Taumbez, Océano donde desaparecen y del que renacerán Wiracocha y Quetzalcoatl …) o de un ciclo humano anterior, el Dios-toro llevó a la ninfa hasta Creta. Fecundada bajo un plátano, dio nacimiento al Minotauro. En el relato de Plutarco, Isis encuentra en Tiro el Falo de Osiris, asesinado por su hermano Seth, quien además dispersó sus pedazos en el Nilo. Oculto en la columna del palacio del rey, esposo de Astarté, era el único fragmento que la Diosa no encontró en Egipto, principio generador del conocimiento transmitido por los colegios de Sidón y Tiro…

Conquistada por Tutmoses I y luego aliada con los hebreos, Tiro, la ciudad donde nació Europa, tuvo por rey a Hiram, uno de los “constructores” del Templo de Salomón, no necesariamente un edificio sino más bien una “fundación espiritual”. De ella salieron los creadores de Cartago, al Norte de África, por donde pasa Eneas en su huída de Troya incendiada por los griegos. El hijo de Venus y según Virgilio creador de la civilización romana sobre las ruinas de la Etruria primordial, hace más de dos mil quinientos años y al final de la era del Carnero, “llevaba en hombros a su padre”, es decir, portaba una Tradición espiritual que venía de Oriente y pasó por África, antes de fundar Roma. También fueron pueblos fenicios Sicilia, Córcega y Cádiz. Sus navegantes avanzaron más allá de las Columnas de Hércules “regresando” a sus orígenes atlánticos… A su paso por Tartessia en el sur de Iberia, entre Portugal y Almería, dejaron las Taurobolias en las que un sacerdote “vestido de luz” hundía, como en la imagen de Mitra, su espada en el cuello de un toro, en un rito que aludía a las Híadas, estrellas de la constelación de Tauro, en las que se convirtieron las Niseidas que entre los griegos, educaron a Dionisio, el Dios que nace dos veces.

Entre los tesoros del Museo está la máscara de oro atribuida por la arqueología occidental al rey Agamenón. Fue encontrada por Schliemann en la Argólida, al oriente del Peloponeso, siguiendo las indicaciones de Homero hasta el emplazamiento de la arcaica Micenas, cuya ciclópea puerta de los leones, único acceso a los tolos que albergan las antiguas tumbas reales, remite la Tradición que sustentó la civilización creto-micénica al paso del Punto Vernal frente a la Constelación de Leo, trece mil años atrás.
 

En una pequeña sala encontramos la gran loza de mármol pentélico, desenterrada cerca de Eleusis en el siglo V. muestra a Triptólemo, el primer Epopte (vidente) de la Elefsina albana, convertida en sede de los Misterios Dionisíacos, cerca de Atenas, desde el 2000 a.C. hasta que el emperador Teodosio y el arrianismo de Alarico los clausuraron al final del siglo IV, aniquilando la última oposición al cristianismo estatal impuesto por Roma. Dos mil años atrás Eleusis quedaba a unos treinta kilómetros de la ciudad, hoy es un populoso barrio industrial al noroccidente de Atenas, donde se refina petróleo.

Rodeando a su primer hierofante (Hieros, sagrado; fanos,mostrar) en el relieve Démeter ( griego: Dam, los dones. Hê Mêtêr la Madre, y también Matra “La Medida”. Diaus mater, madre de dios, madre del cielo. Ceres, entre los Romanos, Diosa de los cereales) y su hija Perséfone (Persephóne, la que lleva la muerte. La raíz Prsh, cercana a la Brsh hebrea, designa el “Principio” que se despliega en seis: Baerashit, al inicio del Génesis mosaico, leído en lengua hebrea) portan sendos tirsos, atributos de Dionisio-Baco, coronados por el emblema triple y fálico comprendido entre los hindúes como el Lingam de Shiva; cruz cristiana de puntas trilobuladas, o Flor de Lis como el lirio amarillo sobre fondo azul autorizado por el papa a Luis VI durante las Cruzadas cuyos colores evocan entre los Sufíes la sabiduría del despertar solar en el cielo. Todos estos, símbolos que hablan de una vía secreta de liberación (Sánscrito: Mukta) conocida en la India como Ojas Shakti Yoga: Identificación (Yug) transmitida, de Gurú a Chellah (Maestro a Discípulo) en el silencio de las iniciaciones al misterio de la fuerza (Shakti) del fluido generador (Ojas). Los báculos de las diosas señalan además la Vía Media, la Ruta del Misterio, que no es derecha ni izquierda.

A través de las semillas (sánscrito: Bija) que Démeter ofrece al hijo del rey, lo incorpora con una misión concreta a cumplirse entre los hombres, al sistema de transmisión de los principios que revelan el secreto de la muerte del grano, sembrado bajo tierra -muerte que no se ve- inseparable del misterio de su resurrección -nacimiento en lo invisible- como operaciones que competen tanto al individuo como al pueblo griego, visto como teofanía de principios que dan significado a los hechos de su “hierohistoria”. En Eleusis, esto evoca el rapto de Perséfone, la hija de Démeter, llevada desde Nisa al submundo, por Hades, señor del Inframundo, hermano de Zeus (El Cielo) y de Poseidón (Los mares). Haidês o Hadês, “el Invisible” (Griego: A, alfa privativo, partícula que indica privación o negación, y aiden- eidon, la forma, la idea) proviene de Lo-sin-forma, antes del nacimiento de las cosas.

Así, de la Madre-medida, brota un Arquetipo, un Principio, que viaja al mundo de lo No-Manifestado, mundo oculto, invisible, soberano de las formas.

Este drama arquetípico que “ocurre en los cielos” y en illud tempo (el no-tiempo primordial) cobraba vida cada año, cuando los adeptos eran iniciados al mecanismo del milagro que daba origen a la nueva planta (griego: neo-fitos) en la agricultura, saber dominado unos doce mil años atrás, cuando pueblos “nómadas” que provenían de Occidente huyen de alguna catástrofe (la que Platón recordaba en el Timeo?) llevando el conjunto de sus conocimientos hacia Oriente y llegan al norte de la “medialuna fértil” entre las actuales Turquía, Siria e Irán. Formaron la cultura Natufiense, antes del Neolítico pre-cerámico, pasando de cazadores y recolectores de centeno, trigo salvaje y cebada, al sedentarismo agrícola al domesticar el grano que nutría a sus pueblos en una vida consagrada a la adoración de un Principio representado en forma de T, como fue descubierto hace más de 20 años, en la colina de Göbleki Tepe, al Sudeste de Turquía.


Desde que Eleusis desapareció, se ha especulado sobre la naturaleza de su enseñanza, a la cual buscaban acceder algunos de los filósofos que completaban la investigación de las funciones de Hécate y Orfeo en la Academia, condición para buscar la Iniciación, que de amantes de la sabiduría, los elevaría a sabios.

Los Oráculos caldeos introducían un Principio de trascendencia Absoluto y una Hécate que poco tenía que ver con la diosa del submundo griego. Derivada de Hecatós (griego: El que alumbra el Cielo), consagrada al lado oculto de la Luna, regía los Misterios y a ella se dedicaban la tierra, el agua y el aire, así como el Primer Himno de la poesía Órfica que explicaba el destino del alma. Orfeo la llamó Enadios (Diosa de los himnos, “Protectora del Sendero”) y “soberana invencible conducida por toros…”

Pero estos textos que Proclo hizo estudiar a los académicos (Oráculos Caldeos, Ed. Gredós. Hieros Logos, Poesía órfica, varias ediciones, Ed. Trotta) se muestran, hasta el presente, en un lenguaje que exige la aplicación de una hermenéutica inaccesible sin las claves que provienen de una “primera parte” de la enseñanza, que da sentido a todos los saberes investigados por los adeptos.

Huellas de esta experiencia iniciática pueden identificarse en Pitágoras, Sócrates, Platón, Aristóteles, Plutarco, Plotino, Marco Aurelio, Proclo y muchos otros que consideraron la Iniciación en Eleusis como un raro privilegio y el mayor bien que coronaba el conocimiento. 

Pero ¿En qué consistía la instrucción de los Misterios de Dionisio, de Orfeo, de Isis o de Samotracia? ¿Qué velaba el inviolable silencio que se extendió sobre su contenido y los detalles de sus celebraciones en marzo y septiembre, durante casi dos mil quinientos años ¿Por qué nada se ha filtrado al conocimiento actual y ningún arqueólogo o historiador pretenden explicar su sentido más allá de realizar descripciones aproximadas de los eventos que se daban entre los iniciados, de los objetos que se usaron o de los químicos asociados a las prácticas? 

Fue Karl Kerenyi, miembro de Éranos, investigador de los Helenos y autor de la erudita Eleusis, quien ante la información que aportan los abundantes vestigios mitológicos, literarios y arqueológicos estudiados, pidió al químico suizo Hoffman investigar los componentes del Kykeion bebido ritualmente en las ceremonias de iniciación. Aunque brillantes, estos trabajos no han descorrido el velo extendido sobre la sustancia del misterio… que sólo los Epoptes levantaban. 

Por otra parte, el médico y pintor de Montpellier (1915-1975), consagrado desde los 24 años y con el nombre de Djafar a vivir los sistemas de iniciación al Islam esotérico, dedicó su vida a la investigación de la Materia de Bretaña; al inicio de su obra El Islam y el Grial alude al término “misterio”, cuya raíz griega mu (pronunciado: my) designa la boca cerrada; de allí mueio: instruir sin palabras o Iniciar… se trata de la misma partícula mu presente en “mística”, como experiencia directa de lo divino, sin intermediarios. 

En Eleusis o en el Islam espiritual, el misterio se transmite por mediación del silencio. Lo cual además de aclarar que toda la operación rebasa lo que cabe en el lenguaje y alude a lo inefable, indica la modalidad y el tiempo de la instrucción, así como los elementos y principios implicados. Dado que el tiempo está marcado por los movimientos celestes, que son cíclicos, en el seno de esta enseñanza se encuentra un mecanismo de “previsión” inseparable de una “profética” asociada a la Iniciación Tradicional. 

Esta manera velada de transmitir se encuentra en el Budismo cuando en el Pico del Buitre la instrucción “secreta” es recibida por Mahakasyapa al responder con una sonrisa a Buddha que muestra una flor amarilla a una asamblea de Arhats (los que “han vencido al enemigo”) y Boddhisatvas (aquellos cuya naturaleza es el despertar), o en la instrucción de la crucifixión, cuando sólo la mirada que Jesús dirige a Juan y María permite conocer de qué modo continúa su Enseñanza, mientras pronuncia las palabras que abren la vía de la Iniciación Mayor: ‘Li ‘Li LMH-ShBHhTh-Ni… “Dios mío, Dios mío, cómo me glorificas…” que Mateo (XXVII,46) ha referido como “Oh, Dios mío, cómo me has abandonado…”



*** 
Flashback 1: Pantalla negra y voz en off:

“Is everybody in? Is….everybody… in?

The ceremony is about to begin…" 

El chamán que recibió al águila en el desierto cuando el Darshan del Hombre Rojo se encontró con su mirada, cierra los ojos cual Rishi originario creador de Vedas, para ver el centro de las cosas. Su canto se transmuta en danza mientras el ritmo encuentra una sola mente en miles de cuerpos; el círculo se expande y se ilumina. Tres hexágonos unidos a un pentágono pasan a los neurorreceptores y abren las puertas de la percepción, mostrando, al otro extremo de la química, la permanencia, “no-tiempo” existencial donde habita el significado de este instante del ’79 que es memoria y anticipo de otro, 25 siglos atrás en el tiempo que cuentan los relojes, posterior al sabor del Kykeion…Sólo han cambiado las formas, porque que Maya, la magia de Vishnú, es verdadera. 

Entonces, bajo sus dedos no vibraban sonidos electrónicos. Sosteniendo un bordón, salía de Saint Jacques, camino a Finisterre. Recordó al Alquimista en la galería de Notre Dame que dejaba a su izquierda antes de cruzar el Sena, avanzó hasta la Sorbona. Camino a las estrellas, llevaba el mismo tirso que Baco blandía en la fiesta de la noche, espada de Mitra, Paoa en Rapa Nui, cetro que lleva hacia Sun. En cadena, reacciones bioquímicas liberan dopamina, bloquean serotonina y descargan ácido gama-amino-butírico, nuevos nombres de Shaktis y Dakinis que en los retiros de Kuen Lung desencadenan estados especiales de la mente entre yoghis aislados en sus cuevas, sumidos en el Uno, contemplando la sustancia mental, camino a su unión en lo Absoluto. 

Cuando las luces de los estroboscopios parpadean congelando la multiplicidad humana en un cuerpo colectivo, una voz que no suena lee el griego antiguo del Papiro Derveni: “Hablaré a quienes es lícito…” Versos sueltos de Orfeo… Palabras de Heráclito. 

Resuena en su mente el motivo que abre las rapsodias órficas. “Cantaré para conocedores, cerrad las puertas, profanos...”

Desde la ventana de la habitación 50 en la Casa de Hermes, ve el Parnaso. Colina abajo en Delfos, un mar de olivos se pierde en el mar del Golfo de Corinto. Al amanecer, antes de la visita al Oráculo, recuerda la advertencia de Plutarco “nada hay tan propio de la filosofía pitagórica como lo simbólico, una forma de enseñanza mezcla de voz y de silencio…” Luego de beber en la fuente de Castalia, avanza por la Vía Principal que asciende hacia el tesoro ateniense. Cruza frente al muro donde los libertos han grabado sus nombres, a los pies del Templo consagrado a Apolo. Detrás del altar donde luego de cada batalla se sacrifican cien toros, entra en el Pronaos con su “H” tallada en la piedra. El Gnoti seauton le advierte que, como Sócrates, es en sí mismo donde debe encontrar el sentido de cuando escuche de la Pitia. 

Sobre un cajón desvencijado, inmóvil y con los ojos fijos en el horizonte, el niño que habita sus recuerdos alcanza la ventana abierta al ocaso de la ciudad extendida como un puma en la meseta interandina. Mira sin ver, mientras repite una y otra vez la frase ritual de cada tarde “Allá, más allá… los campos verdes, la luna blanca… he perdido la memoria”. Como se guarda un rizo del cabello o el primer diente que se pierde, su hermana guarda las palabras, para cuando “más allá” de sus cuatro años él las haya olvidado por completo. En algún momento situado en medio de una delgada bruma, cruzó el Leteo. Las aguas generosas borraron lo que el tiempo había decantado en muchas vidas. Sonrió, 18 años después, cuando supo que los griegos llamaban a la Verdad A-leteya, negando el olvido que sufre el alma cuando entra al Érebo por la puerta de la noche. Sólo héroes e iniciados beben de las aguas de Mnemósine, río secreto que alimenta al Hades, antes de descansar en el Elíseo. La Verdad es no olvidar –pensó-, es el recuerdo de nuestra condición divina…

Flashback 2: Cerca del Equinoccio de Otoño. El viento barre las hojas, griterío de aves:

Durante muchos años ha esperado este amanecer. Ha llegado el 15 de Boedromion (Septiembre), primer mes en Ática. En Eleusis, los hierofantes anuncian el comienzo de los ritos que celebran los Misterios Mayores. Los peregrinos llegan de toda Grecia y se purifican junto al Puerto de Pireo, al Sur de Atenas, en las aguas de Falero. De allí partió Teseo hacia Creta, en búsqueda de la Tradición escondida bajo la imagen del Toro al centro del Laberinto, para transmitirla bajo la forma del Vellocino Dorado del Carnero. Cuatro mil años atrás, eran los tiempos de Moisés, Ram y el Avatar Orfeo. 

Por la Vía Sagrada y llevando tirsos, los postulantes avanzan desde el cementerio. Llaman a Iacchus, el Artista portador de la Antorcha Luminosa de la Verdad entronizada en el edificio del Gran Ideal, a quien el coro de mystes en Las Ranas de Aristófanes ve danzar sobre un prado como nuevo Nataraja. Nombrado Yaco por Sófocles o Eurípides y en eufonía con Yeshu, en el cielo es la Estrella que anuncia la llegada del cazador Orión, conocida como Sirr entre los árabes. Traducida por Secreto. Para los hindúes era Rudra y Shiva Mrgavyadha, el cazador de siervos. Antorcha del astuto Loki, maestro de transformaciones en las Edda, como el Dionisio griego, deshace el orden. Su fuego es creador y causa el cambio. Hermano e hipóstasis de Odín, fue padre de Fenrir, el lobo-sombra que por sexta vez ocultará al sol, un 13 de Noviembre, devorando al universo cuando llegue el Ragnarök. En analogía con Hermes, se trata siempre de la binaria Sirio (Alfa Canis Majoris), la bella “de múltiples colores”, como la llamaba Hesíodo. Muy brillante en el firmamento es visible casi desde toda latitud en la Boca del Can. En la meseta de Gizeh, a la entrada del Desierto, a ella apunta el eje que parte de la tumba de la Reina (Isis) en la pirámide egipcia de Kufu. Es el Secreto en sí mismo. La sustancia del misterio. 

Al ver pasar la procesión de postulantes que en el segundo de los nueve días partía desde Atenas hacia Eleusis, el peregrino siempre percibía, 26 siglos antes del Temor y Temblor kierkegardianos, esa sensación indefinible que la Fenomenología llamará “sentimiento de espanto” ante el misterium tremendum revelado por la contemplación de la maiestas proveniente de lo definitivamente superior. El hieratismo de los sacerdotes lo conmovía en una mezcla de nostalgia y temor reverencial frente al misterium fascinans evocado por la perfecta plenitud del ser. Ahora empuña el báculo y camina entre ellos, hacia el puente del Céfiso, que Pausanías vio correr en la llanura occidental del valle y hoy, en varios tramos de los 15 kilómetros hasta el Golfo Sarónico, bulle bajo la autopista Kifisou, hacia Tesalónica. 

Cruza el puente entre las imprecaciones de los espectadores, recordando las bromas obscenas con las cuales la vieja Baubo acompañó el dolor de Démeter por la ausencia de Perséfone… vuelve a su mente un obscuro nombre asociado por los clásicos a Baubo: Yambo, que marca un ritmo en la métrica de Shakespeare o de Ginsberg; el mismo endecasílabo que el Jesuita sabio usó para verter al español la Eneida. Entonces adivina que la alusión a la anciana no es casual y que este ritmo pentámetro penetra en el misterio, así como Cefiso, más que un río, es el nombre de la primera cuerda de la lira de Apolo y de la nota musical más baja de la escala. Por primera vez comprende que la clave hermenéutica mayor está en la Música, vibra en el éter generando el alma de la tierra, del agua, del fuego y del aire. También entre los chinos, la comprensión de las octavas musicales que repiten un tema en otros planos, era el único recurso para entender las obscuras respuestas de Confucio, tañedor de laúd, a sus discípulos. 

Del Propileo de Eleusis a las gradas de la Academia han pasado innumerables jornadas: tres años en el silencio del Akoustikoi, descifrando las relaciones que el Divino Pitágoras estableció entre la longitud de las cuerdas y la voz. Comprendió a Platón, investigó por cuatro años las obras de Aristóteles… ahora llega a lo esencial. 

Camino al santuario, recorre sus búsquedas en la Teogonía de Hesíodo, en las cosmogonías y en Homero, hasta dar con los principios de una Ciencia sin tiempo, guardada por los “ancianos del conocimiento” (Chaldain, caldeos) que unían al cálculo de los movimientos celestes y en especial al estudio de los Saros -aquellos misteriosos y puntuales eclipses, cada 223 lunas o 18 años, que según su maestro marcaban el tiempo de la resurrección- el misticismo de los Zoroastros, cuyo Fuego era el centro del primer Manifestado en los Oráculos de claves hermenéuticas por fin develadas por el Diádoco. A cinco años está ya la primavera y el misterio de Anthesterion, vinculado a la escuela de la Forma, en la que vivió diez años. 

Seis días de vigilia y este ayuno concluyen dos meses de peregrinaje desde el río Alfeo, entre los bosques cálidos de Olympia donde cada cuatro años vio a los hombres decididos a sacralizar sus cuerpos ofreciéndose en las pruebas a los dioses. De allí le llega siempre esa sensación de aire nocturno perfumado y un chirrido de cigarras que lo devuelven a la Siesta de un Fauno en las primeras horas vespertinas del bosque tropical junto a los Andes, donde se refugiaba cuarenta años atrás, en un mundo sereno y luminoso, de orquídeas con colores imposibles y palosanto que impregna su perfume en todas partes. La temperatura, los sonidos y la quietud espiritual eran los mismos que sentía Bruce cuando el nocturno de París llegaba al amanecer a la Provenza, en el Monsieur de Durrell, y de inmediato “veía” el Oasis de Macabrú cerca de Alejandría, con sus gnósticos, que eligen dejar el mundo a los treinta y cinco años de edad. 

Hacia el final de este nuevo día, con los demás adeptos ingresa al Santuario donde los Epoptes ocultos en el Mégaron, han mezclado ya la aromática resina de amapola que traía Démeter, con los alcaloides que rezuma el Claviceps Purpúrea, pequeño cornezuelo de color atramento que vive del centeno y guarda el alma del grano. Perséfone en estado vegetal, a veces los pastores de la Arcadia contaminaban el pan, asado en utensilios de cerámica, con este hongo que desata la manía dionisíaca entre las bacantes de ojos muy abiertos y fijos en el Adolescente sobre la piel del jaguar, cuando preceden el cortejo reunido en encrucijadas apenas descifradas por la luz de Sémele, mientras, al grito de Evohé!, anuncian sus visiones. 

Al centro del Telesterion, donde se desarrollará el Telesma (Misterio cumplido), los mystes reciben de la crátera el brebaje iniciático. En la penumbra, los Epoptes se aprestan a la “mise en scene” del mito primordial, salmodiando “Salud, Hécate, que vigilas las puertas, Diosa de temible poder”, “respetada por Zeus” añadía Hesíodo. 

Enodia, Triple Hécate, adorable señora, de los seres terrestres, del agua, del espacio, subterránea, envuelta en amarillo manto, protégenos con los espíritus que rondan…” “Tú que posees las claves del mundo…” “Escucha a los suplicantes que te glorifican con el rito…” 

Hija de Asteria, la noche estrellada y del Dios de la Luz. Remolinos amarillos y cobalto sobre pueblos dormidos entre pinos que crecen hacia el cielo. "Estrella" de seis puntas resplandeciente en la negrura del compuesto, vela un conjunto preciso de posiciones planetarias que su Maestro señaló en la Eclíptica, el camino que recorre Faetón, antes de aludir a una fecha que se encuentra en el orden del número mágico, razón periódica de 22 entre 7 que fascinaba a los hebreos. Desde Anatolia, la Diosa llegó a Grecia tras un largo viaje. Venerada en Tracia, junto a Hermes, fue Diosa de los pasajes, más allá de la vida y de la muerte. En Micenas su presencia recordó que la Tradición venía asociada al Principio cuyo glifo daba origen a la “A” fenicia, trazada como un toro. Desde mucho tiempo atrás preside la operación que rescata el Alma del Hades, sin embargo, perdidos de su luz, muchos de sus hermanos solo ven a una diosa de fantasmas. 

Mientras busca su lugar entre las ocho hileras de gradas que rodean el rectángulo construido tomando como base la Divina Proporción, en el extremo Sur del santuario, recuerda cómo ha visto súbitamente expresada la Arqueometría, ciencia que da la Medida (matra) del Principio (Arxé) basada en el Mathema sagrado y construida a lo largo de los años, en la historia de su pueblo, como si de tanto contemplar los diversos estados de la mente, estos tomaran la forma de una ciudad concreta, teofanía de estructura sagrada con sus habitantes y sus dioses. Hace un tiempo en el ágora escuchó que un filósofo, de aquellos que hacían sonreír a Sófocles, incluso ha dado un nombre a estas construcciones, mientras relata el encuentro de su Maestro y Critias. Por fin le es posible comprender su sentido y ha visto cara a cara al espíritu que ha descendido entre estos hombres. 

Cosmos brotado de la fuerza creadora de su pensamiento… en sus formas y en sus signos ahora sabe leer el sentido de la búsqueda iniciada cuando intuyó la naturaleza del Tau que los sacerdotes le mostraron. Símbolo que lleva al mundo las palabras “Omnipotencia y Grandeza”, entre los atlantes como entre los aztecas, entre samaritanos y ugaríticos. “Qué” del Vatán en los santuarios antediluvianos, muestra Lo transmitido, haciendo referencia entre los Chinos, a la energía original, el Chi, signo cruciforme de la Perfección. Presente en Tao, despliega su mecanismo en Tei-Yang-Yinn. 

Igualmente conocido en Egipto y en la India, era por otra parte la inicial de Theos y de la Thule que cantaba Píndaro. Tohu hebreo. En sus antípodas, el mundo conocía otras Tule y Teotihuacán; Tenochtitlan y Tiahuanaco, Titicaca y Ticci Wiracocha… Y aunque el pueblo veía en la Tau a un dios, él pensaba en el sentido de la Síntesis final de la “Ciencia de la Unión”, Yug, proveniente de otro ciclo humano… Toro cifrado en la A fenicia, abriendo el alfabeto. Omnipresente al fondo de toda genuina Tradición. Su imagen cubría Asia, desde el mítico Chennong anterior a la Gran Inundación, con cabeza de toro, que sucede a Fo-hi y Ni-Kua, Gemelos armados de compás y escuadra para medir los cielos y la tierra, al Carabao azul de Lao Tsé, la Vaca de Vishnú, el Buey Apis egipcio, el Toro Alado sumerio, o el Becerro de Oro semita prohibido por Moisés, que al bajar del Sinaí anunciaba con sus cuernos de morueco, la edad del Carnero y fijaba en su Libro (Sepher) del Principio (Baereschit) el conjunto de un saber original al que llamó Tohu: la síntesis final de la sabiduría de un ciclo concluido, capaz de generar un nuevo tiempo: Bohu (Génesis, I,2 –Y la Tierra estaba informe Tohu y vacía Bohu). 

Ahora, debe recordar que toda cosa puede ser signo y cifra y que la primera investigación sobre las cosas es realizada a través de las ciencias de la naturaleza: allí debe situar el centro de su meditación permanente, hasta poder describir los elementos de cada estructura y sus relaciones, con toda precisión. 

… Avanza la noche y en el sexto día, siguiendo el guión trazado por Homero, el mito originario se nos muestra… El Kykeion circula en cada mente, cuando Ha Meter La Madre y también Matra, la Medida de todas las medidas, expone al Sol su gran melancolía, por Perséfone “Que reina sobre el Hierro”, portadora de la muerte y de la héxada. De los prados de Nisa fue raptada, por Hades “El Sin forma”. Invisible, porque está más allá de las ideas (A-Eidon). Aliento (Ha) y Señor del inframundo. Sólo el orden musical de Apolo, siguiendo el tiempo del Mensaje Sexto, asegura una ruta hacia el Averno, donde la hija perdida es Proserpina, esposa de Plutón: Señor de la Riqueza, a quien nombra Platón en su Cratylo, recuerda el Peregrino, cuando canta Ovidio… 

Allí va Ceres, cereal, centeno, detrás de Perséfone, imagen del Ergot, el cornezuelo… Une en su mente al mito con la ciencia. 

Cantando su dolor, como el de Démeter, allí fue también Orfeo, avatar de Dionisio, buscando a Eurídice que desciende al Hades, mordida en el talón.

“Cantaré sólo para iniciados…” … En 24 rapsodias, Orfeo descifra el destino del Alma después de la muerte. Su tragedia se muestra en la patética belleza que Teresa Berganza impuso en el Tercer Acto de la ópera de Gluck -“Che faró senza Euridice?...” - donde el Divino Cantor (en este caso cantora) conmoviendo a Plutón libera a Eurídice… Pero al escuchar el llamado de su amada, no puede cumplir la condición impuesta por los dioses: “no mirar atrás”, mientras rescata a su Alma. Cuando bajo el luminoso Apolo pisa la Tierra de los Vivos, vuelve su vista… y su amada desaparece para siempre. 

Al final de su vida, en un destino equivalente al de Dionisio a manos de los Titanes, Orfeo es despedazado por las Ménades tracias, presas de la locura cuando no lo ven honrar al dios antiguo. Sólo su cabeza-Principio seguirá profetizando en la corriente universal, camino a Lesbos. 

Como Osiris desmembrado por Seth y al igual que los chamanes destazados por los pájaros divinos, el Cantor es Solve alquímico, Disolución, Catabolismo, Deconstrucción, final de la Obra Negra e inicio del vuelo de las Águilas, que hará pasar a la Materia Prima por los siete colores del Albedo.



Flashback 3: Verano, más allá de Nápoles. Villa de los Misterios en las afueras de Pompeya. A lo lejos, la mancha azul de Capri sobre el mar. 

Dejando la Casa del Fauno, danzando con sus mudras sobre el embaldosado blanco y negro, el peregrino toma la calzada hacia el noroccidente de la ciudad que consumió el Vesubio. Pasa entre los monumentos funerarios mirando las huellas que en su huida grabaron las carretas en las piedras fundidas por el fuego. Se detiene en el puente de madera cerca de la suave pendiente cubierta de arbustos abrigando la Villa de Dionisio. A su mente vuelve Ovidio. 



Hera, celosa del amor de Zeus hacia Sémele, se convierte en su nodriza Béroe y la instiga a pedir a su amante que muestre su divina identidad. Triste, el Dios accede y mientras Sémele es consumida en la visión de su gloria, Hermes extrae al Hijo de Dios de la pira que es la hija de Cadmo y Harmonía, sembrándolo en el muslo de Zeus. Allí vive el Dios de Niza una segunda y misteriosa gestación, escondido en Sagitarius en el Cielo, entre Capricornio y el médico divino, Asclepios e Imhotep. Su ocultamiento es una operación que crea, en la Alquimia, la Medicina Universal, en una Taumaturgia mística salvadora del mundo por la Acción del Cristo curador en Su Retorno. 

Allí espera, ocultándose en Su Padre, hasta que el Sol y todos los planetas coincidan con el Centro Original. En Icaria, solo vieron su segundo nacimiento quienes saben la Verdad de los misterios. Con la lluvia lo inmortalizaron las Niseidas, habitantes de Anatolia, Etiopía y también Carabacel… Dios del éxtasis y la sabiduría, ama el teatro y es el otro nombre del azar. A los seis años recibió los Cielos. Luego de años en la India, regresó para enseñar el cultivo de la Vid. Invocado en Eleusis, en su carro tirado por panteras preside procesiones de centauros y silenos entre las bacantes, junto al Aventino. 

Cuando niño, los Titanes lo hirvieron, lo asaron, lo comieron. Hécate salvó su corazón llevándoselo a Zeus que calcinó con su rayo a los Titanes. De estas cenizas mezcladas con la tierra, nacen los hombres, con una parte de titán, que se rebela, e inmortales por la parte del Divino que poseen.


El conjunto de frescos de la Villa, en colores rojos, sienas y blancos, muestra una ceremonia a la que asisten mujeres, niños, actores y los Dioses. En el centro, la boda de Dionisio con Ariadna. Junto al Dios en embriaguez extática, a una mujer semidesnuda y en actitud de levantar el velo se revela el phallós (latín: fascinus) erecto en la cesta de mimbre (mystica vannus). Para iniciar en los Misterios, este objeto sagrado entra en Eleusis… Un eje inclinado y una elipse horizontal hacen la geometría del misterio. Logos spermatheou de Séneca, es la Razón Universal, causa y germen de formas en el mundo. Entre las mujeres, el niño canta las rapsodias: Hieros Logos. Coros, silenos y máscaras acompañan la revelación del Ludibrium eterno, drama cósmico que el teatro lleva hasta los hombres…

Flashback 4: 25 siglos después, Laboratorios Sandoz en Suiza, Abril 1943. Ruidos de guerra en medio mundo.

El profesor Hoffman se siente algo aturdido, una sensación de no pertenencia a su cuerpo similar a un “desdoblamiento” y una ansiedad casi incontrolable empiezan a apoderarse de sus facultades. Sale del laboratorio con un ayudante y toma su bicicleta. Va hacia su casa. 

Mientras avanza por senderos rurales, se vuelve extraordinaria la intensidad de colores de cada brizna de yerba y guijarro con los que se cruza, emana luz. No siente su propio movimiento y pierde todo interés por llegar a sitio alguno, aunque de modo automático mantiene un rumbo. Todo aparece distorsionado y ondulante. En su casa llama a un médico que sólo recomienda reposo al no encontrar signos de peligro, apenas las pupilas dilatadas. Bebe leche, antídoto inespecífico de cualquier veneno y huye de su vecina, a quien ve como un ser extraño. Se siente amenazado por los muebles y una geometría sorprendente en el espacio que antes conocía le hace descubrir innumerables mundos. Pasados los primeros minutos de terror, entra inexorablemente en un estado de percepciones y conciencia que, asombrosamente, carecen de sujeto… Ve el sonido y oye los colores mientras estalla un arcoíris en la mandarina que tiene entre sus manos. 

Simultáneamente alcanza la certeza de estar viviendo algo esencial, como si una verdad primigenia que habitara en el centro de sí mismo y en el centro de todo el universo, se le hubiera vuelto patente de algún modo. En medio de una paz indescriptible, viviendo en armonía universal con cada cosa, no quiere hablar y renuncia a organizar su pensamiento, tampoco quiere volver al estado de lucidez cotidiana. Sólo un loco querría abandonar esa luz espiritual que acaba de alumbrar su weltanschauung con un sentimiento estético de intensidad inusitada. Inadvertidamente, trabajando con el cornezuelo, ha tomado los cielos por asalto. 

Él no lo sabe aún, pero la fenomenología que describe se aproxima a la experimentada por ascetas en ayuno o vigilia, hesicastas del desierto que repiten el nombre de Dios en el Alto Egipto, junto a Kenoboskión; por monjes en Ch’án; por yoghis en estados de Dhyana o Ekagrata viviendo la contemplación del Uno, en los Ashrams de las selvas cercanas a la antigua Kací, no lejos de donde el príncipe Gautama despertó (Boddhi, Buddha) por todos, poniendo a la Tierra por testigo; o en las mesetas de Asia Central, recorridas por Sadhus y Sanyasines, a veces midiendo en postraciones de su propio cuerpo, a 6000 metros de altura, los cincuenta y dos kilómetros del Parikrama tibetano que circunvala el Santo Kailash Rimpoche, residencia de Shiva y cumbre espiritual del mundo… 

Hacia 1936, con el Profesor Stoll, en los laboratorios Sandoz el Dr. Albert Hofmann inició los primeros estudios del ácido lisérgico, núcleo común de los alcaloides presentes en el cornezuelo Claviceps purpúrea, hongo azul negruzco, parásito del centeno y otros cereales, tradicionalmente llamado Mutterkorn (grano de la madre). Descubrieron un principio químico que contraía el útero, impidiendo el sangrado después de los partos, actualmente utilizado en todo el mundo. También sintetizaron medicinas como el tartrato de ergotamina, útil para el control de las migrañas. 

Hofmann, como el banquero Wasson y su esposa Valentina que habían participado en rituales de sanación con los huicholes, conocía los efectos psicoactivos de los “Niñitos de Dios” como llamaban en México a los hongos que contenían psilocibina. Usados con fines terapéuticos y espirituales su manejo se transmitía ancestralmente de padres a hijos, acompañado de una iconografía que incluye imágenes de seres en éxtasis y estatuillas del Niño Jesús. 

Entre 1938 y 1943, Hofmann sintetizó unos 24 compuestos hasta llegar a la Dietilamida del ácido lisérgico o LSD 25, cuatro mil veces más potente que la mezcalina: 30 millonésimas de gramo son suficientes para provocar un estado visionario y transformar la mente. 

Seguro de haber encontrado un medicamento de gran utilidad para la vida de la conciencia, Sandoz lo recomendó como “psicodélico”, es decir, capaz de “dilatar y hacer manifiesta la psiquis”, facilitando el análisis psiquiátrico. El actor Cary Grant superó su alcoholismo con algunas dosis ofrecidas por su psiquiatra Oscar Janiger, que trató del mismo modo varios problemas depresivos y de adicción en unos 800 pacientes más, incluyendo a una popular presentadora de televisión que bendijo el descubrimiento en su programa. Durante los ‘60 su consumo creció en toda California, entre actores, productores y gente de Hollywood, junto a estudiantes, clérigos, artistas y escritores que lo encontraban más accesible y eficaz que el misticismo o el yoga, para expandir la conciencia… pero allí terminó su sano uso. 

El Office Strategic Service, precursor de la CIA, le encontró otras aplicaciones. Antes había usado ya escopolamina y mezcalina con fines militares. Pidieron a Sandoz su fabricación exclusiva como arma para “obtener información y neutralizar enemigos”. 

Mientras tanto, Huxley dio a conocer al gran público en su libro titulado, por el verso del místico Blake, Las Puertas de la Percepción (1954), sus experiencias con mezcalina. En poco tiempo, en Harvard, Yale, Berkeley o Princeton, brotaron los usuarios de LSD como vía mística, apoyados en Marcuse (Eros y Civilización, 1955). Pero, dijo Hofmann a Volpi y Gnoli en El Dios de los ácidos, fue el Saturday Evening Post en los ‘60, quien proclamó la abolición del ego y una expansión de la conciencia, gracias a la experiencia visionaria y mística traída por esta medicina. 

Harvard, que ha acumulado 44 premios Nobel, también tuvo su “profeta”. Sicólogo y escritor, Timothy Leary (1920-1996) instituyó al LSD como sacramento entre centenas de estudiantes, profesores y científicos que seguían el método Turn on, tune in, drop up: elevarse a la energía espiritual de la conciencia, expresar sus revelaciones en actos de alegría (paz), y rechazar cualquier compromiso mundano dedicándose a la vida mística promovida por el enteógeno (etimológicamente: el que genera a Dios en el interior) que los iniciados usaban en Eleusis y que Hoffman había regalado al mundo. 

Tal fue el éxito de la inédita propuesta que sus asustadas autoridades, bajo amenaza del gobierno, suspendieron la investigación y expulsaron al profesor… En los siguientes años y en medio de una intensa producción literaria unida a actividades políticas entre intelectuales y artistas (Lennon, Watts), el psicólogo consiguió que el número de sus adeptos aumentara frenéticamente en todo el mundo. Por su actividad promocional, Leary consiguió tres condenas a 30, 10 y 95 años de prisión bajo el argumento legal de que “si está libre, difundirá sus ideas…” (Leary vs. EEUU). Escapó a Suiza, y luego de Marruecos hasta Medio Oriente, voló hasta Afganistán (1973) de donde fue “extraditado” a EEUU al capturarlo “dentro del territorio norteamericano” del avión en que viajaba… Nixon y el FBI lo declararon “el hombre más peligroso de EEUU”, y lo pusieron en una celda junto a Manson. Los últimos años de su vida los dedicó a comprender una nueva visión del mundo a través de la realidad virtual, a la que atribuyó poder evolutivo. Pidió que en su página web se vea, en vivo y en tiempo real, su muerte en 1996. Sus cenizas se enviaron al espacio. 

En 1966, el gobierno norteamericano sentenció “sin utilidad médica”, ilegal y objeto de penalización, la producción, distribución y consumo de la “droga” que, sin embargo fue profusamente usada por escritores como por Ginsberg, Kerouack y Burroughs, responsables del renacimiento literario en San Francisco, en uno de los movimientos culturales más creativos de las últimas décadas.



Lucy in the Sky with Diamonds… compartió un lugar de privilegio en el movimiento de la contracultura norteamericana, junto a la Cannabis consagrada a Shiva y a los luminosos haikus de Basho&Co. … me llamarán caminante, primer chubasco 

En otros lugares se usaron setas que crecen bajo los abedules o en los bosques de hayas. La amanita muscaria con granos de luz blanca sobre el rojo rubí de su sombrero, junto al árbol de los mundos, da al Chamán éxtasis místico. Sus alcaloides, aún activos, se excretan en la orina que es bebida, “reciclándolos”, en varias zonas de Asia.


… Sobre unos pómulos salientes, sus ojos examinan con cuidado los hongos que la última lluvia dejó sobre la bosta del ganado. Sus largos brazos balancean una posición que separa su columna de la horizontal sobre la tierra. Erguida, facilita una visión en círculo. Así, ve a los otros, ocupados como él entre las breñas de una grieta en el Rift, hacia el sur de Etiopía. Todos buscan las inocentes setas de color marrón que tanto les enseñan… quieren volver a ese estado que, brotando de la obscuridad de sus cerebros, les ofreció por vez primera la conciencia de sí mismos. Un rectángulo negro, impenetrable y silencioso se yergue en la colina: 1,1,2,3,5,8,13… Also sprach Zarathustra… Se eleva el sol. ¿Psilocibina en la manzana? 

Pasaron millones de años. Después de la complejidad, la reflexión, pensó el científico-místico, antes de escribir su Misa sobre el Mundo, intuyendo la Noósfera centrada en su Omega-Cristo, decenas de años antes de Internet. Fósiles entre los sedimentos, volvieron a la luz cuando el valle del Rift cambió su geología. La paleontología y la genética sitúan la aparición y posterior dispersión mundial del Homo Sapiens que derrotará a los neandertales, en el Cuerno de África. Sus homínidos se remontan a siete millones de años, por lo pronto…

Los sabios centroamericanos usaron Lopophora Williamsii. En familia, se van por los desiertos… Peyo peyo peyotito... Tona tona toniatu..u., cazando al Venadito Azul, cuyo consumo dota de intensa luminosidad a los colores de su arte. Son 20 alcaloides con actividad enteogénica. En 1994, de la mano de Aurelio Díaz Tepancalli y su tropa de jaguares que resucitaba a la lglesia Primitiva Americana, lo recibieron tras una noche de vigilia en el cálido valle de los Chillos junto a Quito, unas trescientas personas, incluidos niños de tres años. Purificados en el temazcal, comulgaron con el mundo a través del sol vegetal de los huicholes… En medio de la visión clara y luminosa, algunos escucharon por primera vez la respuesta de los árboles a todas sus preguntas, hablaron los cabritos y las aves mientras la luz mostró por qué conmueve a todos los humanos… 

Con menos alcaloides pero también eficaz, entre higueras y geranios crece en muchos patios de la ciudad del medium mundi el Sampedro, cactu hermano del Peyote y, al oriente, en la Amazonía, el Yachaj (sabio) ve con la liana (huasca) del mundo de los muertos (aya). Viaja por las rutas de agua entre la boa y el jaguar, cuida el alma de todos los hermanos. Los pecarís abren camino y se eleva con plumas azules, violetas, esmeraldas y rojas que brotan de sus brazos, alas de guacamayo. Ayahuasca, Sutratma del Bardo americano, en las selvas de Etsa, comunica con el alma de las cosas. Allá fue a buscar la luz Murray Gell-Mann (El Quark y el Jaguar).

*** 
Kerenyi y Hoffman al estudiar los componentes del Kykeion: cebada, centeno, menta, ergot, pensaron que el Misterio podía consistir en el estado provocado por el enteógeno. 

Ahora bien, si todo dependiera sólo de la bebida que modifica la conciencia, no habrían existido las religiones del misterio, ni los estudios y sistemas de Iniciación en linajes de instrucción asociados a ellas. Por otro lado, quienes han usado enteógenos deberían estar al tanto del Secreto… 

Del opio de Baudelaire, Verlaine y Rimbaud, pasando por la cocaína de Freud y Conan Doyle, el ajenjo de Gaugin, Tolouse Lautrec y Van Gogh; el hashish de Quincey, Gautier y los artistas de la Belle Epoque, o el que usó Cooleridge antes de recordar a Kublai Khan en Xanadu, hasta el alcohol de Poe, Hemingway, Scott Fitzgerald o Joyce; las “drogas” de Valle Inclán, Martí, Rubén Darío, Octavio Paz, Jünger y Michaux, o las anfetaminas de Sartre, (en la música, la lista es muy extensa, de Louis Armstrong, Charlie Parker y Miles Davis, hasta… “n” ) … la insoslayable necesidad de comunicar con lo Absoluto llevó generaciones a buscar, a veces con desesperación, en cualquier sustancia que alterara la conciencia una ruta para volver al Paraíso ya perdido, según Milton, en el siglo XVII. 

Los enteógenos explican la fenomenología sensorial y cognitiva que acompaña a los estados unitivos, pero no descifran la naturaleza y contenidos del Samadhi de los Yoghis. Se necesita más que la “gracia” de la química. Por otro lado, los mismos fenómenos se encuentran a través del Fuego que genera Tapas, un conjunto de disciplinas físicas, emocionales y mentales, desde la respiración (Pranayamas) hasta las visualizaciones que, como en el Maha Mudra tibetano, no pasan por el contacto con los enteógenos y llevan a Moksha, la Liberación final. 

Pero, la verdad es que sólo quienes vivieron la Iniciación conocen el secreto escondido en el Soma védico, el Amrita indoeuropeo, el Bang, el Ganju y el Charas de algunos yoghis, que embriagaron a Padmasambhava, tanto como el jugo de las uvas que prensó Noé, o la Jora que mantiene la vitalidad del Sol. 

Flashback 5: El Espíritu soplando en el desierto. Ciudades que surgen de la arena. 

… Bismi Allah, er Rahmani er Rahim… En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso…" fue lo primero que escuchó, cuando llegó a la Madraza donde aprendió a leer El Libro. Salmodiando a lo largo de los años, una y otra vez, las 114 Surah, memorizó las 6.236 Aleyas (versículos) formadas por las 46.439 palabras que encerraban la gran declaración de la unidad dictada por El Profeta en Medina y en la Meca. Conociendo el Qorán, ahora podía profundizar su exégesis. Buscó entre los Sunníes, los Shiitas duodecimanos, los Sufíes… 

Cuando no podía estar ante el Mihrab de la Mezquita, valiéndose de las tablas que le enseñó a utilizar el Imam, determinaba la Qibla que orientaría su cuerpo hacia la Ka’ba, y cinco veces al día ponía su frente sobre el piso del lugar donde se encontrara para repetir “Allah es grande y Mohammed, su Profeta…”. La marca obscura en medio de su frente anunciaba que ni aun enfermo o en medio del trabajo duro, había dejado de dirigir sus oraciones a Dios. Daba limosna a los pobres y observaba rigurosamente el Ramadan. 

… Insha’Allah, -dijo para sí- cuando decidió llegar hasta a la Noble Meca, en el peregrinaje que lo convertiría en Hadj. Después de todo, siempre había actuado de acuerdo con la voluntad de Dios. 

Aunque le tomó un largo tiempo comprender que El Qorán, al igual que otros libros sagrados, debía ser investigado más allá de su literalidad, conocía varias operaciones de la hermenéutica simbólica que por medio de transposiciones lo conducían en su meditación, como en el Viaje Nocturno del Profeta (Isra), desde la Mezquita de la Meca, a la Más Remota, el Templo de Salomón, en Jerusalén. El aliento de los significados hacía de Al-Buraq en sus viajes místicos por los distintos mundos que desplegaba El Libro.

Comprendió el sentido de los siete cielos y la misión de todos sus profetas. Muy interesado en la compleja metafísica qoránica, también se dedicó un tiempo a la enseñanza. 

En un torrente de visitantes de múltiples naciones llegó a Taksim y subió al viejo tranvía que parando en cada esquina, recorría Istikal en dirección al Bósforo. Avanzaban lentamente, por el centro de la calle a cuyos lados cientos de personas bebían Chá dulce y aromático mientras las conversaciones se animaban a esta hora en la cual parecía que el mundo entero se tomara las calles. El ruido de fondo disminuyó cuando el vehículo giró hacia la derecha, al final del recorrido. La calle se estrechaba en una aglomeración de cafés, tiendas que venden de todo y librerías. A lo lejos distinguió la Torre Gálata. 

Dos cuadras más abajo, a su izquierda, el anuncio a la puerta de entrada del jardín que guardaba el pequeño edificio octogonal construido en madera, indicaba que la Danza se realizaría a las seis de la tarde. Tenía tiempo para mirar la vieja casa separada de la sala y del museo, cerca de la arboleda. Era un silencioso cementerio con unas doce tumbas. Sus catafalcos, inclinados y cubiertos con baldaquinos verde esmeralda tenían bordadas en dorado las Aleyas que cada maestro de esta Halqa había meditado y realizado. Sintetizaban El Nombre de Dios constituido en Rabb, Señor particular del servidor Marbub, cuyo cuerpo ahora descansaba junto al de sus compañeros. Pequeñas lápidas verticales escritas en árabe y transliteradas con alfabeto latino, hacían conocer los nombres de los miembros de la Orden y el año en que habían muerto. La más antigua correspondía a 1604. 

Allí escuchó por primera vez la voz que ahora, extrañamente, brotaba de la Piedra Negra. 

Esa tarde en el Cuerno de Oro, cruzó Santa Sofía y entró en el palacio de Topkapi, mirando al mar de Mármara, caminaba sin prisa hasta el pabellón que pocos visitaban, pues estaba marcado como “lugar religioso”. Al entrar, un muecín salmodiaba la Surah 42 en un recinto que guardaba entre cristales blindados, las reliquias del Profeta: Su manto, su arco y su espada. Una carta de su puño y letra, su sello personal y el vaciado de una huella de sus pies. Un círculo de fieles rodeaba las reliquias. Vio partes de las puertas de la Ka’ba, con sus llaves. Más allá, reposaban en sus vainas las espadas de los cuatro primeros Califas. 

Era extraño encontrar, tan lejos de la Meca, estos preciosos objetos… Pensó en ellos cuando el Servidor de Dios, en el silencioso cementerio y cerca del anochecer, le transmitió el método para penetrar en el mundo superior, abriéndole las puertas del Mira’j. 

Estos recuerdos volvían a su mente, cuando por breves instantes cientos de miles de peregrinos vestidos de blanco se detuvieron en la sexta circunvalación a la Ka’ba. Todo se volvió Luz y Silencio, cuando vio claramente al Adolescente, de pie, junto al aerolito negro que cayó del Cielo 26.000 años atrás, en tiempos de Jalil Allah, el Amigo de Dios (Abraham).  Por primera vez el Polo Místico (Qotb) era visible a sus ojos, como Espíritu Mohammadico (Rûh Mohammadhi) que  se convertía en el Intérprete y Hermeneuta del Templo. No parecía reparar ya en las innumerables manos que se extendían para tocar por única vez en sus vidas, el Bethilo engastado en una base octogonal de plata, situado en el ángulo suroriental de la Ka’ba. 

Sus oídos se aislaron del murmullo profundo de las oraciones, sellados por el rumor de las alas de Gabriel, cuya mirada encontró a la del peregrino mientras la voz del Servidor de Dios lo invitaba a describir su Busca. El Templo se volvió vivo y transparente, entregando el Secreto que guardaba: La forma única de Dios, visible para el peregrino místico. “Yo soy el Conocimiento, el que Conoce y el que es Conocido”… le escuchó decir. Entonces dejó de caminar en círculos y, junto al Ángel del Conocimiento, penetró en el recinto sagrado y luminoso, construido con todos los eventos de su propia vida. 

Flashback 6. 

Pasaron 13.000 años y de la mente de los hombres se había borrado ya el atávico recuerdo de las aguas cubriendo la civilización y el mundo conocidos hasta entonces en un evento que muchos pueblos recordaban en sus mitos confundiéndolo con otro, que hacía referencia a un hecho, sin duda mucho más antiguo, cuando en casi la totalidad del Gran Océano, las simas submarinas llenas de metano formadas a lo largo de millones de años, se habían fusionado. Cuando el Coronel Churchward llegó a los arrecifes no pudo dejar de pensar en la hecatombe que había llevado la Ciencia de los antiguos, la Mahikaligua, a las obscuras grutas de Ceylán y a los libros de los Rishis, con un sistema de correspondencias que unía la biología a las estrellas en una vida espiritual. Otros salvaron su conocimiento llevándolo hacia Oriente a lo largo del Paralelo O, hasta tocar la Tierra dando origen a una civilización de la que apenas quedaban relatos míticos que ante el embate del positivismo, pocos estaban dispuestos a considerar con seriedad. 

Sin embargo, nadie podía explicar por qué aparecían, de la nada, civilizaciones como la china o la egipcia, con un panteón perfectamente estructurado, con una ciencia matemática y astronómica superiores y con una persistencia de milenios. Tampoco había manera de explicar la precisión con la que orientaron construcciones que la Arqueoastronomía empezaba a distinguir en el Sudeste de Asia, en Medio Oriente, a lo largo del Nilo, en varios puntos de Europa o en América. 

Sólo el relato griego reconstruido a partir del significado de las sílabas que formaban el nombre de cada una de las 24 letras de su alfabeto: ALPHA (AL) pesado; (PAA) partir; (HA)agua…, hacía referencia a un hundimiento masivo (LAMBDA: LAM, sumergir; BE,ir = sumergido) de muchas tierras (MU: Mu, nombre del país) que deja en la superficie, en millones de años, sólo islas (OMEGA: O, ahí; MEC,tornar; KA,sedimento)… permitía suponer que ni las lenguas, ni los mitos llenos de obscuras profecías en tradiciones y en textos poco comprendidos, podían haber surgido de la nada o como mera evolución de creencias muy elementales. 

Quienes poblaron el mundo después de estas catástrofes, todavía recordaban una ciencia que fijaron en sus mitos, garantizando así su transmisión entre quienes pudieran percibir el sentido de todas las imágenes. Pero, sin los recursos de una técnica (no conocieron la rueda, la metalurgia o la escritura) aunque orientaron de manera muy precisa sus construcciones hacia puntos astronómicos, sólo usaron piedras para sus edificaciones. A veces, como entre los Dogon del África subsahariana, sus danzas dedicadas a Sirio demostraban un conocimiento astrofísico inalcanzable sin Relatividad y sin radiotelescopios. En la India y Asia Central, el manejo de la endocrinología y sus implicaciones en la vida síquica es asombroso, pero no existía entre ellos fisiología, bioquímica ni microscopios...


*** 

El Arqueologycal Institute of America, con oficinas en Boston y New York, cuenta con más de 200.000 miembros y unas 100 sociedades que se dedican desde 1879 a la difusión de investigaciones y preservación de sitios arqueológicos. En su revista Archaelogy de Noviembre de 2008, publicó una reseña de las excavaciones que desde hace algunos años realiza Klaus Schmidt del Instituto Alemán de Arqueología en Göbleki Tepe, al sudeste de Turquía, en la “Media Luna Fértil”, una región que durante un buen tiempo se consideró el sitio de donde emanó la “revolución del neolítico” que se extendió a Europa y Asia. Factores ambientales, como un aumento de la temperatura al salir de la Era de Hielo hace unos 10000 años, habrían permitido que los pueblos cazadores y recolectores descubrieran la agricultura y se volvieran sedentarios dando origen a la civilización de la cual formamos parte, organizándose socialmente y exhibiendo un sistema de creencias religiosas. Esta era, al menos hasta hace dos décadas, la teoría que explicaba los eventos del neolítico que terminarían en la aparición de la cultura Sumeria por ejemplo. 

Pero todo esto ha cambiado. Docenas de columnas de granito, de varias toneladas, entre 5 y 7 metros de altura, en forma de T, organizadas en círculos, talladas con precisión representando animales como buitres y escorpiones, serpientes o zorros, han obligado a reformular los conocimientos sobre el Neolítico y el origen de la civilización, pues fueron erigidas hace unos 13000 años, y con fines religiosos. 

Cazadores y recolectores sin recursos técnicos y sin que la historia oficial esté de acuerdo en considerarlos capaces de actividades rituales, casi 7000 años antes que Stonehenge, han dejado una huella inmortal de su vida espiritual, en construcciones realizadas con piedras de varias toneladas. Göbleki Tepi, cuyo significado se debate, representa un enigma que se opone a ver la civilización como un subproducto de las relaciones comerciales y de la simple necesidad de sobrevivir. Al parecer, fue la religión la causa de la “revolución neolítica” que se habría dado en varios lugares y a lo largo de miles de años, domesticando granos como el trigo, la cebada y el centeno, junto a ovejas y cabras, que se volvieron necesarios para nutrir pueblos dedicados a la vida que surgía del asombro y del deseo de mantenerse en contacto con lo divino, en suma, una vida que incluía religión organizada, en la cual no hay ninguna razón para desconocer el uso de plantas psicoactivas. 

El sitio, excavado apenas en un 10%, al parecer no estuvo habitado, es por ahora el primer centro de peregrinaje que se ha descubierto y no tiene equivalente en ninguna parte del mundo. Más antiguo que Catalhoyuk (6000 a 7000 años) o Jericó (7000 a 9000 años), es muy anterior a Stonehenge… cuyas piedras no muestran el trabajo estético de Göbleki Tepe. 

Por nuestra parte, vemos aquí un apoyo a teorías sustentadas en antiguas tradiciones, que durante décadas han afirmado la existencia de civilizaciones, antes de la aparición de la escritura como nosotros la conocemos, lo cual llevó a encontrar un lenguaje indeformable y algún sistema de transmisión que garantizara que la información que poseían, sobre sí mismos y sobre el mundo que habitaban, llegara lejos en el tiempo. 

Si en cualquier nacimiento están, implícitos, varios de los desarrollos y fines últimos de una producción, pasando por incesantes cambios de formas en la persistente búsqueda de nuestros orígenes, terminaremos distinguiendo un origen espiritual. Si la civilización proviene del espíritu, a él volvemos, completado nuestro ciclo. Un poco de ciencia nos alejó de esta verdad, un poco más…nos obliga a reconsiderar toda nuestra visión materialista del mundo, porque carece de sentido.

Fuyukama tenía razón, ha terminado la historia y asistimos al fin del último hombre, porque todos, en conjunto, haciendo al Hombre Universal que sigue, descubrimos ya la Transhistoria y estamos a punto de vencer al tiempo. Esta es otra forma de considerar el hecho de que vivimos días en que los calendarios se terminan.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La Academia contra el Conocimiento (No. 3)

“Siendo, se es…” escribió Parménides (Elea, 532 a.C.) en la segunda parte de su Poema, en una declaración final más allá de cuanto los filólogos puedan descubrir, que abre la Vía de investigación filosófica en Occidente dando nueva forma al pensamiento llegado desde Oriente por la Ruta de la Seda.

A medio camino entre el mito y el pensamiento racional, descubrió así el tema central de la Filosofía que interpretado cosmológicamente confirma la asimetría de la cual proviene el Multiverso e implica una decisión entre dos formas de conocimiento. Para recibir la revelación de la Diosa acerca de “la inconmovible entraña, de la Verdad, tan bellamente circular…” fue llevado por “el carro” a las “dos puertas”, como expresa el Proemio del Poema, situándonos en el mito de transmisión de una Tradición también conocida por Pitágoras. Allí vio, por un lado, lo que es, traducido por Juan David García Bacca (1941) como poema Ontológico, que afirma el ser y la “Vía de la Verdad” (Tà pròs alétheian); y por otro, lo que hace patente al ser, “Vía de la Opinión” (Tà pròs dóxan), traducido como poema Fenomenológico.

Platón consideraba patrikòs logos “palabras del padre” a la enseñanza de las tres partes de este Poema fundador del filosofar que, simultáneamente, velaba un arcaico saber de carácter astronómico, transmitido por indoeuropeos, caldeos y egipcios, a través de relatos de naturaleza mítica. Su esquema cosmológico situaba en la constelación de Capricornio a la “Puerta de la Noche”, de las Sombras y los Dioses del simbolismo védico: Devayana, (Sánscrito. Deva, dios; Yana, camino) por donde entran al cosmos los Avatares de Vishnú, “el Hijo”, “Descensos” (Sánscrito. Avatarati, desciende) o Forma de Brahma, “el Padre”, la Vida universal. A su vez, por allí salen las almas de nuestra “Cueva Cósmica” (Guenón) retirando “el cubo de la rueda” –siempre en Parménides-  que para el héroe que vence a la muerte (Corintios I, 15.55), es la piedra-sello a la entrada del sepulcro. Según los egipcios, el alma accede así al Amenthes, el cielo acuoso donde existe entre Principios.

Bajo Capricornio, cuyo signo es el Macho Cabrío, ocurren el Solisticio de invierno en el Norte con la Natividad de Jesús y de todos los héroes “crísticos” que, como él, "descendieron" al mundo entre 1700 a.C y 500 a.C, por la Puerta Obscura: Thulis en Egipto, Crito en Caldea, Krishna en la India, Attys en Frigia, Indra en Tíbet, Alcestes en Grecia, Mithra en Persia, Quetzalcoatl en México, Prometeo en el Cáucaso, Quirinus e Ixión en Roma. Todos estos avatares “nacen” en distintas regiones, cuando el Trópico de Capricornio, a 23º 27’ del Ecuador terrestre, recibe al Sol.

Día de la Magia en el hemisferio boreal, inicio del verano en el austral… 22 de Diciembre de cualquier año. Frío amanecer en San Francisco, Plaza del Centro del Mundo en el País del Sol Recto. Bajo la mirada de Cantuña y Lucifer, varias personas suben apresuradamente la escalera en doble semicírculo que lleva a uno de los templos cristianos más antiguos de América del Sur (1550). Cuando se eleva el sol, sus rayos pasan entre las torres que han perdido altura por los terremotos. Ingresan por la cúpula del ábside y mientras refulge el oro en todas partes, atraviesan el cielo interior de la gran nave iluminando directamente al Padre Eterno cuya talla coloreada preside el Altar Mayor. Debajo, Juan bautiza a Jesús en el Jordán. El milagro solisticial dura cerca de una hora y depende de una arquitectura en la que mucho tuvieron que ver reconstructores del templo, vinculados a los freemasons.

Y cada año los sacerdotes sorprendidos por la irrupción pagana en su ritual, dispersan a los espectadores que con sus cámaras captan el fenómeno. Es inútil, a la misma hora y en La Compañía, templo jesuita construido (1605) en diagonal a la Plaza, otro rayo solar cruzó la nave e ilumina ya la Línea Ecuatorial de la Esfera del Mundo que el Padre Eterno, presidiendo la Trinidad, sostiene con su brazo izquierdo, también en lo alto del Altar Mayor…

Detrás de los dos templos el volcán Pichincha señala desde el Centro al Polo. Concebido en la Era Secundaria, cuando Pangea creó a Gondwana, creció durante millones de años mientras se formaban Australia, Sudamérica y La India. Al final del Cretácico y después de la Gran Extinción, se elevó en el corazón del mundo.

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Contrapuesta en la Eclíptica (banda de 23º de ancho, por la cual transitan el sol, la luna y todos los planetas. Tiene como fondo las 13 constelaciones zodiacales y una inclinación de 23º27' con respecto al Ecuador Celeste) en el Eje cósmico que en Parménides está “entre las dos ruedas del carro”, la constelación de Cáncer abre la puerta del Día, de la Luz, de los Antepasados y los Hombres: Pitriyana (Sánscrito. Pitri, padre; yana, camino) de la India. Según los egipcios, por allí descienden las almas, desde el Amenthes, para animar un nuevo cuerpo en nuestro mundo.

Este conjunto de ideas se integraba orgánicamente en cuanto a su significado con aquellos de los sistemas míticos indoeuropeos y sumerios, dando cuenta del destino del Alma y de la regularidad de sus viajes por el Cosmos. Del Orfismo y de los Pitagóricos, lo recibieron Platón, Proclo y Porfirio. En Grecia, estas puertas señalaban dos vías para el pensamiento y expresaban un conocimiento doble: una Tesis formal convertida en Filosofía y una Antítesis de significados, confiada a la instrucción de los Misterios, cuyas escuelas cubrieron centros privilegiados como Delfos, "ombligo" (Onfalos) que señalaron al cruzarse las dos águilas soltadas por Zeus desde los extremos del mundo.

La constatación de que muchos mitos cifraban una instrucción astronómica llevó a decir al historiador W. Sullivan investigando El Secreto de los Incas, desde las hipótesis de Santillana y Von Dechend: “los dioses son planetas…” y esto, no sólo en Grecia. 

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Seis meses después, 22 de Junio, Invierno en el Hemisferio Sur y Solisticio de Verano al Norte. El Sol transita sobre el Trópico de Cáncer mientras en el Ecuador, entre dos y tres de la tarde, penetra el cristal de la ventana por la Cúpula sobre el Altar Mayor de la Catedral de Quito (1562), que golpeada por el terremoto de 1797 fue reconstruida (1803) por el Obispo Cuero y Caicedo, el Arquitecto Antonio García y el Barón de Carondelet, llegado de Nueva Orleans y Florida para presidir la Real Audiencia durante el reinado de Carlos IV y proteger la “Escuela de la Concordia” amenazada por la Inquisición de Lima que apresó a su secretario, Eugenio Espejo (Núñez,1999). Respondía al llamado de Melchor Gaspar de Jovellanos, influyente Maestro Masón cuyo retrato se encuentra en el Museo del Prado, pintado por Francisco de Goya –otro hijo de la Viuda- con el rostro reflexivo de la “melancolía inspirada”, frente al Nigredo del que surge Minerva armada, a quien se consagra el dragón.

Esta vez la luz toca el sepulcro de La asunción de la Virgen, pintado por Manuel de Samaniego posiblemente a inicios del siglo XIX. Mientras el sol desciende sobre la Montaña Santa al Occidente, el rayo solar proyectado sobre el lienzo asciende diagonalmente “elevando” a la Virgen que, levantada de la muerte por el Sol Invicto, alcanza las imágenes del Padre y del Cristo Glorioso, que coronan la pintura. Mientras esto ocurre en la Tierra, en el cielo al Oriente de Quito se levanta la Constelación de Virgo, invisible a esa hora del día. Simultáneamente, en la capilla de El Sagrario que forma parte del mismo complejo catedralicio, el Rayo Solar, cruzando las ventanas ilumina plenamente el Corazón que Cristo ofrece con sus manos, mientras un Cáliz de oro permanece todo el tiempo expuesto. 

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La Vía del Padre, cuya luz es “visible en Capricornio” está en San Francisco y La Compañía, iglesias con las puertas al Este y el Retablo Mayor en el Oeste. La Vía del Hijo y la Madre, “visible en Cáncer” se encuentra en la Catedral y El Sagrario, con sus puertas a Occidente y retablos hacia Oriente. Todo en correspondencia con dos fechas, dos solsticios, dos constelaciones, dos formas de conocimiento, dos hermenéuticas, dos Venus…

Como lo prueba la factura de las piedras que las sustentan, estas cuatro iglesias fueron construidas sobre lugares sagrados de los Incas, cumpliendo órdenes del III Concilio Provincial de Lima (1582) que imponía edificar templos cristianos, o al menos cruces, como las 7 de la “Calle Cuerda” (calle Benalcázar), sobre los sitios paganos del Incario… que construyó sus centros donde los Kitu tenían ya los suyos, en sucesivas ratificaciones de un solo poder. 

Por otra parte, la frase del Poema de Parménides fue pronunciada varios siglos antes, en el desierto donde se eleva el Sinaí, Montaña Santa en el cruce de África con Asia, del Mediterráneo y el Mar Rojo. Aún hoy es posible encontrar algún beduino al caminar por el lado derecho del pequeño valle que acogió, camino al cautiverio, a Ezequiel (quien como Parménides ocultó bajo la imagen de un “carro” –Ez. 1.15 a 19- los misterios de la Mercabah…) y después a los hesicastas cristianos. Allí, las murallas del Monasterio de la Transfiguración (Santa Catalina), construido entre 527 y 565, guardan junto a una pequeña capilla, descendientes de la Zarza Ardiente que hizo saber a Moisés que el lugar que pisaba era sagrado. Junto a una inmensa colección de manuscritos coptos, griegos, hebreos y árabes, una sinagoga y una mezquita dan fe de su sacralidad respetada por los tres monoteísmos. 

Cuando Moisés, “el hombre más grande que ha existido”, preguntó a Elohim –incorrectamente traducido como “Dios”- su nombre: “Soy El que Es” se escuchó en la Montaña. Ehieh asher ehieh, escribieron los colegios de Esdras, afirmando al Ser mucho antes que los griegos, en su Exodo, 3.14,  cuando en pleno cautiverio en Babilonia durante el siglo VI a.C. fijaron el texto mosaico, convirtiendo el Verbo en Palabra y Ley (Torah). Así dieron los hebreos significado específico al Pi Universal, que Juan llamó “el Amén, el Testigo fiel y verdadero, el principio –no el comienzo- de la Creación de Dios” en su Revelación, 3.14

Como Parménides más tarde, Israel transmitía una Tradición que venía desde muy atrás… Son siempre esas dos puertas, desde antes de los griegos y hasta mucho después de que no estemos: más que conceptos puntuales o dependientes de las culturas que les dieron forma, son sistemas de clasificación universales o cualidades que constituyen el mundo del sentido de las cosas.

Pitágoras, que junto a la sabiduría hindú, caldea y egipcia recibió las tradiciones del Divino Orfeo, como lo muestran las referencias de Jámblico o Empédocles (A. Bernabé,2004), afirmaba en su escuela establecida en Sicilia, como hacen matemáticos y cosmólogos ahora, que el Universo es Números…y éstos, no sólo cantidades sino entidades que expresan un significado. Hablaban no de tres, sino de trinidad.

La imagen del Número Triangular de la Tetraktys era la Deidad más alta, manifestada en cuaternario, en ella se suceden cuatro, tres, dos y un elementos. Según “la forma”, 4 es 10 y es triangular. Su sentido se descifra desde la hermenéutica del símbolo. ¿Habría sido posible elevar a Pitágoras casi a la condición divina y sostener la vigencia de su pensamiento por más de dos milenios con las ingenuas traducciones de sus Versos Áureos como “no comer habas”, “no recoger lo que cae al suelo”, “no dar las espaldas al sol”?  Tal vez es mejor contemplar sus “análisis” desde la perspectiva que Novalis adopta en Los Discípulos en Sais, cuando intuyendo el descenso espiritual del pensamiento al final del siglo XVIII, contempla la naturaleza como manifestación del Absoluto, más allá del conjunto de mecanismos racionalistas al que era reducida. También se puede estudiar la traducción de los Versos realizada por el humanista y políglota Fabre D’Olivet (1767-1825), autor de La Lengua Hebraica Restituida, donde el “marco teórico” desde el cual se leen las herméticas declaraciones pitagóricas, es una Tradición Espiritual.

La visión cualitativa de los números, en esencia, es la misma que preside la generación de la moderna teoría de Cantor cuyos conjuntos (1874), de naturaleza “intuitiva”, se integran con elementos definidos por “propiedades” y “cualidades”… Sus operaciones, formalizadas por letras y signos, más que a cantidades se refieren a procesos lógicos y matices del discurso. Son las generalizaciones más extensas y precisas que se han podido establecer en Occidente y aunque se presentan abstractas y vacías de sentido, se refieren a modos de operar del pensamiento, que, leídos desde otras hermenéuticas, hacen el mundo de las “presencias imaginales” de la mística musulmana; son la versión occidental de las Hadarat de los Espirituales del Islam, las Hejalot o “palacios celestiales" que recorren los visionarios, descritos en la Qabbalah de Israel, o las imágenes boddhisatvicas del Sambhogakaya del Budhismo Mahayana, cuando más allá de ser adoradas o contempladas, son concebidas como los “lugares” donde los cuerpos se espiritualizan y el espíritu se condensa en cualidades. A estos mundos se referían las entidades de Pitágoras. 

Con Platón no ocurre algo distinto y aunque expulsa a los poetas de su República ideal, recurre al mito, materia de los Kavis (poetas) hindúes: Er, la Caverna, el Carro Alado… para presentar aspectos esenciales de su filosofía accesibles al poder “persuasivo” del relato más que a las reglas formales del discurso que expresa un razonamiento lógico. Convierte en palabras lo inefable y nos entrega un personaje –Sócrates- que consagrado al diálogo, debía encarnar el paso “del mito al logos”. 

Se supone que Platón substituya así la oralidad por la escritura. Pero se olvida que el mismo Sócrates se abstraía noches enteras, abandonando el Ágape para escuchar a su Daimon; que su discurso tiene varios niveles de lectura y que la seguridad con la que tres días antes de su muerte rechaza la huida que proponen Critón y sus discípulos, proviene del sueño en el que ha visto a la “mujer bella y majestuosa, vestida de blanco” (Dumézil), que le anuncia su próximo arribo a la “fértil Ftia”, tierra de los inmortales. 

Algunos relatos de los Diálogos fueron tradición oral, tomada del mundo más arcaico al que hacían referencia Hesíodo u Homero, otros se remitieron a Egipto y a tradiciones ya sin tiempo.
“Escucha Sócrates, dice Critias, una historia admirable y muy verídica, que contó Solón, el primero entre los Siete Sabios. Él la había contado muchas veces a mi abuelo Critias, el que a su vez me la contó en la infancia, entre los acontecimientos sobrevenidos a nuestra patria. Acontecimientos notables, que los largos años transcurridos y las calamidades por las que ha pasado el género humano, los ha hecho casi olvidar…” así empieza a describir Critias a la Atlántida, como se la reveló su abuelo, quien escuchó al sabio legislador Solón lo que los sacerdotes egipcios le dijeron cuando visitó sus templos. También le recordaron que los griegos eran todos niños, pues apenas habían nacido cuando su sacerdocio milenario había visto salir al sol y ocultarse por cuatro sitios diferentes…

Ahora bien, la Atlántida, continente "tan grande como Libia y Asia juntas” no aparece únicamente más allá de las Columnas de Hércules o en los discursos de Platón, en realidad se encuentra en todas partes: en Tíbet como Shambala, en Asia Central y la India, como Agartha; ciudad ideal como la Jerusalem Celeste que el Vidente de Patmos describe en su Revelación. Es el Asgard escandinavo que guarda en su centro al Walhalla e Iggdrasil, o la Aztlan de los Nahuatl,  junto a las Thule europeas y americanas. Es la Civitate Dei agustiniana, La Nueva Atlántida de Bacon o la Ciudad del Sol de Campanella; Cristianópolis de J.V. Andreas, Cuzco “celeste” que el Decimotercer emperador Inca quiso hacer descender al Centro del Mundo. Paititi y Dorado sudamericanos. Todas, “fundaciones espirituales” y Moradas del Castillo Interior, como las habitadas por Teresa de Ávila, Santa del Siglo de Oro español. Siempre muestran un conjunto de correspondencias uniendo lo visible a lo invisible, llaves hermenéuticas, estados del Alma. Y es en nuestras propias vidas donde debe estudiarse el más importante de sus significados…

Platón transmitió “visiones” simbólicas, y esto en referencia no sólo a la Atlántida, dándoles forma, espacio y tiempo. Y explicó, gracias a las ideas, el paso de un mundo de “principios” al de los “hechos” de la experiencia empírica, visible incluso en civilizaciones y ciudades con existencia histórica, cuyos planos y detalles arquitectónicos re-velan principios filosóficos y ofrecen una descripción de la evolución del alma en un mundo intermedio. 

Es necesaria una transmisión iniciática que adapte los “datos” que ofrecen estas “descripciones” a la realidad histórica y geográfica en la que transcurren nuestras existencias concretas, para realizar su sentido. Sin acceso a estas claves hermenéuticas, se reducen a fábulas y alegorías, mientras que, por otro lado, varias ciudades desde la “Prohibida” china, a la Tenochtitlán azteca, pasando por la Menfis egipcia, pero también Londres, París o Washington, se construyeron siguiendo esos principios como vía para hacerlos “descender” y convertirlos en realidad social…

Así, Grecia ofreció el conocimiento por una vía doble. Se ha dicho que Aristóteles habría escrito unas doscientas obras, perdidas en su mayoría. Dividió sus escritos en externos, públicos o exotéricos e internos, acroamáticos o esotéricos, comentarios destinados exclusivamente a los peripatéticos que estudiaban en el Liceo fundado por él. 

Dado que los Diálogos de Platón eran documentos públicos de la Academia, Aristóteles los consideró exotéricos. No tenemos conocimiento de obras “internas” en Platón. En cambio, los 31 textos de Aristóteles que Andrónico de Rodas nos legó en el siglo I, eran obras internas del Liceo. Son pues, escritos esotéricos…. que tratan de física, meteorología, biología, zoología, botánica, geología, lógica… El diálogo aristotélico Sobre el Alma, obra de juventud, fue compuesto en la Academia bajo la influencia de Platón. Fue luego de hacer una crítica a las “ideas”, declarando que si Platón no ofrecía demostración de “otro mundo” más allá del físico y sólo usaba mitos para describir lo innombrable, tal mundo no existía. Con esta decisión Aristóteles marcó a la humanidad y determinó el desarrollo del pensamiento occidental, inclinándolo al uso de los sentidos y la razón, como instrumentos únicos para la realización de la Verdad. Con una lectura incompleta de estas propuestas, el hombre perdió  la “mitad más grande” del saber…

Siglos después, en las estancias vaticanas del Papa Julio II, Rafael pintará al fresco La Escuela de Atenas. La perspectiva nos conduce al centro de la construcción donde Aristóteles, a la izquierda de Platón, señala la Tierra mientras en su mano está la Ética. Platón señala al Cielo -con el rostro de Leonardo y el mismo mudra que muestra su San Juan cuando parece señalar la cruz- sosteniendo el Timeo, cuyos principios pitagóricos explicaban la aparición del Cosmos. Están rodeados por Sócrates, Epicuro, Diógenes, Heráclito, Tolomeo, Pitágoras, que caminan, enseñan o conversan entre contemporáneos florentinos, políticos, artistas y humanistas…

Con su referencia a la Atlántida que preside el Timeo, Diálogo donde se opone la materia a las ideas, Lo Otro a Lo Mismo, Platón nos hace saber que el pensamiento de Pitágoras –fundamento del Diálogo- proviene de Egipto, cuyos sacerdotes se referían a una tradición sin tiempo que recogía la noción de precesión equinoccial, visible en los distintos puntos por los que, a lo largo de milenios, habían visto sus ancestros levantarse al sol.

Las investigaciones de Alberto Bernabé (2004) han permitido revalorar la influencia de la Poesía Órfica en los filósofos presocráticos, en Parménides, Pitágoras y Platón.

Los estudios de Colli (La Sabiduría Griega, 1977) daban ya cuenta del papel de Dionisos, Apolo, Orfeo, así como el de las enseñanzas de Eleusis y los Hiperbóreos en la aparición del pensamiento filosófico, que confirmó con sus investigaciones sobre Tales, Anaximandro y Anaxímenes. 

El minucioso estudio de Roxana Martínez (La aurora del pensamiento griego, 2000) muestra los temas fundamentales de la filosofía, contenidos en el lenguaje mítico de la Teogonía Órfica Antigua, así como en las cosmogonías de Hesíodo, Alcmán, Ferécides, Epiménides y hasta Museo, cuya existencia histórica es más que discutida. Fueron estos “autores”, o colegios de pensadores, quienes se preguntaron por la naturaleza del Principio (Arxé) de todo cuanto existe, su respuesta fue un símbolo en discurso, un mito…que tenía como punto originario a la Noche o, como en los Andes, al Tiempo (Wiracocha). La misma pregunta, encarada desde el pensamiento racional, origina la Filosofía, que para “explicar” los temas esenciales no deja de recurrir al mito pues al “poner por escrito” una tradición oral, se convierte la multiplicidad semántica de las imágenes en un solo discurso… ¿Cómo recuperar lo que se pierde al escribir lo oral?... Allí empieza la necesidad de una hermenéutica basada en el lenguaje de los símbolos. 

Esta diferenciación entre conocimiento público e interno se observa también en el pensamiento chino, cuyo Budhismo Ch’an formuló el Koan, documento público que relata la experiencia de Iniciación entre un maestro y su discípulo. Existen unos 1700, sólo uno es necesario para conquistar la naturaleza búdica. Junto a éstos, está el Yugen o la divisa artística (Serge Raynaud de la Ferrièrre, 1956), la investigación de lo sutil para los privilegiados que siguen la ruta interior, inaccesible a muchos. 

El Koan, redactado de forma más o menos semejante tanto en los Ensayos sobre Budismo Zen de D.T. Suzuki, como en el Denkoroku japonés -Historias de la Transmisión de la Luz- describe el diálogo y la situación implicados en el mecanismo de Iniciación en linajes espirituales que no se han interrumpido desde que Bodhidharma, Vigesimoctavo Patriarca de la raza de los Budas, en el 527 arribó a China, con el Lankavatara Sutra, enseñado por  Siddhartha Gautama en Sri Lanka a seres "no humanos". Permaneció nueve años en Dhyana, concentración sin dualidad sujeto-objeto, vuelto contra la pared de su cueva, hoy dentro del Monasterio Shaolin. Luego de descubrir el “método de las dos puertas…”, que denominó “El ingreso por el Principio y el ingreso por la Práctica”, se convirtió en el Primer Patriarca del Buddhismo Ch’an. 

Son particularmente notables los relatos de iniciación entre los seis primeros patriarcas, de Boddhidharma a Hui Neng (638-713), autor del Sutra de la Plataforma que guarda el símbolo de un molino como forma de aludir a este saber astronómico omnipresente en toda Instrucción tradicional. Cuando el Quinto Patriarca Hung Ren (651) toca tres veces con su “vara” (Sushumna, Vía Central) la “mano” del molino (eje de la tierra) y la boca del cuenco (órbita, óvalo en los Andes), que formando el ángulo… sostiene Hui Neng entre sus manos, reconoce su estado espiritual y lo convierte en Sexto Patriarca, a la vez divide el linaje  entre los partidarios de lo literal y el sabio solitario, despierto desde que escuchó en su infancia el Sutra del Diamante y que lejos del Vihara (Ashram, convento) recibe así, en secreto, la confirmación de su saber, más allá de la instrucción religiosa y oficial. 

Estos no son adornos coreográficos; su presencia en la imagen del instante mismo de la Transmisión, alude a la sustancia de lo transmitido: el misterio del Tiempo (punto originario de las arcaicas cosmogonías griegas, o corona del sistema mítico andino, en la forma de Wiracocha, señor del tiempo presidiendo el diagrama cosmológico del Coricancha) que se revela en la mecánica celeste de la precesión equinoccial y lo que implica para los hombres. 

En cada Koan, junto a las palabras que son la fórmula o el mantram, vehículo sonoro de la Iniciación armado desde Buddha en cuatro frases -Cuatro Nobles Verdades-  está la imagen, vehículo visible de una situación cuyo simbolismo viviente, entregado al contemplador como verdadero Yentram, hace posible el Dhyana, estado con el cual el Yoghi “se hace Uno” por la Identificación (Yug) Samadhi, similar al Nirvana Budista, Satori del Zen, Asgard nórdico, Paradesha (Sánscrito. región, desha; más allá, para) de los arios mesopotámicos o el Cielo de los Cristianos. 

El Budhismo Ch’an dará origen al Zen en Japón y Corea, extendiendo su influencia a las artes marciales, el ikebana, la ceremonia del té, el arte Sumi-e, la caligrafía, y casi toda manifestación de la vida en Extremo Oriente, desde el arreglo de un jardín hasta el gobierno de un Estado.

En la China de los Tang (618-907), la doble instrucción se muestra continuamente en el Si Wu Chi o Peregrinaje a Occidente, novela-río que narra el viaje hacia la India hasta el Pico del Buitre, buscando las “verdaderas escrituras” de Buddha, realizado por el monje Tangseng (Tripitaka) con Chu Ba Chie, el monje Zha Wu Ching y el Mono Peregrino Sun Wu Kung, cuyo nombre significa “El Niño Despierto a la Nada” , nacido de la roca inmortal en la Cima de la Montaña de las Flores y las Frutas, quien habiendo dominado toda la sabiduría de la Tierra, instruyó a los monos en las artes marciales, antes de peregrinar en busca de la Iniciación con el Maestro Subodhi (Sánscrito. Su, bien;  Bodhi, despierto). 

Descifrando los complejos signos de la enseñanza pública recibida con los otros discípulos, y los de la conducta misma del Maestro, el Rey de los Monos descubrió la hora y el lugar donde alcanzaría, del mismo Gurú que enseñaba por igual a todos, la instrucción secreta de los predestinados: en la cueva mientras el Maestro instruye a todos, con su bastón golpea a Sun Wu Kung y luego abandona el recinto... “ al golpearle tres veces seguidas, el Maestro le había instado a estar preparado para la tercera vigilia; al mismo tiempo, al llevarse las manos a la espalda y retirarse a sus aposentos, cerrando tras sí las puertas, le había ordenado que hiciera uso de la puerta trasera, para recibir sus enseñanzas en secreto…” Nos cuenta el narrador anónimo del Viaje al Oeste, al inicio del Volumen I. 

Como el Sexto Patriarca, el Rey de los Monos tiene acceso en secreto y por una puerta oculta, a un conocimiento alejado de la misión pública. Por lo demás, esta novela construida a lo largo de varios siglos sobre los Principios del I-Ching, con las enseñanzas del Budismo, Taoísmo y Confucianismo, reúne instrucciones alquímicas, médicas, teorías cosmológicas, astronómicas, matemáticas, mágicas, además de datos geográficos e históricos, lingüísticos y desde luego míticos. Todos sus temas son expuestos en un lenguaje simbólico que requiere un conocimiento más allá de la composición de los caracteres chinos que nombran los objetos. 

En la India, los Upanishads consignaron la exégesis esotérica ofrecida por Gurúes al “círculo” de discípulos “sentados alrededor del árbol que ocupa el maestro”, si atendemos al significado literal bajo el cual aparece esta colección de textos. Pasan por comentarios orales a obras transmitidas por escrito: smriti, “recordados”, como los Vedas, los Puranas, Itihasas ( "lo que así fue dicho" , Leyendas del “epos” o cantos épicos) como el Mahabharata y el Ramayana, Dharma Shastras (Doctrinas acerca de la "Ley", que hace el ser de cada cosa), que conservan las palabras. Los sruti, o textos “escuchados”, velan instrucciones como aquellas acerca de las técnicas del manejo del aliento, (Pranayamas, de los Upanishads del Yoga) que no conviene entender literalmente.

Se trata, por ejemplo, de llevar el aire inhalado hasta el Chakra Muladhara (literalmente “Rueda” en la raíz –mula- de la columna vertebral) “situado” en el promontorio del hueso sacro. De hecho, no existe conexión anatómica entre los pulmones y este “centro”. La “operación” se da en “otro” mundo, o en este mismo, pero en un “cuerpo de significados” y lo que se lleva no es aire (Nitrógeno, oxígeno y gases raros) sino el prana, su “vitalidad” que, en definitiva es… su significado. La verdadera alquimia, es una operación mental simultánea a la acción física, porque para un Yoghi, la vida humana transcurre no sólo entre reacciones químicas o biofísicas, sino en cuerpos de significación -¿no es incluso matemática la realidad del Multiverso?- sin solución de continuidad con la “realidad material” y los Chakras son “estados de conciencia” en correspondencia con el sistema nervioso y glandular endocrino de nuestra anatomía. Son los sistemas médicos de otras civilizaciones, como el Ayur Veda en la India o la Acupunctura en China, los que han considerado estos aspectos. 

Los textos cuya interpretación es más compleja provienen del Tantrismo hindú o tibetano, en los cuales un estado espiritual o místico es designado bajo el simbolismo de imágenes sexuales. Los Dhyani Buddhas, “Despiertos” –Boddhi- que existen, en cuerpos trascendentes, en mundos de principios y por lo mismo en todo sitio y todo tiempo, en estado de concentración… son representados en posición de Padmasana (flor de loto), en perfecto abrazo sexual con su Shakti (energía). 

Queremos insistir en el hecho de que ninguna de estas imágenes deben leerse en los textos, literalmente. Como tampoco se pueden interpretar literalmente los seis días de los primeros versículos de la Torah hebrea que abren lo que conocemos como Antiguo Testamento, atribuido a Moisés, de cuya existencia histórica no existe prueba alguna, aunque se lo asimila incluso a Akhenatón, el misterioso faraón de la dinastía XVIII que representa en Egipto y en el mundo antiguo, el único momento de monoteísmo, alrededor del 1534 a.C. Sus efigies abren el culto a la Luz que genera lo viviente, expresado por el Disco Solar victorioso en el cenit del mundo, y en el viejo Museo Egipcio del Cairo inauguran una estética que nos sorprende por su abandono del hieratismo ante la belleza pura. Las dinastías que le sucedieron no podían comprender el intento de convertir la Iniciación en religión de estado, y el secreto en doctrina accesible a todos: destruyeron sus ciudades, sus estatuas y casi todo rastro de su existencia.

En el Islam, cuyo sagrado Qoran se construyó con textos mirados como apócrifos entre los hebreos y se fijó por escrito a lo largo de los siglos, se encuentran exégesis literales entre los Suníes y ocultas, internas o esotéricas entre los Teósofos de la Luz: el Ishraq persa (Sohrawardi, Rumi) y los místicos Sufíes del Norte de África y Medio Oriente. Las dos lecturas son ya claras y generan dos clases distintas de ethos espiritual… con consecuencias psicológicas diversas y mecanismos de trasmisión distintos. 

Desde su origen el Islam contó también con una instrucción directa de Mohammed, en la forma de “relatos”, o afirmaciones que hacía (A hâdîth) exponiendo directamente algunas de sus revelaciones que pasaban a formar parte de la normativa de vida musulmana.

Finalmente, las tradiciones americanas describen un mundo de doble sentido, como podemos ver en los mitos de Huarochiri.

Frente a esto, ¿En qué consiste el lenguaje cifrado usado en todas estas Obras, de tantas partes del mundo?

Es necesario estudiar un aspecto fundamental del lenguaje simbólico que, inadvertido por hermenéuticas reduccionistas (psicoanálisis, lingüística) es, sin embargo, entendido a través de hermenéuticas instaurativas (que instauran precisamente sentido, según Durand), que buscan el significado de las instrucciones orales y obras que proviniendo de distintas épocas y culturas comparten, sin embargo, la cualidad de estar escritas  en una lengua que para los investigadores del siglo XIX y XX se presentaba como “enigmática” (Burnouf), “misteriosa” (Kern), “escondida” (Max Müller), “crepuscular” o de “luz y oscuridad” (Haraprasad Shastri).
En Sánscrito, esta “lengua” se denomina sandhya-bhasa, de bhasa = lengua, y sandhaya = intención, proponiéndose con referencia a… Es, pues, una “lengua intencional”, en la que los autores escriben “a propósito de…” algo que siempre queda oculto y que sólo puede ser descifrado a partir de una rigurosa hermenéutica de lo sagrado. Es, por lo tanto, una lengua de doble sentido, cifrada. 

Esta característica esencial de textos hindúes como los Vedas, los Agamas, los Puranas o los Tantras, es la misma en los textos budistas que vienen del Hinayana y del Mahayana hindúes o del Vajrayana tibetano. Está presente también en forma de “lenguaje metafórico” y velado muchas veces por el lenguaje poético o las imágenes, en el pensamiento chino: el "sentido" de cada uno de los 64 Hexagramas es ofrecido en una imagen, en la traducción de Wilhelm o en la versión más antigua de Wang Bi.

La encontramos en los textos bíblicos, del Génesis al Apocalipsis, en los cuales el proceso de cifrado es permanente,  matemático y geométrico, accesible solamente a las técnicas de análisis hermenéutico provenientes de la Gnosis secreta de Israel: la Santa Qabbalah, “recibida” de modo “oculto”, como en los otros casos que hemos presentado, por Moisés en las alturas del Sinaí, junto a la Ley , y especialmente desarrollada en el sur de España a lo largo de los siglos XI, XII y XIII, al producir libros como el Zohar, el Sepher Yetzirah, el Siphra di Zeniutha o el Aesh Metzareph, algunas de cuyas cualidades podemos estudiar en las obras de Gershom Scholem, otras requieren la iniciación a la Qabbalah Mercabah y a la Qabbalah Baereschit. 

El rigor en el ocultamiento del verdadero sentido del texto está presente por igual entre los musulmanes, algunos de cuyos investigadores, los que buscan “el sentido”, acuden a la “Ciencia de las Letras” o al “Lenguaje de los Pájaros” del místico Farid ud-Din Attar (1145-1221), de Nishapur, en el actual Irán, para descifrar tanto su texto canónico (el Qorán) como las obras de los exégetas místicos como el andaluz Ibn Arabi, (Siglo XII) o los iranios Sejestani (Siglo X), Mollâ Sadra de Shiraz (Siglo XVII). Entre los investigadores que se han inclinado sobre estos temas en el Islam espiritual están especialmente Henry Corbin y el arabista español Miguel Asín Palacios. 

En un texto más cercano a nuestra cultura, encontramos la alusión a este lenguaje en las epístolas de Pablo, cuando se refiere a la “sabiduría de Dios”… 

Este encriptamiento implica que sólo los advertidos por la clave, podrán encontrar el sentido del escrito y pasar a sus aplicaciones en distintos aspectos de la existencia: físicos, psicológicos, intelectuales, terapéuticos o espirituales, tanto individuales como colectivos. Tales claves son recibidas en un acto de Iniciación, directamente de maestro a discípulo, a través de linajes espirituales. El desconocimiento de esta circunstancia fundamental llevó a los occidentales a tomar estos libros y sus instrucciones al pie de la letra y además fuera de contexto.

El estudio filológico o la comprensión filosófica no garantizan, en absoluto, la penetración en las múltiples capas de significación de los textos, que en la Qabbalah fueron denominadas lebousha,  "vestiduras" sucesivas de la verdad, que deben descifrarse, pero en todos los libros, no sólo en los hebreos.

El lenguaje en que se expresan incluye sistemas hermenéuticos implícitos, impidiendo su lectura “desde fuera”: originalmente pasaron de Gurú a Gurú, por largas cadenas de Iniciados, como señala S. Raynaud de la Ferrière, citando al Lama Kazi Dawa Samdup, que enseñó en el sudeste asiático a inicios del siglo XX, en sus consideraciones sobre el misterioso sistema del Trikaya (los tres cuerpos o vehículos) en el Budismo Mahayana.

“Estas claves las podemos encontrar como esquemas mnemotécnicos –a recordar, el Arte de la Memoria mencionado antes- dibujos y diseños cuyo estudio completa los textos básicos y condensa largas explicaciones, sellos que revelan datos, leyes de correspondencias, analogías y equivalencias entre varios planos de manifestación o de funcionamiento del ser, cuadros y diversos alfabetos construidos para cifrar textos, específicos de cada cultura. 

El número desempeña también un gran papel en el encriptado de los escritos por la división de las obras en capítulos, párrafos, llamadas, etc.”

Con todos estos datos podemos penetrar, por ejemplo en las obras hindúes,  en el sentido que es dado al cuerpo, a sus estructuras y a una cierta fisiología mística, especialmente del sistema glandular endocrino y del sistema nervioso, en sus dos partes fundamentales: el sistema nervioso central y el sistema nervioso vegetativo simpático y parasimpático, presentes en las técnicas que provienen del Tantrismo hindú y tibetano que han aparecido a lo largo de los dos últimos milenios aunque sus fundamentos se encuentran ya en las tradiciones de pueblos pre-arios de la India o en rastros del Chamanismo mongol, desde mucho tiempo atrás. 

Desde esta comprensión, es obvio que el conocimiento oficial, académico, actualmente es insuficiente para la realización de la Verdad, y no nos referimos simplemente al estudio de los griegos, sino al conjunto del conocimiento humano, en todas sus manifestaciones. 

Es necesaria entonces una hermenéutica del lenguaje simbólico, única vía para acceder al tesoro guardado desde siempre en estas obras que habiéndose producido en distintas épocas y regiones del mundo, nos pertenecen a todos. Investigarlas de esta manera, es ejercer nuestro derecho a conocer la Verdad.