viernes, 15 de marzo de 2013

2012 - Parte VI - El Año del Graal

Un libro, el Propósito Psicológico XXXII de S. Raynaud de la Ferriére, con el título de “El Santo Graal”, fue lo que el peregrino depositó, en Agosto de 2010, entre unas flores secas y un poema que algún visitante “del antiguo reino de Aragón” había dejado sobre el pequeño monumento de piedra, erigido en Camp dels Cremats donde fueron inmolados 248 Perfectos, el 16 de Marzo de 1244, al pie de la escarpada montaña coronada por los muros del castillo de Montsegur.  Allí los Cátaros (Gr. Katharós, puros), herederos de la Gnosis y de la sabiduría de Maní, bajo la regencia de los Condes de Tolosa y Foix,  vivieron el largo sitio anterior a su martirio en la hoguera de la intolerante Cruzada Albigense (1209-1244) lanzada contra ellos por Inocencio III y los reyes Capetos. 

Asediados durante diez meses por un enorme ejército que finalmente destruyó una de las más puras manifestaciones espirituales de la civilización occidental que florecía en Occitania desde el Siglo XI, más allá del supuesto dualismo maniqueo que amenazaba a la iglesia, destacado por los Concilios de Tours (1163) y Letrán (1179), el dominio económico sobre los independientes y brillantes señores de Languedoc era suficiente motivo para unificar al papado y el ejército francés en contra de los Perfectos.

Aquella  lluviosa mañana el viaje en taxi desde Carcasona, la hermosa ciudad amurallada de los Trencavel, bordeando el Aude por los países del Languedoc permitía ver desde una gran distancia el valle que se abre al oriente, con la montaña y la silueta del último bastión de resistencia de los Puros que eligieron la muerte a manos de Simón de Montefort y los cruzados antes que abjurar de la Iniciación Crística en la que fundamentaban su ética.

Para él, se trataba del mismo “objeto” entrevisto 23 años atrás en la pared del antiguo templo inca, en las alturas del Pueblo del Arco Iris, en los Andes peruanos, donde a las seis de la tarde,  la triple llamada de la concha sagrada convocó  a los obreros del señor,  subrayando las preguntas que Casiano, tirando de su camisa y mirándolos con la cabeza inclinada contra el papagayo verde y curioso posado sobre su hombro, les dirigió en voz alta:

–¿Señor,  señor, quieres ver una flor?....¿Quieres ver un puma?..Señor , ¿quieres ver una copa?

En silencio, los peregrinos contemplaron el Cáliz que los hombres habían buscado en tantas partes.  La andesita azul, con  la forma  de la imagen santa, llenó el corazón y la mirada de los dos amigos que al preguntar  -¿Por qué está aquí?,  escucharon de los niños sonrientes: 

-Así resultó del trabajo…
***
PEREGRINAJE EN LA LUZ
¡Por el astro cuando desaparece!
Que vuestro compañero no está extraviado ni en un error.
                                                                    Ni habla movido por el deseo.
No es sino revelación inspirada.
Le enseña alguien de gran poder y fortaleza.
Que tomó su verdadera forma en lo más alto del horizonte…
(Corán 53, 1-7)

-7 de Noviembre de 2012,  sol en el signo de Escorpión, viajan cuatro peregrinos hasta el paralelo 30° Sur , al encuentro del Sexto Eclipse Sárico sobre el Ascendente del Sabio, que marca el fin del  décimo-tercer Baktún y último de la Quinta Cuenta Larga, cerrando el Gran Ciclo maya de casi 26.000 años, cuya instrucción, como muchas otras que desde hace milenios ha conocido el mundo, proviene de un ciclo humano anterior, a juzgar por ejemplo por la presencia del número  26  en el Tetragrama Hebreo, I.E.V.E. (Iod 10, He 5, Vau 6, He 5), Nombre Sagrado o “seno en silencio del Padre”, de donde proviene el Hijo sonriente que en el Evangelio según Judas, vuelto a la luz en 2.006 entre numerosos documentales para televisión y docenas de publicaciones en varios idiomas, conmovió hasta sus cimientos el conocimiento sobre las Cristiandades olvidadas en el Mediterráneo Oriental de hace dos mil años.
Traducido por el Profesor R. Kasser, el escrito del año 150 -contemporáneo de los gnósticos Evangelio de la Verdad y el Libro Secreto de Juan-  responde a la pregunta “¿Cómo me conocéis?” que Jesús formula a los Doce en el documento copto cuyo tema rechazó Ireneo (180 d.C.), obispo de Lyon, calificándolo de herejía gnóstica, el mismo anatema que utilizará casi doscientos años después (c.367) Atanasio, obispo de Alejandría, para excluirlo definitivamente de la lista de los 27 libros del Nuevo Testamento.
Oculto por 17 siglos, como los 700 textos de Qoumrâm descubiertos en 1948 en una gruta del Mar Muerto, y los 13 tomos que agrupan 52 textos de Nag Hammadi localizados en el Alto Egipto hacia 1945, cerca de la aldea de Kenoboskión, el manuscrito viajó de Egipto a Europa.  Adquirido por Frieda Tchacos, comerciante de antigüedades en Zurich, permaneció durante veinte años en una bóveda bancaria neoyorquina, esperando un comprador.  A punto de destruirse, fue cedido a la Maecenas Foundation for Ancient Art, que restauró y tradujo las 26 páginas del precioso papiro, al final del siglo XX  (N.Geographic, May. 2006, p.17).

En la Universidad de Arizona el radiocarbono estimó que el códice fue escrito entre 220 y 340 d.C. con tintas ferrogálicas  –metaloácidas- utilizadas para escritura caligráfica manual, compuestas por  sulfato ferroso y hollín.  En el año 50 d.C. Plinio había descrito ya su color negro atramento, logrado al mezclar taninos y vitriolo (el chacantum griego, sangre de cobre o sulfato de cobre)  disueltos en agua, con agallas de roble y semillas de uva, que producen una tinta homogénea por la acción mordiente del ácido. Se conocía la versión obscurecida por la oxidación del aire.  Cuando se aglutina con goma arábiga, su calidad mejora. 
***
Conozco quién eres y de qué lugar procedes.
Provienes del Eón inmortal de Barbeló
(Evangelio según Judas 35,15)

Respondió, erguido y solo ante el Rostro, el Discípulo Judas -reemplazado después de su “traición” por Matías según los Hechos (1, 21-26) de Lucas-  cuando Jesús interrogó sobre su origen a los Doce, de quienes Él lo separó,  para instruirlo en los misterios del Reino  (Jud 35, 23-25)

¿Qué bien es este que he recibido?
Porqué me has apartado de esta generación?
Respondió Jesús y dijo: Tú serás el “Trece”
y serás maldito para las otras generaciones y gobernarás sobre ellos.
En el último día, maldecirán tu ascenso
hacia la santa generación”
(Jud 46, 15-25)

El Profesor García Bazán, editor de El Evangelio según Judas (Trotta, 2006), comenta las últimas tres líneas: “En doble sentido, por haber sido calumniado y por mostrar con su identidad pneumática, una naturaleza superior” (p. 53).

-Barbeló, es decir, el copto “Be- arba- elohá” -señalaba el Profesor en el curso de la Universidad J.F.K. de Buenos Aires, entre el 17 y 19 de Abril de 2006-  debe leerse “en cuatro (letras) Dios”, el Tetragrámaton  de donde viene el Hijo, como lo expresa el arcaico himno-prólogo del Evangelio de Juan, presente tanto en el Pensamiento Trimorfo como en el Apócrifo de Juan.  

Se trata del cuaternario I.E.V.E, Nombre de Dios en el pensamiento hebreo, con valor guamétrico (tomando cada letra como número) de 26, de donde procede 13, “Su Íntimo”  (S.Y.D’Alveydre), el “Espíritu de Verdad”, el Hijo que proclama al Padre en Juan 16,14: “El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber”, pues “no hablará de él”, o por su propia cuenta, sino que  “hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir”.

El texto copto, que según el Profesor García Bazán, proviene del judaísmo esotérico y descifra temas de los gnósticos ofitas y cainitas, por el tratamiento que dan al símbolo de la Serpiente y a la naturaleza de Caín, presenta un Judas liberador de Cristo, y Verdadero Siervo Sufriente, portador del “misterio de la traición”, opuesto a los “Doce” encabezados por Simón Pedro.


Pero tú los superarás a todos ellos,
Porque sacrificarás al cuerpo que me reviste (Jud 56, 15-20)
…permitiendo resplandecer al Eón-modelo, donde reina el Autoengendrado (Autogenés), creador de Adán,  “que ni ojo de ángel jamás ha visto, ni pensamiento de corazón jamás ha captado” (Jud 47,10), anterior al cielo, a la tierra, y origen de la “generación futura”, que, como la de Set que para la Gnosis transmite el esoterismo crístico, es siempre existente. 

La idea central de este Eón se anuncia en la raíz del pensamiento hebreo, por la presencia de Melquisedec, Rey de Salem y Sacerdote eterno del Dios  (El)  Altísimo (AElión); origen común del Hebraísmo, el Cristianismo y el Islam, al inicio mismo  del Sepher mosaico.

Su sacerdocio -que sólo el gnóstico Apóstol Pablo reivindica en Epístola a los Hebreos 7, 16-   es “no constituido conforme a la ley meramente humana, sino según el poder de una vida indestructible”.

Distinto del sacerdocio levítico o del orden de Aarón, detenta la Instrucción eterna y primordial del Rey de Paz (Melek Tzadeq) que instaura a Abraham en la Tierra que habría habitado hace 24.177 años, según SRF (Propósito Psicológico  XX), al inicio del ciclo que ahora concluye.   

Guardada por un tiempo inconcebible, esta Tradición se encuentra bajo el nombre de “El Aelion” en el Sepher Baereschit de Moisés (Gen 14,18) “Entonces Melquisedec, Rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino…”.

Es la misma Tradición que se  actualiza en “el Hijo” del capítulo 7, versículo 14 de Isaías: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: La doncella concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel”, pues el análisis guamétrico de El Aelion desde la gnosis hebrea (Aleph 1 + Lameth 30 +  Ayin 70 + Lameth 30 + Iod 10 + Vau 6 + Nun 50) lleva a 197, la misma cifra de  Emanuel (Ayin 70 + Mem 40 + Nun 50 + Vau 6 + Aleph 1 + Lameth 30), como lo recuerda R. Guenón en El Rey del Mundo (Bs. Aires,1985).

Por otra parte, las menciones al Pan (Lehem hebreo: Lameth 24 + Heth  12  + Mem 40) y al Vino (Yain: Iod 18 + Iod 18 + Nun 36), que Mequisedec  ofrece en la ceremonia de reconocimiento de Abram se repiten cuando Cristo Jesús  instituye la Eucaristía (Mateo 26,26 , es decir en 52 “el pan”, final del Ciclo, y “el vino” del “nuevo pacto” en el Versículo 27, inverso de “72”), designando al Vino, Yain hebreo, con la cifra 72, como emblema de Su sangre…(que, sobre la montaña,  recogerá José de Arimatea en una Copa, para llevarla hasta Asia Central)  remitiéndose a la Tradición que Él mismo encarnaba, al convertir el Agua de las seis tinajas (Enseñanza literal) en el “buen Vino reservado” (Sabiduría, conocimiento de esa Tradición), al inicio de su misión pública en Caná (Juan 2, 1-13). 

La cifra  72 y los conjuntos que hacen 144, toman los valores esotéricos de las letras, que se obtienen al considerar cada glifo, en el orden del Alefato (Aleph, Beth, Gimel…hasta Taw), como uno de los 22 polígonos regulares cuyo número de lados ( 3, 4, 5…360) divide exactamente los 360 grados del círculo, la totalidad de Dios.

De este Conocimiento nace el Islam (Ismael), por la unión de Abraham (El Tiempo, Kronos Griego y Saturno latino,  la Deidad-Sin-Límites de los Antiguos y la Esfera ptolemaica más alta, con su Guadaña- Espada- Eje y su Reloj-Doble ampolla-Eclíptica,  imagen del Gran Arcano en la Teoría de la Vida Eterna de Collins y en el Propósito Psicológico XII de SRF, recuperada por E. Levi) con la egipcia Agar, mientras que de su unión con Sara nacen el pueblo Hebreo (Isaac) y luego el Cristianismo.

Ahora bien, considerando los valores guamétricos de los términos en el alfabeto Griego, los nombres de  Abram (Padre de la Tradición Semita, Sa de los Atlantes):   A 1  + B 2 + R 100 + A 1 + M 40,  Brama (El “Dios Padre” que inicia la Tradición de los Arios, As atlante) y Theos (Dios, en la tradición Griega)  Th 9 + E 5 + O 70  +  S 60,  hacen 144.  Cifra que nos lleva a los valores de la Tradición Primordial, cuando se cumple el ciclo, al final del Tiempo, con 144.000 “salvados” en el Apocalipsis 7,4  (cifra que recuerda al Rey Instaurador de los orígenes, por  Mem 30 + Lamed 24 + Kaph 20, y se asocia a “un día”, un ciclo) que son El Tiempo Recobrado (M. Proust), el Eón, el Ser que, entre los Zoroastrianos, fue desplegado en Oriente y Occidente al inicio del último Ciclo Humano, como la realidad toda que, consciente de sí misma, vuelve al Absoluto, al “final de los tiempos…”.


***


Atiende, te lo he dicho todo, levanta los ojos y mira la nube
Y la luz en su interior y los astros que la rodean, y el astro que guía el camino,
Es tu astro.
(Jud, 57)

La referencia a una generación futura que proviene del mismo Eón eterno “anterior a Adán” es la que, en sentido negativo,  aplica Cristo-Jesús a la generación de fariseos cuando piden  “una señal del cielo” (Mateo 16, 1-4): “Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos no podéis distinguir” …y no sólo alude a un estado en el cual Jesús (o más exactamente Su enseñanza) se encontrará después de la Crucifixión, es decir, más allá del Cuaternario (a la vez Nombre Sagrado de los Hebreos, cuatro elementos de la física clásica, o cuatro primeros Chakras), sino también al  Aether (Eón Eterno): Quintaesencia, Quinto Elemento o Chakra Vichuddha, que evoca una instrucción posterior a la misión pública, reservada y transmitida a través de un sistema tradicional, de lo cual da cuenta el Evangelio de Juan XVI, 4  “Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros.  Pero ahora voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?”

De ahí la advertencia del Cristo Jesús: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos”, del versículo que sigue en Mateo XVI, tardíamente comprendida por los Doce como la doctrina literal, legalista y política de fariseos y saduceos que viviendo en un defecto de hermenéutica ignoran la cardiognosia  que lleva a la comprensión del “espíritu” de la Enseñanza.

En el capítulo XVI del Evangelio de Juan, luego de su Pasión el Cristo se dirige a un mundo intermedio y esto además de marcar la escatología cristiana, es una “referencia temporal” que trasciende todo simbolismo alusivo a algún estado de perfeccionamiento psicológico personal.

***

Tres días después de la Crucifixión y removida la piedra del sepulcro, Magdalena -que no forma parte del grupo de los Doce-  encuentra a los dos Ángeles que le advierten de la partida del Señor, poco antes de que ella le interrogue, confundiéndolo con el Verdeante: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré” (Jn 20,15).

Es en Juan 20 y 16 donde Jehsú, Él mismo, la llama:  -“¡María!”  Y ella, volviéndose,  reconoce a su Maestro: -“¡Raboni!”, en ese estado intangible, a la vez “seno oculto” del Padre y Reserva de donde nacerá la generación futura, posterior a los Doce  “experimentos iniciáticos que vosotros conocéis” –como fue dicho casi dos mil años después-  resolviendo la imagen de una “primera” y “segunda” venida presentes en el  mito de los héroes solares.

Tal vez sea necesario recordar que si no es de un Jesús histórico de quien habla el Nuevo Testamento, tampoco se puede atribuir la autoría del Evangelio de Judas a un personaje.  Fueron, según A. Piñero,  probablemente los gnósticos cainitas quienes lo compusieron. 

Esto implica la existencia de materiales tradicionales como los citados por Pablo en sus cartas que relatan las “visiones y revelaciones del Señor” en 2 Corintios 12, 2-4 “Conozco a un hombre en Cristo que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.  Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé ) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”, confirmando lo que, con respecto al origen de su instrucción, expresa en 1 Corintios 15, 44-47 o en 2,7: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria”.

***

La existencia de esta Tradición, cuyas huellas pueden verse en los mitos y  las instrucciones religiosas,  permitió a inicios del siglo XX a Saint Yves d’ Alveydre en su libro El Arqueómetro (1910) -concluido póstumamente por sus amigos- “reconstituir” el Vatan como lengua originaria de un conocimiento que provendría de algún ciclo anterior situado hace 52 o 78.000 años, como punto de partida en las correspondencias de significado entre constelaciones, estrellas, planetas, mitos, letras, alfabetos, números, formas geométricas, ritos e instituciones sociales, que encontró al comparar la enseñanza legada por las religiones en sus libros. 

Su conocimiento del Sánscrito, el Hebreo, el Árabe, el Chino, unido al respeto con el que consideró la huella de antiguas expresiones, como las referencias a las Pléyades u Orión en el Libro de Job  9,9:  “Él hizo la Osa y Orión, las Pléyades y  la constelación del Sur…” – esta última, según Dante, en el Purgatorio, “las cuatro estrellas vistas sólo por la primera gente”, como la Cruz del Sur, invisibles desde Florencia- en las obras de Juan o en la amplitud del saber de San Agustín, le permitió situar el origen de la cuenta semita del tiempo, en años cercanos a las cifras que mencionan los calendarios mayas y otros.

Un trabajo similar fue realizado entre los siglos XIX y XX por el casi desconocido autor francés,  P.T. Ananké (Hel, Visiones prehistóricas, El origen de las Lenguas…) y más tarde  por Serge Raynaud de la Ferriére (1916-1962), que con estas y otras fuentes, logró el renacimiento del sistema de Iniciación Tradicional, en sus escritos entre 1947 y 1962.

Finalmente, la existencia de esta tradición es confirmada por la investigación efectuada por Giorgio di Santillana y Hertha von Dechend en The Hamlet’s Mill (Boston,1969), estableciendo con claridad que las transmisiones del sermo mythico de al menos 30 pueblos que con facilidad atraviesan los 5 milenios de antigüedad, se remiten, por las cifras mencionadas en más de 200 relatos analizados, al mecanismo de la Precesión Equinoccial que desplaza 1° el Punto Vernal en la Eclíptica cada 72 años, a través de las constelaciones zodiacales, tiempo idéntico al del recorrido del puntero del Eje de Rotación de la Tierra, inclinado alrededor de los Polos de la Esfera Celeste en 23° 27’, el mismo ángulo del plano del Ecuador Celeste sobre la Eclíptica.

Estos movimientos son la causa de las Eras precesionales de más o menos 2.000  años de duración cada una, marcadas por la posición del Punto Vernal en las Trece Constelaciones de la Eclíptica que determina la forma, los contenidos y el simbolismo de los mitos, la composición de los libros sagrados o de las construcciones y monumentos que en todo el mundo fueron “orientados” a estos fenómenos celestes, e incluso de los relatos “históricos”, como en los 142 libros de la  Historia de Roma de Tito Livio que iniciándose con la fundación de la ciudad en el -753  y bajo la imagen de sucesiones de gobernantes, describe las tres categorías míticas encontradas por Georges Dumézil cuando investigó la estructura de las sociedades indoeuropeas arcaicas, representadas entre hindúes y persas, pasando por Grecia, el Latium y los celtas, hasta germanos, sajones, francos, britanos y pueblos bálticos, por las funciones de Soberanía (Reyes y Sacerdotes), Fuerza (guerreros) y Fecundidad-Belleza (creadores de riqueza, comerciantes, agricultores, artistas, productores de todo tipo, etc.) claramente definidas en los  Varnas (colores) : Brahmanes (sacerdotes), Kshatriyas (gobernantes y guerreros)  y Vaisyas (productores y comerciantes).

Así cuando el P.V. se encontraba en la constelación de Géminis, hace más de seis mil años, los gemelos Fo-Hi y  Ni Kua fueron emperadores en China; aparecen el Adam y Eva hebreos, los Dióscuros griegos y los Gemelos mayas.  Evocaciones de Tauro son el Emperador Chenong, imagen del Labrador Divino con cabeza de Toro, la sacralización de la Vaca en la cual desciende Vishnú en la India, el Toro alado asirio, el Buey Apis egipcio y Zeus como Toro blanco raptando a Io; las Taurobolias que los Tartesios instauran en la península ibérica hace unos cuatro mil años.  En Aries Huang Ti, maestro del fuego, rige China y se inicia el ciclo del Avatar Ram o el Carnero en la India, recordando en  el Epos heroico griego el ideal guerrero que busca en la Cólquida el Vellocino de Oro (Jasón y los Argonautas), la piel del Carnero, habiendo derrotado en el centro del laberinto de Creta al Minotauro de la edad anterior, como Mitra hunde su espada en el cuello del toro –morada de las Pléyades- en el Próximo Oriente y Moisés prohíbe el culto al Becerro de oro (Tauro) al descender del Sinaí con cuernos de Morueco (Carnero de Aries).   En Piscis, el Hijo de Dios, simbolizado por el pez Lucius, es también conocido por su acróstico griego Iesus Christ Theo Uios Soter (Jesús Cristo Dios Nuestro Salvador) y tiene como emblema a los peces que  Jesús el Cristo multiplica en Galilea, entre sus discípulos a quienes invita a ser, como Él, pescadores de hombres, cuando lanza la red y recoge 153 peces (Juan 21, 6-11) en una continua exaltación del mar y de las aguas, presente en su instrucción.

Los múltiplos y submúltiplos de 72 marcan varios calendarios y se encuentran en numerosos mitos del mundo antiguo, como los 432.000 (2160 x 2)  guerreros que aparecen al final del Ragnarok nórdico. La cifra se expresa en la creación del nombre sagrado de los Hebreos con el cuaternario Iod, He, Vau, He, trazado con 24 puntos (Tesarakontayagrammaton) cada uno con tres emanaciones. En los 72 genios del salmista David en el Tanaj Judío y el sapiencial Tehilim (Alabanzas) entre Job y los Proverbios veterotestamentarios, así como en las 72 luminarias y los 72 eones que están con el Autoengendrado (Jud 50,15) de los textos gnósticos. El Rig Veda suma en todos los Chakras (Ruedas-capítulos)  10.800 slokas (estrofas), origen de los 10.800 (72+36) ladrillos requeridos para la construcción del altar de Agni. En el budismo las marcas físicas de Buddha en su encarnación humana son 108, cifra visible en las 216 estatuas (54 por lado) que bordean los templos de Borobudur en  Java. 

De igual manera el sistema de Cuatro Edades (Catur Yuga) hindúes Satya, Dwapara, Trita y Kali, que como una “gran imagen” con cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de cobre y pies de hierro con barro, reaparecen evocando una ciencia común a  iranios y semitas en el sueño del Rey babilonio Nabucodonosor (Daniel 2,31-34:) en la Antigua Susa, que describe Cuatro Edades de Oro, Plata, Bronce y Hierro, como Hesíodo (s.-VII) hace en Grecia, en los 800 versos de Los Trabajos y los Días mostrando la misma sucesión de Eras en duraciones 4, 3, 2, y 1  múltiplos de n años…proporciones que, por otra parte, evocan  los números de la Tetraktis pitagórica (4, 3, 2, 1),  sagrada década piramidal griega.  Y los ejemplos no sólo se encuentran en el Viejo Mundo, también en el Nuevo, la mitología Hopi consideró al cosmos bajo la imagen de un búfalo que al inicio se sostiene en 4 patas, luego en 3, en 2 y finalmente en una.

El Tzolquin ritual y mágico de los mayas presenta las cifras  1 Tun 360 días, 1 Katún 7200 días, un Baktún 144.000 días, repetidos en los 144.000  “salvados”, 12.000 por cada una de las 12 tribus de Israel, en el capítulo 7 de la Revelación,  sin que se haya descubierto relación histórica alguna entre estas dos tradiciones que sin embargo, comparten el centro común de la cifra 72,  también presente en el Heptacontaduagrammatón,  Nombre Divino de 72 letras, y en los 36 talismanes que el mago francés Eliphas Levi (s. XIX) grabó por  sus dos caras en la Clavícula de Salomón… repitiendo una cifra recogida por la Francmasonería en los 72 grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
***
Otro punto común en todas las tradiciones parte de la observación de la posición que ocupa el centro de la Galaxia, en la constelación de Sagitario y  en relación con los grupos estelares de  Opphiucus, El Águila, La Sagita,  y Escorpión.

En forma explícita, varias culturas han “ajustado” sus sistemas de autorrealización a estos datos, demostrando que más allá de alguna salvación personal, el lenguaje nos remite a realidades astronómicas, cósmicas, universales, hacia las que tienden “las técnicas” y los ritos de autorrealización, que no pueden cumplirse ignorando estas analogías.  Por eso uno de los resultados de la Gran Obra alquímica es terapéutico: la Medicina Universal, que tiene poco de panacea para los sufrimientos personales y mucho de referencia a Ophiuchus, el Médico Divino en los Cielos, que, al ser “realizado”, ofrece su curación a la humanidad entera.  Lograrla, junto al Cumplimiento Místico y la Piedra Filosofal, requiere el reconocimiento de un evento astronómico (retorno del Eje de  Rotación a la posición “inicial” en Sagitario, vecino del Divino Terapeuta, Imhotep egipcio o Asklepios griegos), esperado en esta Ciencia Sagrada, desde su creación.  El sistema hindú a su vez contempla a Kundalini, la “Serpiente” que animada por Shakti, ilumina los centros nervofluídicos o chakras, pero dicha Serpiente es precisamente la que sostiene Ophiuchus, el “Serpentario”.  Por su parte, la tradición cristiana espera en su Segunda Venida, a un Cristo Juez del Mundo y Curador.

Así pues, se trate de los calendarios, las construcciones o los mitos, siempre está presente la referencia al movimiento de la Tierra en la esfera celeste, como base que determina las relaciones entre las ciencias tradicionales y los métodos de autorrealización ontológica que nunca dejaron de considerar 72.000 nadis o canales (lit. ríos) en el cuerpo sutil del yoghi, por donde circula  el Prana, o 36 Propósitos Psicológicos que descifran los significados de las leyes que rigen los movimientos y planos del universo, en el proceso que lleva a la realización del Equilibrio, experimentando las realidades de la manifestación.
***
BeTeKel…
(En Balanza)
-Eclipse solar total, al atardecer del 13 de Noviembre de 2012, en el grado 21 del signo de Escorpión y con el  Sol en la Constelación de Libra. 
Tres días antes y volando desde el aeródromo santiaguino de Tobalaba cercano a los Andes,  los peregrinos llegaron a la Isla Alejando Selkirk, la más grande del Archipiélago Juan Fernández.  El bimotor de Lassa aterrizó con sus siete pasajeros en algo menos de los mil metros de una pista que empieza y termina entre dos acantilados que cortan la pequeña meseta donde un guardia permanente comunica por radio al piloto las condiciones meteorológicas y la velocidad del viento para decidir si aterriza en una de las dos oportunidades que tiene para hacerlo;  bajaron a la Bahía del Padre y bordeando la isla en una lancha, hora y media después desembarcaban en el Puerto de San Juan Bautista, donde vive casi la totalidad de los 650 habitantes con que cuentan las islas.
***

Mene Mene Tekel Uparshin…
“Has sido pesado y has sido hallado injusto…”

Leyó Daniel (5,25), “entendido en visiones” y Maestro de los Sueños como José, (piedra preciosa de la Sabiduría Imaginal) traduciendo, mejor que todos los sabios y astrólogos caldeos, las palabras ardientes que en la antigua Babilonia (c. 538 a.C.), como en el claroscuro de Rembrandt o el Oratorio de Haendel, aterraban las noches de Belshatzar, rey cuyo nombre es la cifra 623 (Beth 2 + Lameth 30 + Shin 300 + Aleph 1 + Tzade 90 + Resh 200).
Llamado también Belshatzar por los Ancianos del Conocimiento (Chaldain), nombre que vuelve (como Baltasar) entre los Reyes Magos, Daniel, el Cuarto de los Profetas Mayores, recibió tradicionalmente la misma sabiduría que el Dios Altísimo Al Helion entregó a Melquisedec en el origen del tiempo, revelando el misterio  de las cuatro edades (la última de Hierro y Barro) reflejadas en el sueño del Rey.  Así lo reconocía Nabucodonosor al acercarse a la puerta del horno de fuego ardiente, llamando: “-Sadrac, Mesac y Abed-Nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid” (Dan 3,26).

Y con ella, el Profeta conoció también el sueño de las cuatro bestias cuando “uno con apariencia de hijo de hombre (Aleph 1 + Daleth 4 + Mem 40 + Beth 2 + Nun 50+ Yod 10) en el Versículo 15 del Capítulo 8,  que “regresará” como “Hijo del Hombre” o Aguador al concluir el ciclo abierto por el Rey de Paz, quien le reveló el secreto que rige los últimos días, y le fortaleció, advirtiéndole “cerrar la profecía”, pues sus visiones eran para el tiempo del fin (Dan 12,8).  En efecto, las cifras especialmente citadas en el capítulo Doce de Daniel, vuelven a presentarse en el Apocalipsis…luego de la “apertura” de los libros.

Se trata siempre del mismo saber original que desplegaron en Cuatro Yugas (edades) los Brahmanes hindúes, en cuya Kaci  -Benarés de los Yoghis y de Sidhartha Gautama, Allahabad actual-  Daniel recibió esta instrucción que entre los persas, organizaba los doce períodos de los Magos Zoroastrianos.  Con ella liberó a sus compañeros del fuego al que fueron condenados habiéndose negado a adorar la estatua (Dan 3,18) construida por Nabucodonosor.  

Sólo el sublime conocimiento del Sepher ha Zohar (Libro del Esplendor), Ciencia de la Balanza (Tekel) recuperada por el pensamiento hebreo en el Sur de España en el siglo XIII, resolvería el desequilibrio (“has sido hallado injusto…”) que,  sin embargo, como asimetría, es productor del universo.  

Ha lunar y Tha del Sol en Yug (Unión), equilibrio de los nadis en BinduEquilibrio-en-Balanza,  BeTeKel (532) por la unión de Llave (MaPhtaH 528) y Puerta (Daleth 4) unidos en el Libro del Esplendor (Sepher Ha- Zohar) de los Rabinos, que también buscaron y aplicaron los Dais en el Islam, como Ilm el Nizan, la Ciencia de la Libra que pondera todo Zahir (apariencia, exterior, enseñanza literal del Qorán) con su Batim (significado interior, de las cosas y del Libro, esoterismo), conocida por los Hijos de la Clave: Beni el Mim, para comprender, desde el origen, la ciencia de los Polos que florecieron entre Adam y Mohammed.

Equilibrio en la multiplicación de los Ciclos Solares (28) y Lunares (19) del Sexto Eclipse sobre la Constelación de Libra,  en Juan Fernández,  que recuerda también al total de combinaciones  de las 22 letras-principio (22 x 23 / 2 = 253) hebreas  y  a la energía que libera la fisión del único isótopo natural del átomo de Uranio 235.

***
Oro rojo sobre el horizonte, un camino dorado cruza la plata del mar.  Más allá de las nubes que por momentos cubren el disco resplandeciente en la constelación de Libra, la Luna se aproxima al Sol.
Unas setenta personas ascienden por la colina de Punta Isla, hacia la luz del ocaso.  Llegan a Los Cuatrocientos, el acantilado que separa Robinson Crusoe de la isla Santa Clara, en el extremo suroccidental del Archipiélago Juan Fernández. Desde la mañana, caminando, a caballo por los cerros o en barcas que zarparon del pequeño muelle de San Juan Bautista rodeando la isla hacia el sur-oeste, llegaron a la Bahía del Padre niños y mujeres, astrónomos, pescadores de langostas, turistas y científicos, bomberos, guardias forestales e isleños, como un pueblo impulsado por el viento cuyo ulular se funde con los aullidos de cientos de  lobos marinos que toman el sol entre las rocas. 

Entre ellos caminan los cuatro peregrinos, viajando desde el Centro del Mundo hasta el cruce del Meridiano de la Luz (78° Oeste) y el Paralelo de la Mística (33° Sur), en respuesta a la llamada de un cuento visionario en el cual Jim Turner  imaginó en la ladera sur de los 916 metros del cerro el Yunque, una cabeza de Serpiente (Chan) seguida por el cuerpo del Jaguar-que-acecha (Bahlum).  Hoy, custodiado de lejos por un carabinero y un guardaparques que como la mayor parte de los pobladores de la isla, no están seguros de su cordura, el solitario  Arqueo-astrónomo se prepara.  Espera que en el minuto exacto del Eclipse previsto por los astrónomos mayas hace 1313 años, un lente gravitacional creado por la superposición de masas de los luminares, emita algún tipo de energía que deshaga la piedra volcánica del Yunque, o abra el monumento, iniciando el glorioso retorno de K’inich Chan Bahlum, “Sol-Serpiente-Jaguar”, en el segundo evento de este año de múltiples retornos, 40 días antes de la alineación de la Tierra y el Sol, con Hunaab Ku, centro de la Vía Láctea sobre Sagitario A.   

Cuatro y medio millones de años atrás dos gigantescas columnas de fuego surgieron en el Pacífico Sur, unos 700  kilómetros al Oeste de Valparaíso.  Se elevaron treinta mil metros desde la placa de Nazca  hacia el cielo.  En cientos de miles de años y sobre sucesivas erupciones, la lava se enfrió en el océano, dando origen a las  islas Más a Tierra, Más Afuera  y  Santa Clara.  Después se formaron el Cerro Tres Puntas, el Yunque, el  Cerro Claro, que interrumpen los pequeños valles. Cada 20 o 30.000 años los vientos y las fardelas traían nuevas especies vegetales, que encontraron entre las rocas volcánicas un espacio para propagar la vida.  Los helechos, la chonta y la col que cubrió a Selkirk; el sándalo y los cactus, las amapolas, la cicuta… El lobo marino de dos pelos y el picaflor carmesí de Juan Fernández, la golondrina y las gaviotas.  Mucho tiempo después llegaron los hombres con sus sufrimientos.  Las Islas fueron refugio de piratas, colonia penal y en sus cuevas el imperio que estableció la Capitanía General de Chile en la tierra mapuche, inmoló unos 300 patriotas en el siglo XIX.

El tiempo no es benigno con la astronomía y las nubes ocultan el encuentro de los luminares, todos sufren pues el esperado evento es invisible…pero entonces, un súbito claro que dura apenas unos cinco minutos entre los cúmulos brillantes que cubren el horizonte occidental, permite a los peregrinos ver a la Luna cubriendo casi la mitad del Sol. 

Es suficiente,  la solemne belleza del eclipse se extiende en una atmósfera gris-perla y deja a todos en silencio.  Baja la temperatura y el viento marino barre Punta de Isla con mayor intensidad.
La sombra proyectada por la Luna llega a Juan Fernández, recorriendo el Pacífico  desde Australia, donde luego de su ocultamiento total ya amanece el sol del 14 de Noviembre.  En todo el archipiélago, durante casi una hora, el mysterium fascinans evoca lo sagrado.   Al otro extremo de la Isla, en las montañas que rodean la Bahía de Cumberland, unas ciento treinta personas viven una fiesta parecida.  Ascendieron con sus niños y amigos desde San Juan Bautista hasta el mirador de Selkirk, en la cima de las montañas que a mil metros sobre el nivel del mar protegen el poblado y dividen el paisaje.

Sólo el Yunque, que  cobija el “monumento maya”, no recibe el sol crepuscular. Nubes muy bajas cubren el fenómeno, decepcionando profundamente a su único observador. 
Obscurece en los mares del sur y se enfría aún más el desierto volcánico por donde los caminantes descienden ahora con rapidez entre innumerables rocas sueltas de un paisaje marciano, hacia el animado campamento formado alrededor de una hoguera dedicada a Chan Balum, a 17 kilómetros de la población.  Un grupo de bengalas limita el perímetro a pocos metros de los farallones, que caen verticalmente unos trescientos metros sobre el mar, para evitar accidentes que ratifiquen la leyenda negra forjada luego del tsunami que arrasó el puerto, seguido por el accidente de aviación donde perdieron la vida docenas de personas empeñadas en la reconstrucción de Juan Bautista.
Cumplido su propósito, los cuatro peregrinos se preparan para caminar toda la noche por el sendero que la Luna Nueva oculta, bordeando las montañas, entre las crestas de los acantilados y  cruzando campos de amapolas, hacia la Bahía de Villagra, al oriente de Los Cuatrocientos y a medio camino entre Punta Isla y el Puerto de San Juan, donde se encontrarán con J. Turner, al pie del “monumento” que ha estudiado apasionadamente durante catorce años, desde la astronomía y desde el mito, para sustentar su esperanza de asentamientos humanos en la isla anteriores al siglo XVIII, fecha de su “actual” descubrimiento.

-“Todos somos Chan Balum…!” proclamaban  con entusiasmo varios visitantes pocas horas antes del evento, bajo la gran carpa que los protegía del sol violento de la tarde, mientras vigilaban la evolución de los movimientos planetarios a través de las pantallas de los ordenadores.
La noche del 12 de noviembre, anterior al eclipse, luego de las explicaciones de Jorge Ianiszewski sobre la mecánica celeste ofrecidas en el Conam a una treintena de asistentes, incluyendo a varios niños que sorprendieron al Presidente de la Sociedad Astronómica de Chile y autor de Guía a los Cielos Australes con preguntas como “¿Por qué ocurrió el Big Bang?” J. Turner presentó su nuevo tema: la geometría sagrada que acompaña a Chichibel, el precioso “antepasado”, como ahora llama al monolito de Chan Bahlum,  cuyas huellas ha encontrado otro soñador en los trescientos metros de roca que se yerguen en un extremo de la Isla Fernando de Logroño, frente a las costas del Brasil.  La mayoría de los concurrentes mira las imágenes proyectadas sin entender muy bien porqué resulta de tanta importancia el triángulo equilátero que forman El Yunque de Juan Fernández, con el nuevo monumento “encontrado” en Brasil y el punto rojo que ha marcado Turner en Palenque…

Después de la charla, el peregrino describió entre los entusiasmados asistentes el fundamento precesional del calendario maya y la interpretación simbólica de estos fenómenos que modifican la iconografía mítica y religiosa a lo largo de la historia humana, mientras recordaba lo incompleto del pensamiento científico contemporáneo.  Asintiendo con interés, el Astrónomo confirmó los datos científicos que llevan al eje de rotación terrestre a rodear el Polo de la Esfera Celeste en un período de 26.000 años durante el cual las eras precesionales se suceden desde hace millones de años.    
Más tarde, reunidos en el Barón de  Rodt,  J. T. le entregó  la copia de un mapa astronómico de los catálogos de la U. de Cambridge donde se  muestran 108 estrellas, varios Cúmulos Globulares (M2, M72 y M73), las Nebulosas Saturno, Hélix y dos Galaxias espirales, formando la Constelación de Aquarius que proyectada en la superficie terrestre coincide con el perfil de América del Sur.
“Como es arriba, es abajo…”
Entre las 56 estrellas observables a simple vista, la super-gigante amarilla Saad Al-melik, “Estrella afortunada del Rey”, es la más brillante.  Con su magnitud 3,  es α de Acuarius y se encuentra en el centro del Cántaro del Aguador, exactamente en el Ecuador Celeste (Latitud 0°)  por lo cual, proyectada,  pasa sobre la ciudad de Quito, viajando a lo largo de la Línea Equinoccial en Ecuador, la reserva más grande de toda la biósfera, en cuya región oriental “una sola hectárea contiene más organismos vivos que todo el continente europeo”, con 4.000 especies de plantas, 107 tipos de reptiles, 610 especies de aves, y el 60% de todos los felinos del Nuevo Mundo.  “Un solo puñado de árboles tiene tantas especies de insectos como la totalidad de los Estados Unidos de América”.  Frente a Alfa Aquarii se encuentra  Mon, “una urna”…

Aqua d’or”, llamaba en los años 80’ un ex candidato presidencial, que firmaba con el nombre de Eli Gisotna  una columna del diario El Telégrafo de Guayaquil (“La Casa Grande”),  al agua  que provenía de una montaña representada en sus esquemas con trece niveles y coronada por el Ojo-de Horus-con-Trece-Pestañas.  Sucesivamente, en cuatro entregas dominicales, el Fundador de la Compañía Odin Mining International Inc. explicaba que después de 1.604 llegó hasta el cantón La Maná una de las tres misiones que envió Jacobo I de Inglaterra, con dirección a Asia y América, buscando la Piedra Verde  en el bosque subtropical que continúa a la Cordillera Occidental, con dirección al Pacífico, entre las provincias ecuatorianas de Pichincha y Cotopaxi.  Veinte años después, los análisis realizados independientemente por laboratorios alemanes y americanos demostraron la presencia de partículas de oro suspendidas en el agua, que además tenía curiosas propiedades físicas y eléctricas.  Investigaciones históricas actuales han alertado a los arqueólogos sobre la posible tumba de Atahualpa, el Emperador número 13,  en la región. 

El peregrino miró el mapa de proyección: Psi Aquari, 98 Aqr, 99 Aqr, con 86 Aqr y 88 Aqr, hacían las dos líneas paralelas del río de estrellas que vierte el Aguador y desciende bordeando la costa occidental de Sudamérica, 
                                                  Derramaré mi espíritu sobre toda carne;
                                                     y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas,           
vuestros ancianos soñarán sueños
y vuestros jóvenes verán visiones (Joel 2,28)

hasta Fomalhaut,  estrella que señala con precisión el Centro de la Isla Robinson Crusoe…donde la proyección de 23 estrellas que forman el Pez Austral (Piscis Austrinus) bebe la corriente de luz que brota de Kumbha, el Ánfora de Ganímedes, Hijo Amado de Zeus que sostiene la “fuente de agua que brota para vida eterna…”(Jn 4,14).


                                                   Derramaré aguas sobre la tierra sedienta,
y corrientes sobre la sequedad,
derramaré mi Espíritu sobre tu linaje,
y mi bendición sobre tu descendencia…(Is 44, 2-3)

Son las glosas que, estudiando la constelación de Aquarius, el peregrino encontró en La Gloria de las estrellas (1985) de Raymond Capt.

***

El trono de jade

-Precisamente en estos días termina un gran ciclo de 26.000 años, aunque no sé si a ustedes les parezca interesante el tema de los mayas… 

Dijo Don José Troncoso, con una leve interrogación en la mirada, a los siete peregrinos que cruzaron el río Cochiguaz para visitar La Alfalfa, el 17 de Noviembre de 2012, cuatro días después del eclipse, en el Valle del Elqui, unos 700 kilómetros al norte de Santiago, en la Cuarta Región de Chile.
En la cálida salita de su casa construida con madera y piedra al lado norte de la estancia, bajo dos reproducciones de los cielos australes que muestran la Gran Nube de Magallanes donde el peregrino vio la Supernova 1987 A, un gran telescopio azul testifica su interés científico.  A través de las vidrieras abiertas al valle que se cierra hacia los contrafuertes de los Andes, se ven las montañas rojizas cercanas al fundo, con la magnetita y el cuarzo del Cancana o “Cerro de Oro”, como él lo llama, nombre que el peregrino encontró unos años después de visitarlo por primera vez, en Febrero de 1987, resplandeciendo en el Libro XIII del Mahabharata. 

-Es el centro magnético-espiritual del paralelo 30°, nos anuncia.  

La montaña, desde sus cuatro mil metros de roca, domina el valle cubierto de viñedos y muestra a veces, en el crepúsculo, una difusa emanación lumínica recogida en una fotografía que Don José enmarcó cuidadosamente.  Un resplandor de fotones, como el de la banda en la que nuestro sistema solar ha entrado en estos años, en su rotación alrededor de Alción, “uno de los tantos soles de Orión, cuya sabiduría quisieron mostrar Buda y Jesús” afirma el anciano Sabio, ordenando  con sus dedos la gran barba blanca.

-Hace unos veinte años nos informaron que el magnetismo del paralelo 30° Norte, que corresponde a la India, se ha trasladado al paralelo 30° Sur, que es el camino de enfrente, por donde vinieron ustedes –el “dato” se encuentra resaltado en las guías turísticas de Vicuña, la cercana ciudad rodeada por observatorios astronómicos-  Por eso han llegado al valle tantas personas y grupos que buscan una vida equilibrada y natural –continuaba- mirando a todos con una serenidad mayor que la mostrada a los dos peregrinos que trajeron aquella información cuando 25 años atrás, se encontraron con él a poco de haberse instalado en el valle, a unos ocho kilómetros del Montegrande de Gabriela Mistral.  Llegaban a su fin casi dos décadas de búsquedas motivadas por el hastío del éxito mundano que lo acompañó en sus primeros cuarenta años de vida, recorriendo Europa, el Sur de Francia, Estados Unidos, Argentina, Perú…  Se dedicó al cultivo de la vid y a la destilación de pisco, hasta que su conciencia entró en guerra con el mundo de las necesidades…-“Si uno ya sabe, ya estudia…”
Se volvió  “ciento por ciento vegetariano, para no dañar el cuerpo”.  Sólo a algunos de entre sus muchos visitantes,  presenta  a “sus amigos” Khwal Dhul, Koot Humi y Moriah, cuyos dibujos a lápiz guardó por décadas en la carpeta de donde ahora extrae varias fotografías de simulaciones satelitales que muestran a Europa convertida en islas y América parcialmente inundada, en caso de que el nivel de los mares subiera a causa de algún fenómeno geológico o trastorno cósmico derivados de la vida obscura que agita a los pueblos cuando se alejan del conocimiento.  Como los sabios chinos, Don José está seguro de que el Mandato del Cielo determina el clima, la abundancia de cosechas, el bienestar social y la felicidad humana, en  justa e inexorable consonancia con los esfuerzos de los hombres buscando la verdad y la armonía.

Se pone de pie y señala, junto a la puerta que lleva al pequeño comedor, un dibujo ampliado del sistema de chakras del Tantrismo hindú que Arthur Avalon presentó en su estudio del Sat Chakra Nirupana.

-El timo es un órgano importante.  La medicina ha fracasado pensando que se atrofia por la edad.  Lo que reduce el timo que está justamente sobre Anahata, el chakra del  corazón, son los estados de tristeza, depresión, ansiedad… mientras que la alegría y la calma, o el amor, lo expanden y mejoran su funcionamiento, que  consiste en defendernos y restablecer el contacto entre nosotros… 

Entonces nos expone su proyecto Heart-to-Heart Village: crear una sociedad iluminada y sana.

-Aquí el aire es limpio, no hay la contaminación lumínica de las ciudades y en las noches se ven innumerables estrellas; el agua es pura, ahí está, el río cristalino.  Yo veo a los caballos, no se afeitan, no se peinan y están allí, tan bien.  Salgo y pregunto a un pájaro que pasa volando. Oye tú  ¿cómo vuelas? Así, todo sencillo… 

-Todos entramos al mundo como un proyecto, ese proyecto nos pone aquí. Es necesaria una técnica de meditación, anuncia. 

El peregrino recuerda un sencillo pranayama “de tres rayos” que el anciano le enseñó hace un cuarto de siglo, en esa misma galería donde ahora sus amigos se fotografían con él.

-Sea que algo los anime o los desanime, sólo deben sentarse tranquilamente, las manos abiertas sobre las piernas, con las palmas hacia arriba,  cerrar los ojos e inhalar la vida universal que penetra por la abertura superior del cráneo, la que tenemos al nacer y se cierra con el tiempo.  ¿Cómo se llama?...por allí entra el aire, el Prana universal.  Respiren…el aire entra por Sahasrara, baja por la columna y llega al pecho, sale por Anahata.  Inhalar la vida y la luz por Sahasrara, exhalar paz y armonía por Anahata…Inhalar por Sahasrara…Exhalar por Anahata…Inhalar…Exhalar.  ¿Ven?, es muy sencillo.  No necesitan un lugar especial ni un tiempo especial para hacer esto.  Meditación, media-acción, mediación…

-Don José, hay que pagar a Don Juan y está aquí el señor apicultor, ya miró el lugar donde quiere poner a sus abejas.  ¡Yo estoy recontenta, vamos a tener miel…! 

Verónica, su mujer, Arquitecta de sesenta y tantos, que enseña en la Universidad de la Serena, en la Bahía de Coquimbo,  lo llama desde el corredor que se abre a sus espaldas, detrás de la vidriera. Don José sonríe, mira su reloj  y dice a sus amigos  algo inquietos por el prolongado tiempo de visita, aunque sin deseo alguno de despedirse…  “Ella puede arreglarlo todo.  Ha enseñado a meditar a muchas personas…”  Y poniendo cara de niño entre los niños, exclama:

-¡Mira, ellos también han aprendido a meditar…!

-Todavía conserva sus imágenes de Cristo? Pregunta el peregrino, y Don José lo invita a cruzar el umbral hasta la habitación junto a la sala, donde aquella vez, con el anciano y otro peregrino brindaron “¡A la vida!” en tres copas llenas de zumo de uvas.  “Los primeros discípulos del Cristo sólo bebían el jugo de uvas frescas”, decía con una sonrisa luminosa, en el verano del ’87.  Sobre el dintel de la puerta de Occidente, está el mismo gran dibujo del Conde de Saint Germain, con su fondo “trazado sobre algunas fechas…”, en la puerta de Oriente aparece Jesús y sobre la puerta Norte   –mire Usted, sobre su cabeza, es el Maestro Moriah… Y éstos – tocando con un bastón el cristal de varias fotografías-  mi hijo, otro hijo, en Santiago, nieto, nieto…

A sus 84 años Don José está en paz.  Ha asumido su existencia por completo y encarna lo que antes enseñaba: “Todas las iniciaciones están dadas, lo que hace falta son terminaciones…”.  Ha dejado de buscar.  Ya no es un caminante, es el camino. 

“A los 15 años inicié el estudio, a los 30 me pude sostener, a los 40 no tenía dudas, a los 50 conocí el Mandato de los Cielos, a los 60 lo obedecía plenamente y, a los 70 años, nada de lo que hago o pienso contraría la Voluntad del Cielo…” dice Confucio dentro del peregrino, cuando el anciano Sabio regresa a su sillón de tapiz verde, se sienta, se ajusta los lentes y mira los mensajes en sus dos teléfonos móviles.  Sus largos cabellos blancos se confunden con la barba noble que ha crecido hasta la altura del pecho. Cruza los brazos y cierra los ojos en el mismo instante en que el sol rojo ilumina el rostro de los siete peregrinos.

***

EL SANTO GRAAL
La leyenda sobre el Santo Graal, “la más prestigiosa del pensamiento orante”, según  Pierre Ponsoye (El Islam y el Grial) citado por SRF en su Propósito Psicológico XXXII (1958), configuró en Occidente la Materia de Bretaña, un extenso y variado corpus de relatos medievales del que se conoce mejor el Ciclo Artúrico.  Bardos y trovadores la difundieron por Europa junto a  la Materia de Francia, con la historia de los paladines de Carlomagno y la Materia de Roma,  basada en la  mitología clásica.
Aunque se trata de una “larga y secreta Tradición”, su tema principal apareció entre los siglos XII y XIII bajo el emblema de un Cáliz que contiene la sangre, mezclada con agua, que manó del costado derecho de Cristo herido en la cruz por la Lanza de Longinos (Juan 19,34), cumpliendo la escritura: “mirarán al que traspasaron” (Juan 19,37).  
Recogida en una Copa por José de Arimatea, Nepesh o la savia roja -ya que  sangre no es la única traducción de este término, y el costado derecho se encuentra en correspondencia con Marte y una misión espiritual que se cumple públicamente-  es la Tradición Crística que hace dos mil años se actualizó en el Cercano Oriente, retornando después, en una “reabsorción y retiro” -diría R. Guenón- del Centro abierto por el Cristo Jesús en Palestina, hasta sus orígenes, atravesando Armenia y Persia hacia los dominios centro-asiáticos del Preste Juan donde la historia ubica “más allá de la tierra de los Partos…” la misión del apóstol Tomás, uno de los tres testigos del gnóstico Pistis Sophia, autor de un evangelio conservado en lengua Copta y raíz del cristianismo sirio e hindú, cerca de la región donde hace unos 60.000 años apareció el Centro Iniciático original que instruía, entre múltiples inundaciones o “diluvios” largamente recordados por muchos pueblos, al final de un ciclo humano, e inicio de otro, en plena  Edad Glacial. (Danielou, 1985)
Durante los últimos 300.000 años del Paleolítico, un saber bien constituido se transmitió bajo imágenes plásticas, desde los intencionales apilamientos óseos funerarios de homos heidelbergensis a sapiens en los yacimientos del Pleistoceno medio ( en el Paleolítico inferior, unos 530.000 años antes del presente) de Atapuerca (Burgos, España)  que contienen desde herramientas fabricadas a lo largo de miles de generaciones, incluso en estratos de hace 780.000 años, hasta los huesos intencionalmente grabados en zig-zag (universal representación prehistórica del agua) por los neanderthales del musteriense búlgaro (45.000 ap) y las estatuillas o las pinturas murales que poblaron las cavernas de Dordoña con imágenes de “La Diosa”, a veces con aspecto andrógino o grávido: “Madre Naturaleza” para Raquel Lacalle, que relacionó los hallazgos arqueológicos con mitos y creencias del Paleolítico superior en su tesis doctoral Los Símbolos de la Prehistoria (2011), asociando representaciones murales como el cuerno que sostiene la Venus de Laussel, al creciente lunar; o la “mujer encapuchada”, al final del menguante.
Son notables las imágenes  grabadas y pintadas en cuevas  de los Pirineos y el valle del Loira durante el Paleolítico Superior (40.000 ap), al sur de la glaciación de Würm (Wisconsin-Mérida, Llanquihue, en otras latitudes) o las estatuillas localizadas desde 1.890 entre el Danubio y Siberia: unas doscientas “Venus”, entre ellas, las de Willendorf creadas en Austria hace veinte o treinta mil años; las de Grimaldi y Lespugue,  o las más “recientes” del neolítico, con 12.000 a 6.000 años de antigüedad, en Valdivia, Sudamérica, aunque desde 1981 se localizaron algunas  con dataciones de 200.000 a 300.000 años, como la de Berejat Ram del Golán (entre Líbano y Siria), bajo una capa de cenizas de 230.000 años… revelando la existencia de un pensamiento metafísico neandhertal, manifiesto también en los ritos funerarios (cuerpos enterrados en las grutas del Monte Carmelo, orientados al ocaso; cultos al cráneo en inhumaciones  de hace 70.000 años, mandíbulas animales entre los brazos de los esqueletos rodeados a veces de objetos rituales, etc.)  y el culto a los antepasados, extendido de las Islas Británicas y la Península escandinava al Lago Baikal y China, por toda la cuenca del Mediterráneo, Medio Oriente, África; o desde Baja California, pasando por Manabí, hasta la Patagonia…
Las imágenes del arte paleolítico reflejan la vida de sociedades de cazadores nómadas, pero además, según la historiadora de la Universidad de Sevilla, las representaciones de caballos, ciervos o renos, expresan una simbología solar, asociada al verano, mientras que  el bisonte, el toro, la cabra, el mamut, el rinoceronte, el oso o el pez, que aparecen en muchas cavernas vinculados a la oscuridad, el agua, la noche y el invierno, son simbolizaciones de la luna, como los toros dibujados y sepultados en los yacimientos del Neolítico temprano en Chatal Hüyük (Península anatólica, Turquía) que hace más de 13.000 años estaban asociados a imágenes de la Madre. 
Inicio del Verano y del Invierno son las Dos puertas de Horus y Seth en la Tradición Egipcia, como el Devayana y Pitriyana hindúes, o los dos cubos en los extremos del eje del Carro de la Diosa en Parménides.  
El complejo pensamiento religioso, que es la razón de estas representaciones, se vuelve visible  al analizar los contenidos simbólicos de las figuras, sin hablar de su estilización y manejo de abstracciones: el árbol como representación del universo, los dibujos tectiformes, similares a casas o chozas, de Dordoña (Francia) y Altamira (España), que muestran un eje y cuatro secciones o direcciones del mundo; aquellos que transmiten información sobre eventos cíclicos en calendarios diversos, como la piedra calcárea con las 29 marcas de las mansiones lunares de Dolni-Vestonice, el calendario lunar de Bodrogkeresztur (Hungría)  y el de Blanchard en Dordoña, en pleno Auriñaciense (38.000 ap, posterior al Musteriense)  con  el calendario solar de formas espirales del sitio de Mal’ta (en Irkutsk, Siberia, Rusia) del Paleolítico Superior (entre 40.000 y 20.000 años atrás) que la Dra. Lacalle introduce en su obra,  junto a representaciones en forma de manchas integradas a figuras humanas y animales -en la Cueva Magro (Cádiz, España)  y hace más de 25.000 años-  de La Osa Mayor, Draco, Eridanus y Pegaso, y las que conocemos como Leo, Bootes, Ophiuchus, Sagitario, Pegaso, visibles en el Solsticio de verano (op.cit.,146),
“Aunque durante un tiempo no se aceptó el carácter religioso o sagrado del arte, en sus inicios, contemplándolo únicamente bajo finalidades estéticas, creemos que se puede afirmar el indisoluble vínculo del arte y las creencias religiosas en sus orígenes, entendiendo a éstas como un sistema explicativo de la realidad, en cierto modo, la filosofía del hombre prehistórico.  Las evidencias que sostienen esta conexión originaria, residen en la identificación de una temática que es rastreable en los sistemas religiosos posteriores”, afirma la historiadora y continúa: “La función del arte” está “íntimamente relacionada con la plasmación de estas primigenias concepciones míticas, la traslación de conceptos a imágenes por medio de símbolos sagrados” que se muestran no solo en lo formal sino también en el uso de pigmentos como el rojo, vinculado a la sangre y concebido como símbolo de la vida…
“Desde los primeros momentos las representaciones artísticas aparecen en estrecha relación con aspectos y contenidos de tipo sobrenatural” donde “La cueva se convierte en lugar de concentración de las manifestaciones artísticas humanas, siendo posible hablar de ellas como cavernas-santuario”, simbolismo que se conserva a lo largo del Neolítico y llega a manifestarse entre otros grandes mitos, como el de la caverna en la Parte VII de La República, cuyo origen ya no podíamos reconocer al producirse hace 2.600 años, al final del paso del Punto Vernal por Aries, la primera sistematización del pensamiento filosófico occidental gracias a Platón, que con Sócrates y Lysias, son deudores de la inmemorial Tradición transmitida por el pensamiento de  Orfeo, como lo demuestran las investigaciones del filólogo Alberto Bernabé ( Platón y El Orfismo, 2012).  
Por otra parte, nada permite suponer que el hombre "primitivo” haya visto lo “sobrenatural” desde una óptica similar a la nuestra, confundida por la obscuridad del literalismo que propician las religiones cuando piensan en el alma como una entidad situada en algún “más allá” sólo accesible después de la muerte, interpretando literalmente las versiones aparecidas entre el -1600 y el 50 a.C del Libro de la Salida a la Luz del Día, donde se ofrecen las 228 fórmulas para  “Salir a través de la Luz”, traducción más apropiada de los jeroglíficos “Rw nw prt m hrw” leídos como Libro Egipcio de los Muertos, encontradas en la Pirámide de Unis, Noveno Faraón de la V Dinastía en el 2.400 a.C. 
Algunas de estas instrucciones ya fueron esculpidas en las más antiguas mastabas y permiten al KA, “principio de vida del faraón, de los dioses y de los hombres” (SRF en PP I,1956 cit. A. Moret), atravesar el Duat, dejando la prisión material para llegar a las estrellas. 
De modo similar, en el mucho más reciente Bardo Tödol, el Libro Tibetano de los muertos, las referencias, descripciones, prescripciones y visualizaciones, aunque son recitadas ritualmente al oído del difunto, de ninguna manera son recetas para viajar sólo “luego de la muerte”, hasta el próximo renacimiento,  sino en plena vida, a través de sadhanas (prácticas espirituales) en las cuales la “muerte” es un estado del alma en la Vía de unión en el Absoluto, mientras el adepto está “vivo”,  pues tanto el Duat egipcio como el Bardo tibetano son nombres del mundo psíquico, imaginal o intermedio, el mismo que acoge al Cristo, más allá de la crucifixión.
El Toro paleolítico llega hasta la escritura y entra en la historia como letra Aleph, la primera de la lengua hebrea, heredada de un alfabeto fenicio que representaba  la “A” con la imagen de un toro que sostiene a la luna entre sus cuernos.
A la vez, en las 13.000 hectáreas del yacimiento turco de Gobleki Tepec abundan las representaciones en forma de “T” de varios metros de altura.  Así, en una misma región, tenemos  Aleph y Tau, primera y última letras de la lenguas semita emparentada con el Ugarítico; el Principio y el Fin citados en el Libro de Isaías, 41,4  y 48,12, mal traducidos al griego como Alfa y Omega del Apocalipsis (una expresión que el Avatar de Piscis “pronunció” en Arameo) transmitidos por civilizaciones anteriores al nacimiento de la agricultura y erguidas como un reto para la arqueología que todavía no puede explicar por qué la última letra está asociada en Egipto, en China o en la India, en alfabetos samaritanos, trazos aztecas y aquella lengua conjetural, el Vatan reconstruido por S. I. Alveydre (El Arqueómetro c.1910), a la omnipotencia, la grandeza, la perfección inherentes a las palabras, Tei (cielo), Tao,  Toth,  Theos (dios), Teotihuacán, Ticci wiracocha, Titicaca.


***
“De arriba hacia abajo”, la instrucción antigua descendió al mundo generando una transmisión conservada en imágenes plásticas: Un eje y la elíptica, una vertical y el círculo, o  como el Ideograma Zhong, que significa Centro y China, un eje vertical que atraviesa la eclíptica,  la Copa, el Santo Graal, la Lanza y sus relatos, revelando para SRF como para Santillana y von Dechend (Hamlet´s Mill), datos astronómicos en cuyo sentido, según Ponsoye  la esencia misma de la revelación se comunica “abiertamente”:

Él es VERBO: las “santísimas palabras”
LUZ, porquce es visto y aclara
y VIDA, ofrecida a los elegidos en una Cena primordial…

Lo que explica, al margen de cualquier difusionismo, la semejanza en el discurso, estructura y función de los contenidos míticos de pueblos c, europeos, americanos u oceánicos, que transmiten sus comunes observaciones de la mecánica celeste.
La versión poética de estos eventos apareció hace apenas tres mil años en la Magna Grecia, donde Hesíodo y Homero, nombres epónimos de Colegios de Sabiduría -antes que personajes- los narraron en Los Trabajos y los Días, La Ilíada, La Odisea, o los Himnos, como eventos (Guerra de Troya, viaje de Ulises) para ellos varias veces milenarios, que a través de la Ruta de la Seda recibieron el aporte del saber de los antiguos Kavis “poetas” hindúes, y de los Tschenn-Yenn, “hombres verdaderos” que en extremo Oriente habían llegado al estado primordial y habitaban el Principio (Tao), en perfecta armonía, realizando los símbolos más allá de las “imitaciones” (Hiao). 
Dos mil años después y luego de la entrada en Asia Central del Tasawwuff musulmán (715 d.C.) comandado por el adolescente Mohammed Bin Qasim, el Islam se reconoció en esa misma tradición, y mil años más tarde, re-ligado a la enseñanza Crística a través de  la Caballería Templaria que compartía con la Musulmana las ideas, la jerarquía y los símbolos, pasó a Europa entre los siglos XII y XIV, como un misterio de intelección, cuyo cumplimiento depende de la mediación del Hijo de Dios, en una Gran Operación de la cual forma parte el relato de la Crucifixión, con la “salida” del Instructor por Capricornio, Puerta de la Obscuridad y de los Dioses, el 22 de Diciembre, (pues por allí, o en esa misma fecha también “entran” al mundo los Avatares, como Jesús, o Ram, “descensos” de Brahma o formas de Vishnú), Devayana hindú, reconocible aún en el tema del Carro de la Diosa, el Eje y las Dos Ruedas, que Asia legó al Poema de Parménides en tierra focea, al amanecer del pensamiento filosófico griego.
“Después de la muerte”, mientras el alma inteligente y pensante se une a la Inteligencia Suprema, la parte sensitiva y ágil sale de la Caverna cósmica, que es el mundo,  hacia el “Mundo Intermedio” o Aether cuyas vibraciones originan los distintos elementos.
“Cielo acuoso” de los egipcios, Amenthes, Xibalbá maya e Imaginal sufí,  guarda las almas “humanas” hasta su retorno por Cáncer, el 22 de Junio, para animar con la misma llama otra parte del Universo, al entrar por la Puerta de los Hombres o Pitriyana hindú: el Camino de los Antepasados.
Estas dos “puertas”, en la India, en Persia, en Egipto, referidas a aspectos muy concretos de la instrucción tradicional y correlato de estados psicológicos precisos, marcan el simbolismo que transmite el significado de la Dualidad, en numerosos sistemas: Menhires y Dólmenes de la iniciación prehistórica,  Yang-Yinn en China, Prakriti-Purusha del Samkhya hindú, Ida-Pingala de los Upanishad, Ahura Mazda-Ahriman del Zoroastrismo.  Se reconocen también en la Sabiduría “de las Dos puertas” que realiza Bodhidharma o en los dos cetros que sostiene Wiracocha Tunapa en la Puerta del Sol de Tiahuanaco; en la geografía inca sacralizada como Hurin y Hanan: Cuzco Terrestre-Cuzco Celeste, en última instancia idénticos a Jerusalén Terrestre-Jerusalén Celeste, de la Revelación, marcadas en el Polo Norte Terrestre y Polo Norte Celeste.
Se muestran también en las 16 vocales y 33 consonantes de la tradición hindú, donde mora lo Divino (Deva-nagari) construyendo los estados de conciencia simbolizados por una esfera en movimiento (chakras) que no conoce límites físicos en la expansión de su luz; o en las dos primeras letras del Alefato hebreo,  Aleph (3) y Beth (4) en la adaptación que realizó Abellio en Le Bible Document Chifré, que corresponden al Alif y Bayit, letras iniciales de la Lengua Árabe, relacionados morfológicamente por Ponsoye con la Lanza de Longinos y la Copa de José de Arimatea  en La Búsqueda del Santo Graal, que, geométricamente son un recta vertical incidiendo en el centro de un círculo que evoca el sistema Eje de los Polos Celestes-Eclíptica, Eje de los Polos Terrestres-Ecuador, interactuando en un mecanismo que da origen a todos estos símbolos, muestra sus movimientos periódicos y ofrece los elementos para comprender su significado.

***
La Tradición marcó en la Eclíptica la fecha en la que, con esa operación, “nacen” los Cristos: El Solsticio de Invierno, a la medianoche  del 22 de Diciembre, cuando el Sol llega al grado 0 del Signo del Macho Cabrío, que hace dos milenios coincidía con el grado 0 de la Constelación de Capricornio, independientemente del día concreto en el que nacieran los personajes que a través de la Iniciación se transformarían  en “Crist-alizaciones” del rayo del Espíritu Universal. 
Hasta el Concilio de Nicea –en la actual Turquía- convocado por Constantino el Grande   en el año 325,  el día fue “retrasado” observando que la precesión equinoccial hacía que el contacto del Sol con ese Grado 0 se produjera cada año “un poco más tarde” en el día 22, y luego de 72 años, a la medianoche del 23 de Diciembre, consecuente con el recorrido aparente del Punto Vernal en dirección inversa a la del movimiento de la Tierra sobre la Eclíptica, a razón de un grado cada 72 años a través de las Constelaciones  de Tauro, Aries, Piscis y Acuario…
Por esa razón debía “agregarse” un día cada 72 años, a la fecha de los cuatro puntos de la cruz de Solsticios ( 22 de Diciembre y 22 de Junio)  y Equinoccios (21 de Marzo y 23 de Septiembre), desplazando el Rit, es decir, el nacimiento de Jesús, hasta el 25 de Diciembre, fecha en la cual, después de haber respetado la corrección científica por más de 200 años, la iglesia fijó la Natividad, sin ningún fundamento y como un signo más de su separación de la Fuente tradicional, al afirmar las tesis políticas del Emperador que necesitaba oponerse al arrianismo antitrinitario, convirtiendo en una “divinidad consustancial con el Padre” la humanidad de Jesús que transmutada por la Iniciación hasta “la medida de la estatura perfecta de Cristo” anunciada más tarde por Pablo, como un estado posible para cada ser humano (Efesios 4,11-13), era sostenida por el libio Arrio en Alejandría, declarado apóstata en el Concilio de Constantinopla del año 381, aunque su influencia se extendió por Europa hasta el Reino Visigodo de Toledo en el  siglo VI.
 Así fue degradado el saber tradicional en simple teología en la cual, naturalmente, el Hijo de Dios (un símbolo) sólo podía tener una madre “divina”, convirtiendo en una imagen inalcanzable a “la doncella”, Ha‘Imáh de Isaías 7,14  (Ha 8 + Ayin 45 + Lamed 24 + Mem 30 + He 8 =115), futura madre de Emmanuel (a recordar su relación con Melquisedec)  o matriz del misterioso mecanismo, quien por su Valor Secreto (115 x 116 / 2 = 6670 )  es Síntesis,  de Binah Inteligencia (Beth 4 + Iod 18 + Nun 36 + He 8 = 66) y  Hochmah Sabiduría ( Heth 12, Kaph 20, Mem 30, He 8= 70), entre las columnas del Rigor y la Misericordia del Árbol Sephirótico.  
María “virgen” (como palabra que nombra a la doncella y, sobre todo “no ligada personalmente a ningún hombre…” según SRF) como la madre de Apolonio, Alejandro, Pitágoras o Buda, era entonces, como hoy, una imagen de La Vía del Misterio, Central y Oculta en el Árbol de la Tradición Hebrea.  “Undécimo” Esplendor; Conocimiento secreto o Daath (Daleth 6 + Ayin 45 + Tau 360 = 411), causa del “nacimiento” del Cumplimiento Místico (producto de Inteligencia y Sabiduría, a la vez) que convertido en dios sufriente, por dos milenios fue adorado sobre una cruz,  ignorando todo de su verdadera Misión.
Un sistema de hermenéutica sagrada que descubre el significado de las transmisiones, de la historia y de la realidad, en todas sus manifestaciones; Tawil islámico al que iniciaban Ibn’Arabí y los suyos, que reconduce las cosas a su espíritu, reuniendo la realidad empírica con el mundo de la trascendencia y  que se aplica a la interpretación de la enseñanza tradicional, tomó la forma de una “virgen”, convertida luego en “Madre de Dios”, alejando de los hombres a Jehsú, el Cristo de los Iniciados, reemplazado por un legendario Jesús, olvidando a la vez el sentido de ideas como la de reencarnación (Mateo, 16, 13-14  “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?  -Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.), referida al proceso por el cual retornaba el Héroe Solar en la Tradición de la que es deudor el Cristianismo.
De caída en caída en el mundo de la historia, en los siglos II y IV, con las acciones de Ireneo y Atanasio, la Iglesia eliminaba de su transmisión los textos que revelaban un origen tradicional, estableciendo un Canon que excluía del Antiguo y Nuevo Testamentos, como Apócrifos (del Griego apókryphos, oculto;  y éste, a su vez, del radical Protoindoeuropeo Krǟu, ocultar…)  a todos aquellos libros que su ortodoxia no podía ya comprender ni explicar, aunque varios retornarían en las transmisiones del profeta Maní, como los 22 libros de su Evangelio viviente con comentarios a los evangelios canónicos,  y luego del Islam,  fundamentando  Suras y Aleyas del Qoran.
Desaparecieron así de La Biblia más de treinta “autores” que 1.700 años después podemos leer en la excelente edición Apócrifos del Antiguo Testamento de Diez Macho, donde encontramos varias versiones etíopes, hebreas y griegas de Henoch, Fragmentos arameos y coptos, el Libro arameo de Ajicar,  tres versiones del Apocalipsis de Esdras, tres versiones de Textos Macabeos, varias  Vidas de los Profetas,  los Salmos y Odas de Salomón, la Oración de Manasés, la Carta de Aristeas, los Jubileos, un Pseudo Filón, la Vida de Adán y Eva, el Paralipómenos de Jeremías y  los Oráculos Sibilinos, sin mencionar todavía los 700 escritos esenios de Qoumram, con textos exegéticos de las Escrituras, cuyos ecos se encuentran en los Cuatro Evangelios; un Libro de Samuel, un Libro de Tobías, el Manuscrito de Damasco, un Libro de Jubileos, el Manual de la Guerra, el Libro de la Comunidad…textos que demuestran la filiación esenia y tradicional de Jesús y Juan Bautista, excluida en la forma final que adquirió el “Antiguo” Testamento, cuyo primer capítulo en el Sepher Baereschit (Génesis) de Moisés (otro Colegio de Sabiduría, o incluso, una corriente de pensamiento, antes que un personaje ) proviene del Poema Babilónico de la Creación, tanto como la “historia” neotestamentaria de un Mesías se encuentra grabada en los Textos de las Pirámides, 3.000 años antes de Jesús de Nazareth.
Por idénticas razones fueron excluidos del Nuevo Testamento, los Fragmentos Coptos, otros de los Hebreos, de los Ebionitas, de Tomás, de Felipe, de Pedro, de Apeles, de María, de Judas, de Eva, de Basílides y de Marción, con los Fragmentos del Oxirrhynchus, de Fayun y del Cairo; o los que aparecen en los Papiros de Berlín y el Egerton, los Agrapha canónicos y los citados en la Patrística; el Pseudo-Mateo, los extractos del Liber Infantia Salvatoris que conserva el British Museum, el Evangelio Armenio de la Infancia, o el Libro de la Infancia de Jesús de la Biblioteca Nacional de París; los Apócrifos de la pasión y resurrección como las Actas de Pilato, el Evangelio de Nicodemo, la correspondencia de Pilato y Herodes, la Declaración de José de Arimatea, el Evangelio de San Bartolomé, o la Correspondencia entre Jesús y Abgaro… que formaban parte del núcleo de transmisión de la Iniciación Crística hasta el cierre de sus Colegios en el tercer siglo de la Era de Piscis. 
Bajo el título de Los Evangelios Apócrifos, estas obras se encuentran editadas en Español desde 1963 por el filólogo Aurelio de Santos Otero, en la colección crítica de textos  griegos y latinos de la Universidad de Salamanca.    
Aun así, los censores de la Gran Iglesia que en el siglo IV tenía una fuerte presencia en Roma,  donde intentaba conciliar las exigencias políticas del naciente cristianismo influenciado poderosamente por el pensamiento de Pablo, eligieron de entre varias docenas de evangelios, al menos cuatro textos emblemáticos que según el filólogo Antonio Piñero correspondían con los cuatro puntos cardinales revelados en el anagrama que la palabra Adán forma en lengua griega:  Arkton, la Osa Mayor, el Norte;  Dýsis, el poniente, oeste; Anatolé, naciente, el este y Mesembría, el mediodía, el sur…Aunque es más bien un tradicional simbolismo zodiacal  el que se expresa en la selección de los evangelios  de Mateo, con el emblema del Ángel y el signo del Aguador, Marcos y el signo del León, Lucas con el Toro y Juan como expresión del Águila.   
Esta iconografía, que aparece ya en la Mercabah de Ezequiel (Cap. 1) pobremente traducida como “seres vivientes” y “ruedas”, es la Manifestación en cuatro mundos -Querubines-, de la primera palabra -Baereschit- del Canon Hebreo; se reconoce también en el Apocalipsis y fue acogida en el crucero de la Basílica de San Pedro, reproducida en bronce por Bernini sobre las cuatro columnas salomónicas que sostienen el baldaquino del Altar Papal; en la tradición pictórica o literaria occidental y en la arquitectura de innumerables iglesias que por todo el mundo dan fe de su adhesión a un saber tradicional que se presupone aunque su significado y aplicaciones operativas son desconocidos desde hace más de 17 siglos en todas las variantes religiosas que forman el Cristianismo, “iglesia universal”.

***
Si se hubiera conservado la corrección científica impuesta por la precesión de los equinoccios, por la cual más o menos cada dos mil años, cuando “nace” el Instructor de cada Era Precesional, una constelación distinta se eleva en Oriente al amanecer del Solsticio de Invierno, e iniciando el cálculo el 22 de Diciembre del “año uno” de la Era Cristiana, en coincidencia con el grado 0° de Capricornio, a inicios del siglo XX la fecha del Solsticio que abre la Puerta de los Dioses, se habría desplazado hasta el 18 de Enero, luego de la retrogradación del Punto Vernal por los 26 grados que cubre  la constelación de Piscis, independientemente  de la extensión que la astronomía atribuya a las agrupaciones estelares en sus convenciones que, con la misma arbitrariedad que los censores de los textos bíblicos, “fijan” los grados y a veces los nombres de aquellas, sin relación con su correlato simbólico, que es el origen y fundamento de las denominaciones griegas, árabes o hebreas de sus estrellas, conocidas y observadas desde hace muchos siglos.
De modo que el 22 de Diciembre del año 2012, cuando el Sol llega al grado 0 del Signo de Capricornio (simbólico) y nos recuerda el nacimiento de Cristo-Jesús, a las 6 de la mañana, asciende en Oriente la Constelación  de Sagitario (real), como Juan anunciando la llegada del Cristo Cósmico que, en ese mismo instante y  como Constelación de Piscis, se encuentra en el Nadir o Fondo del Cielo de la Esfera Celeste, mientras la Virgen ocupa el Cenit, o Medio Cielo y José, su padre adoptivo, se oculta en Occidente como la constelación de Géminis.
En un sentido muy amplio, todas las Tradiciones contienen el mismo núcleo de sucesos:  Una Enseñanza que viene del Origen, cuyo “inicio” se vincula a un punto de la circunferencia formada por el extremo norte del Eje de Rotación de la Tierra, inclinado 23°27’ en relación a la “vertical” del Eje de los polos de la Esfera Celeste.  Actualmente ese punto coincide con Alfa de la Osa Menor, la  Estrella Polar, posición  que hace unos 6.000 años era ocupada por Thuban del Dragón, y  hace 13.000 por Vega de Lira, como antes por una estrella de la Constelación del Cisne, mientras que, en el futuro se encontrará en Cefeo…otra de las constelaciones del Polo Norte de la esfera celeste.
Al Polo Norte celeste del tiempo de su construcción (12.000 años atrás, según las huellas que la erosión por el agua dejó en la Esfinge de Gizeh, en la meseta que hace miles de años era una sabana) apuntaba el estrecho pasaje  -“para ventilación” según la arqueología oficial antes de las investigaciones de R. Bauval y A. Gilbert (El Misterio de Orión,1994)-  que desde la cámara del Rey va hacia el norte por dentro de la Pirámide de Keops, trazando el camino que en su religión estelar  el alma del Faraón, y con ella, el “espíritu” de todo Egipto, recorre hacia las estrellas, después del rito de “apertura de la boca” realizado con la momia en posición vertical y utilizando la azuela que por su forma evoca la Constelación de la Osa Menor.  Los túneles que van hacia el sur, desde las cámaras del Rey y de la Reina, apuntan a las tres estrellas del falo de Orión y Sirio en el Can Mayor, “principios” que forman y hacia los cuales tienden el Faraón y la Reina, respectivamente, y todos estos pasajes cumplen la misma función que el “tubo espiritual” que conecta el sarcófago de Paqal con la cima del Templo de las Inscripciones,  descrito por Linda Schele y David Freidel  en Palenque: son la representación física, del camino que sigue desde el mundo de los muertos el espíritu encarnado en su encuentro con el espíritu universal.  El viaje del alma, la ruta que lleva al héroe “por tres días”, años, siglos,  al mundo subterráneo, donde construye un cuerpo de luz, vehículo de su “resurrección”.    
Estas correspondencias entre las construcciones sagradas y la astronomía se asocian a la imagen del Héroe Solar, que “sostiene” y “rectifica” la inclinación de 23° 27’ de la Cruz formada por el Eje de rotación terrestre y  la Línea ecuatorial, con respecto al eje de los polos de la esfera celeste, en una “misión” simbólica, pues desde la formación del Sistema Solar luego del estallido de una Supernova hace 4.500 millones de años, no ha ocurrido un cambio en la inclinación de la Tierra o de los otros planetas sobre sus órbitas eclípticas de traslación alrededor del Sol.
Son estos Mediadores, Cristos, Avatares o Enviados, manifestaciones de Vishnú, “crucificados” entre el Eje de Rotación y el Plano del Ecuador quienes traen a los hombres el “significado” de esta inclinación astronómica expresado en un  drama  cósmico de salvación del mundo desplegado en la “vida” de los instructores.
En Jesús, la imagen de su “calvario” o peregrinaje doloroso por la exaltación pisciana del sufrimiento,  hacia el Gólgota donde estaría sepultado el cráneo (es decir, el Principio, el Origen intelectual) de Adán, Primer Avatar del Padre en el Ciclo humano que concluye, lo muestra  inevitablemente inclinado, soportando el emblema de la Cruz, a la vez que “rectifica”  por su pasión la oblicuidad de la Tierra.
Junto a esas imágenes polares, forman parte del drama las visiones zodiacales, en un  plano perpendicular u “horizontal”, con respecto al Eje celeste,  y la constelación que se levanta en el horizonte  al amanecer del Equinoccio de Primavera en el hemisferio norte marcó, como se sabe, de un modo absoluto el simbolismo mítico y religioso de muchos pueblos.
Son las adaptaciones a estas posiciones del Polo y del Punto Vernal, relativas a las constelaciones del Polo Norte Celeste y a las Zodiacales las que modifican las formas de los mitos que describen la relación entre la vida humana en la Tierra y el movimiento de las estrellas, comprendidas como una sola realidad en el mundo antiguo.

***
Según Pierre Ponsoye, el misterio del Santo Graal se resuelve en la Visio Dei, la Visión que tiene Dios de Sí mismo por Él mismo, en el hombre, y está ligado al punto del Solsticio de Invierno del Hemisferio Norte.
La versión “oculta” y misteriosa de esta misión de salvación es la que  transmitieron bardos y trovadores en la Materia de Bretaña, anticipando el nacimiento de la novela europea (Roman de la Rosa del siglo XIII, Tirant lo Blanc ya en el siglo XV), que coincide con los trabajos de la Escuela Hebrea de Traductores de Córdoba (Siglo XIII) y con la composición del Sepher Ha Zohar, el Libro del Esplendor atribuido al Rabí Shimon Bar Yohai del siglo II, pero, como el  Siphra di Tzeniutha, compuesto tal vez por Moisés de León (1240? 1290?), junto al Sepher Ha Bahir de la tradición que conserva la Qabbalah o gnosis oculta de Israel, recibida por Moisés en el Sinaí, junto a la Ley.
Si a esto se suma el pensamiento musulmán que llegó a la península luego del siglo VIII y las obras del misticismo cristiano, se comprende el clima intelectual que preparó la aparición de pensadores como Raymundo Lullio y Roger Bacon cuyo Novum Organum buscaba superar al Organum aristotélico y preparaba el nacimiento del pensamiento científico occidental través de los franciscanos inspirados por el principio de Unidad, visible en el Cántico al Sol de su fundador que evoca la enseñanza de Shams de Tabriz (1185-1248) asimilada por Francisco de Asís (1181-1226)  en su contacto con el pensamiento sufí durante sus viajes de juventud por el norte de África.  Todo ello propició una síntesis de saberes enriquecida además por el nacimiento de los grandes místicos musulmanes como Jalaloddin Rumi (1207-1273) en Persia o, en el otro extremo del Islam, de Ibn Arabí (1165-1240), en Murcia, España.
Esta riqueza de conocimientos marcó  la evolución del pensamiento tradicional que se manifiesta en occidente no sólo a través de algunas organizaciones que lo transmitieron, sino especialmente a través de su producción literaria que revela el misterio de la sabiduría del Verbo  en toda su potencia luego de siete siglos de evolución del género en obras que recogen la esencia de la Queste como el Ulises de J. Joyce, actualizando el peregrinaje de la vida humana en búsqueda del conocimiento que lo devuelve a su Itaca original, en las peripecias de contenido simbólico que viven en Dublín, entre las 6 de la mañana del 16 de Junio de 1904,  Leopold Bloom (Viejo burgués) y Stephen Dedalus (Joven estudiante), o  los siete tomos de Búsqueda del Tiempo Perdido donde la marea de recuerdos que evoca el sabor (sapere)  de una magdalena y una taza de té, en “A coté de Swann”, pone a Proust en la vía del descubrimiento del sentido de la realidad, para, diez años y tres mil páginas después, en El Tiempo recobrado, en una desigualdad de las losas de la plaza frente a la Catedral de San Marcos en Venecia, descubrir que el Santo Graal es un recuerdo, la memoria de nuestra  condición divina original, no como una mera leyenda que encierre una difusa propuesta mística, sino como un estado psicológico y espiritual real.

***
Un pagano llamado Flegetanis, había adquirido un alto renombre por su Saber. Este gran conocedor pertenecía a la línea de Salomón…Fue quien escribió la Historia del Graal…El pagano Flegetanis,  examinando las constelaciones descubrió profundos misterios, de los cuales no habla sino temblando.  Decía él que había un objeto llamado Graal.   Había leído claramente ese nombre en las estrellas.  Un grupo de ángeles lo había traído a tierra, pero él se había elevado más allá de los astros…”

Fue el Tema, citado por SRF en su obra Los Templarios, que repasó pensativo, el bardo y Caballero Templario Wolfram von Eschenbach  cuando encontró en Toledo, a inicios del siglo XIII,  el viejo manuscrito elaborado en la época en que la Orden había establecido una comandancia en la ciudad imperial. Conocedor del misterio del Baphomet, que algunos de sus compañeros pronunciaban Mahommet,  la obra arcaica lo puso en contacto con el significado de la leyenda que transmitirá en su novela Parsifal, con la misma temática del inconcluso Conte du Graal (1181) de Chretien de Troyes y la Historia del Graal de Robert de Boron,  cifrando y volviendo operativo el misterio del  Objeto Santo cuya ausencia convierte el mundo en el Waste Land de Coleridge y hunde a los hombres en la Melancolía…
Flagetanis, según SRF (Los Templarios, 1958), es la transcripción latina de Falak-Thani,  o Segundo Cielo, “el de Mercurio-Hermes, el cual está situado bajo la invocación del ‘mensajero de los dioses’, con S. Aissa, es decir Jesús.  Este segundo cielo es aquel donde por excelencia, se ligan el Islam y la Cristiandad; en él impera la vida y el conocimiento espiritual…”
Por otra parte, el Graal, el Nombre Misterioso, la Palabra Perdida por la cual se abandona el Paraíso Terrenal, la Piedra Descendida del Cielo que R. Guenón relaciona con la voz sánscrita avatarati (El Desciende) y que Wofram presentó como lapsit exilis es, asimismo, la Piedra Exigua o Sutil, precisamente aquella cuyo secreto ignoraban los primeros constructores del templo en  Marcos 12,10; Lucas 20,17 o Mateo 21, 42:
-¿Nunca leísteis en las Escrituras: “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?”
En las investigaciones de R. Guenón (Símbolos fundamentales de las Ciencias Sagradas) corresponde al Cristo mismo, como piedra de Ángulo y  Ángulo de los Ángulos o Rukn el-arkan de  los constructores del Islam, que da su sentido  completo a la concepción del  “Gran Arcano”  dibujado en el siglo XIX por el mago Eliphas Levi (La Clave de los  Misterios) revelando, al poner todo el emblema bajo el nombre de Melek Tzadeq (Melquisedec), el origen primordial de la Tradición que después de nutrir por igual al Hebraismo, al Cristianismo y al Islam, encuentra su cumplimiento entre los siglos XX y XXI, de acuerdo con los análisis presentados por el Abad Louis Constant (E. Levi) en su Clavícula de Salomón.  
Llave de Bóveda o Keystone que los cuatro primeros constructores -ellos mismos piedras fundamentales del edificio espiritual- no podían concebir, pues su lugar está en la Cúpula que corona la Obra, y su tiempo, en la “última” acción del mecanismo iniciático, estas relaciones permiten ver que el Misterio del Graal y el Misterio Crístico, así como las operaciones de la Alquimia,  son uno y lo mismo.
-El manuscrito narraba la historia de Kyot, Maestro provenzal que en el Mediodía francés, e indiferente a la muerte -a manos de Herodes en el siglo I d.C.- del Apóstol Santiago, recibe su visita, acompañando  a María Magdalena, portadora de la sangre de Cristo, hasta Santa María de los Mares, el pequeño poblado cercano a Marsella, visible en el trayecto que  bordeando la Costa Azul por los Países del Langedoc, va de Niza a Carcasona, la ciudad de los Perfectos.
Ya en los Manuscritos del Mar Muerto la imagen de María, madre de Jesús,  se asocia antes que a un personaje, a la comunidad mesiánica separada del sacerdocio del Templo de Jerusalén, en la que opera un mecanismo tradicional  para dar  luz a una enseñanza secreta, oculta, e iniciática, entre los Esenios que realizaban la Iniciación Crística.  Es la misma imagen que al final del ciclo, alumbra la Revelación (Cap. 12, 1 “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas…”). Así que esta referencia legendaria se asocia en realidad a un tipo de instrucción, una hermenéutica simbólica que revela el misterio de las escrituras a quienes alcanzaron la instrucción que faculta para escucharlo, del mismo modo que la referencia a María Magdalena, como el primer apóstol que se convierte en testigo de la Resurrección anuncia el nacimiento de una comprensión especial de la enseñanza del Cristo.    
Por otro lado, el nombre del poeta provenzal  tenía resonancias de misterio.   Kyot o Guyot, en su raíz sánscrita  e indoeuropea  evoca el secreto (Gu)  sobre el cual arroja luz (Ru, Rohati) el  Gu-ru en la India o Tíbet.  Ahora bien, tal secreto no era simplemente una fórmula o un dato, sino una Enseñanza completa sobre un tema específico que requiere un conocimiento de Ciencias Teogónicas, Cosmogónicas, Androgónicas y Fisiogónicas y que finalmente  se expresa en el estado espiritual de quien experimenta la Diksha, la Iniciación.
El venerable objeto había sido encontrado en Génova, hasta donde lo llevaron los Templarios,  tallado en la esmeralda que al inicio del mundo cayó de la frente del Portador de la Luz (Luci-ferre) cuando las fuerzas espirituales descendían para animar la materia, atendiendo a la Imagen del Arcano Quince, transmitida en el Tarot de los Bohemios. La conjunción de las Caballerías Musulmana (Los Dais) y Templaria, que oficialmente disputaban la posesión de los lugares santos en Jerusalén, permitió  devolverlo a Occidente. 
Recorrió los  Pirineos Orientales y su resplandor llegó a los valles de tierra rojiza que bordean el Oriege y el Ariege.  Pasó por el castillo de Montferriére y fue el espíritu de Montsavage antes de que la Iglesia desatara la cruzada contra los Perfectos que prefirieron la muerte a renegar de su Conocimiento, el domingo 15 de Marzo de 1348, después de pasar en vigilia y recibir el Consolamentum al que se sumaron varios soldados que debían custodiarlos, cuando se cumplía el milenio de la Bema,  fiesta iniciática que recuerda el despertamiento y el martirio del sabio profeta Maní (215-276).
Llegó a Valencia, donde  la Copa que se venera en la Catedral, tallada en ágata, la “piedra de la ciencia”, volcánica, rojiza y casi translúcida, tiene su pie grabado en caracteres árabes con las palabras lapsit exilis, que el poeta alemán había asociado en su Parzifal a la más santa de todas las reliquias, señalando además que quienes lo guardaban eran Templarios.  Oculto varias veces durante el dominio musulmán en la Península,  escapó a las requisas napoleónicas  en el siglo XIX y finalmente fue instalado en la Capilla del Santo Cáliz en 1916.
Su trayectoria continúa por San Juan de la Peña, en los Pirineos Centrales del medieval Camino de Santiago, en cuya cueva-monasterio del siglo VIII, con una arquitectura románica similar a la descrita en la Materia de Bretaña,  nació el reino de Aragón. 
La misma tradición alcanzó Hendaya, cerca de los Pirineos atlánticos, entre el País Vasco y Francia. Sobre la Rue de la Eglise y al exterior la Iglesia de San Vicente, la “Cruz Cíclica” analizada por Fulcanelli (probablemente el pintor Julien Champagne,  aunque las investigaciones que no han aclarado nada atribuyen el seudónimo al escritor Eugene Canseliet como discípulo del Alquimista, o al astrónomo Camille Flammarion, al egiptólogo Schwaller de Lubicz, e incluso al físico Jules Violle…)  en el último capítulo de El Misterio de las Catedrales (París 1922-1929), muestra la enigmática expresión latina
O C R U X A V E S
P E S U N I C A

tallada en el brazo transversal, que podría traducirse como “Salve Cruz,  nuestra única esperanza” (O crux ave, spes única), pero, “artísticamente deformada”, según el Sabio filósofo hermético cuyo estudio referimos, nos advierte que ilustra, con una letra S de aspecto serpentino y en correspondencia con la Xi griega, el secreto del Sol que llega al Zenith al cumplirse su Tiempo, su Ciclo, continuamente evocado por el Analema que a lo largo del año forma esta estrella en el Zenith.

Leída por nuestro Alquimista en Lengua Diplomática (atendiendo menos a la expresión literal que al sentido simbólico), la Lengua de los Pájaros del Perfumero Sufí Fariduddin Attar,  la frase guarda la expresión Il est écrit que la vie se réfuge en un seul space:  Hay un solo lugar (spes unica), que no es lugar, u-topos, centro o Medium Mundi, Pardesh persa, Para Desha hindú, Más Allá, Duat Egipcio, Bardo tibetano o Xibalbá maya, Hadés griego o A-Eidos (lo sin forma, “antes” de la ldea), reino de Plutón que gobierna a Ophiuchus, el 13er. Signo zodiacal, donde sin embargo no rigen la muerte ni el zodíaco; origen y refugio de la Vida, morada de la Existencia: allí se cumple la antigua profecía que ilumina las edades, siempre adaptada por una Tradición (…Il est écrit). 

Sutilmente, la inscripción nos induce a mirar una Vía que se revela en las imágenes talladas en las cuatro caras del zócalo que sostiene el pedestal (pesunica) de esta cruz griega de brazos iguales: El Sol central rodeado de cuatro estrellas en los ángulos, arquetipo de la Quintaesencia que debe ser reconocida presidiendo a los cuatro elementos del Nigredo, en la Primera Operación de la Gran Obra; la Luna del peregrinaje por el mundo psíquico, imaginal, en el Aether originario del Albedo, Segunda Operación; y la Estrella de ocho puntas que nuestro Filósofo ve en correspondencia con Venus, el Rubedo, Obra Roja, Tercera y última operación del Arte, manifestado emblemáticamente en los Ocho Triángulos que el Sabio armó al inicio de su Mensaje Sexto.  En la cuarta cara encontramos  el Óvalo de la Eclíptica, dividido por los ejes de Solsticios y Equinoccios, marcando cuatro espacios geométricos que guardan sendas letras A, vinculadas a las cuatro Edades, los Yugas, los Tiempos, o , como en el Libro de Daniel, a 3 Emperadores y un Rey, que el Sabio parisino de la Gran Obra pone bajo los nombres de Alejandro, Augusto, Carlomagno y Luis XIV, Rey Sol en el Poniente, antes de la gran transición al nuevo ciclo…ya que el Tiempo es uno de los tres grandes secretos que la Xi griega, inicial de Kronos, guarda en su seno.

Se revelaría así, en este emblema que proviene del Siglo de las Luces,  un  misterio conservado desde la Prehistoria: el significado de las cuatro divisiones del tiempo cíclico originado por la traslación de la Tierra en la Elipse de su órbita, que llega a su cumplimiento al final de un tiempo previsto en la Tradición Original transmitida por los cánones del Arte.

El Grial alcanzó luego San Juan de la Luz, en la costa francesa, manifestándose como Le Rayon Vert del resplandor solar: “Un verde que ningún artista podría jamás obtener en su paleta” (J. Verne, 1882).  Verde del Paraíso y color litúrgico del Islam, que contemplan los amantes durante un “relámpago de instante” realizando el misterio de la Unificación al final del ocaso, cuando los rayos rojos del espectro luminoso han sido finalmente absorbidos por el aire.

El Santo Graal continuó su trayecto por Aquitania, hasta llegar a la Abadía de Glastonbury en la Isla Verde, en medio del Mar de la Blancura…

***
A setenta y cinco kilómetros de Madrid y en el centro de España, en la colina que domina Toledo  cien metros arriba del Torno del Tajo, se levanta la casa que el marqués de Vega-Inclán consagró a guardar  las 13  pinturas del apostolado del Greco.  Las dos hileras de seis apóstoles a izquierda y derecha del íntimo recinto, están  presididas por el lienzo del  Cristo.   Algunos discípulos  tienen en sus manos el atributo que la Leyenda Dorada transmitió a lo largo de los siglos -como  el dragón que brota de la Copa que sostiene su Apóstol Juan, en el Museo del Prado-.  Fue este el primer lugar que el peregrino visitó al llegar a Toledo, en el tren rápido que lo trajo desde Madrid, por la mañana.  Una “virgen apocalíptica”  pintada sobre un cielo agitado, resalta en el gran lienzo que precede la colección y que incluye un mapa de la ciudad y un ser con aspecto de escultura que sostiene un  cántaro, aunque la crítica es más feliz viendo una cornucopia….
Dejó la casa-museo y caminó hacia la Catedral del Siglo XIII  -construida para albergar la Copa Santa llevada por los Templarios-  y luego, calle abajo, al mirar Santo Tomé, volvió a pensar en Domenico Theotocópulos,  el  pintor de la Isla del Minotauro que a los 22 años y habiendo dominado la técnica en la ejecución de íconos, dejó  Creta, en ese entonces parte de la República de Venecia, para viajar a Italia donde tuvo por maestros a Tintoretto, Tiziano y Veronés, que lo instruyeron en los misterios de la luz, centrándolo en el dominio del color más allá de la perspectiva que envuelve a los sentidos con su ilusión de tercera dimensión, trascendiendo la perfección formal de los florentinos Da Vinci, Miguel Ángel, Rafael y Corregio.  Subjetivo en su arte, “El Greco” es simbolizado por el fuego en el ANE de SRF.  
Las estrechas callejuelas empedradas entre las fachadas de ladrillo y piedra de la antigua Ciudad Imperial, lo condujeron hasta la sinagoga, solitaria luego del mediodía.  Cruzó un amplio salón de paredes blancas  y ascendió a la galería mirando con atención un ejemplar de la Torah que un anciano rabí guardaba junto a varias menorah de plata.  La ciudad nunca había  perdido la majestuosidad que la luz de la tarde confirmaba destacando la brillante silueta del Alcázar.  Bordeando la ruta del río, sobre la colina,  caminó hasta la  capilla de Santo Tomás. 
En medio de una larga hilera de turistas cruzó la verja y entró en el recinto de la iglesia.  Junto a la puerta y separado de la multitud, contempló en silencio el magnífico y místico Entierro del Conde de Orgaz,  pintado entre 1585 y 1587.
Los toledanos no se cansan  de admirar esta compleja Obra que, dividida en dos planos  por la composición y el color, nos muestra dos mundos, terrestre y celeste, cuando Don Gonzalo Ruiz de Toledo, “Conde” de Orgaz, ingresa a la tumba. 
El cuerpo exánime dentro de su armadura es sostenido por San Agustín y San Esteban, que,  como la leyenda afirma, habían acudido hasta el Conde al momento de su muerte.  Sus casullas gemelas,  en color amarillo,  brotan de la obscura procesión de los 18 caballeros que lo acompañan hasta su última morada,  reunidos durante el responso bajo la forma del Crucificado  que eleva el párroco Andrés Núñez, a la derecha del lienzo y enfrentado a tres frailes –franciscano, agustino y dominico- . 
Entre los testigos, se encontró con la mirada de El Greco, junto a cuyo rostro otro testigo levanta la mano derecha en un gesto semejante al mudra del Pantócrator.
La Iglesia de San Tomé, o Santo Tomás, entregada a los agustinos por la familia real de los Paleólogos  bizantinos  y  consagrada a través del Conde a San Esteban, fue construida uniendo el mudéjar al gótico, sobre una antigua mezquita.  La nave guarda la tumba, y sobre ella, desde el lienzo, vestido de negro, Jorge Manuel -hijo del Artista- miraba directamente al peregrino, llevándolo a  formar parte de la escena que ocurre en la Tierra, mientras  en un  mundo intermedio de luces y sombras producidas por el juego de  grises, el Ángel del Conocimiento  crea la verdadera forma del alma del Conde que, escapando de la tumba,  es recibida en el mundo celeste  por la Virgen a la izquierda y Juan Bautista a la derecha de la Obra, evocando aquella otra escena,  al pie de la Cruz.  Esta composición diamantina está coronada por el Cristo Glorioso que rodeado por Juan y Santiago encuentra con su mirada a la del Maestro cuya Voz clamaba en el desierto, mientras apaciblemente abarca toda la Obra con su diestra, Juez del Mundo que muestra su Misericordia. 
Esta parte de la imagen le recordó la déesis tradicional que había visto un año antes, cuando el peregrinaje lo llevó en medio de la tempestad que se abatía sobre el Cuerno de Oro,  hasta Santa Sofía, en Estambul.  Allí, a pesar de que la obra en su parte inferior ha sido deteriorada por el tiempo,  el Pantócrator equilibraba el mismo mudra que el Artista ha reproducido en Toledo, con el Libro que junto al corazón, sostiene su otra mano.  ¿Por qué en Santa Sofía se encontraba ya el tema que el Greco “como un perfume bizantino” ahora repetía, en esta reflexión sobre la muerte? 
Esta segunda contemplación del tema le reveló un arquetipo: la Virgen y Juan Bautista orando a Cristo por el mundo formaban una imagen que, aquí, en Toledo, mostraba otro elemento, la figura gemelar que hacían San Agustín y San Esteban pintada en amarillo, contribuyendo a la comprensión del mensaje de toda la pintura.   
Sin atender al ruido de fondo que los diversos grupos de visitantes producían entre las explicaciones de los guías, no  pudo  separar su mirada  de la imagen misteriosa que, perdido todo rastro antropomórfico, experimenta la transmutación que la lleva a la siguiente estación humana, en comunicación con la realidad entera, como el Embrión Cósmico  -Hyranya Garbha de la Edad de Oro-  que llena el espacio donde resplandecen las estrellas en los confines de la realidad cubriendo al Hombre Viejo, arquetipo de una Humanidad que se transforma, en la última secuencia del 2001 de Kubrick. 
Y de pronto, mientras analizaba la figura inacabada, obra abierta en curso que ocupa el centro donde se cruzan  los ejes de solsticios y equinoccios, vio El Nombre, El Secreto Primigenio que el pagano Flagetanis –y con él todo el Islam-  había leído siete siglos atrás como Graal, expresado en la Obra del Maestro como las constelaciones de Virgo, Sagitario, Piscis y Géminis en las formas de la Virgen, Juan Bautista, el Cristo, San Agustín y San Esteban. 
En el Arte, revelador del mundo del significado, permanente y anticipante,  todo el misterio de Oriente reservado en Asia Central retornaba a su origen, a Occidente,  tocando Toledo, que había reservado el destello de la Instrucción primordial en el manuscrito de Kyot tanto como en la pintura de El Greco, intuido estéticamente varios siglos antes de que esta visión fuera una realidad astronómica, pensada para una fecha específica, cuando coinciden varios fenómenos celestes previstos en muchas tradiciones.
Había meditado ya esta descripción astronómica del Santo Graal en el Sexto Propósito Psicológico del Sabio,  Medicina Universal, Alma de todas las Cosas  (SRF,1956) y  brotando especialmente de las Aguas, al final de “Escultura Arquitectura”, de su Arte en la Nueva Era (1952) veía las cuatro piedras preciosas: el Carbunclo, el Diamante, el Jade y la Obsidiana, asociadas a este misterio luminoso expresándose en el Zodíaco Celeste de las Constelaciones como Piscis, Virgo, Géminis y Sagitario, que representan al Cristo, la Virgen, José y Juan Bautista. 
Y, precisamente,  esta imagen creada en el Lienzo del Pintor como una anticipación mística de los sucesos astronómicos previstos en las escrituras, era la señal que todos  los hombres de la Tierra mirarían en los cielos, al amanecer  del 22 de Diciembre del año 2012, cuando terminaba la Quinta Cuenta Larga del pueblo que conservó en sus calendarios el mensaje de la Tradición Original.
***
El simbolismo de la Astrología, otra de las ciencias tradicionales, era también el lenguaje de la transmisión graálica y su proceso desplegándose en la historia, gracias a la acción de la Tradición que con sus iniciados “esperaba en cada vuelta del camino”, según la expresión del Sabio (YYY).
En los signos Cardinales del Zodíaco Terrestre: Cordero,  Cangrejo, Balanza y  Macho Cabrío, se realizaban cada doce años las Grandes Peregrinaciones, correspondiendo con las Festividades de Solsticios y Equinoccios que se presentan en el recorrido del “círculo” eclíptico (en realidad una elipse), como la reunión  (Mela) de más de 50 millones de peregrinos entre Saddhus, Sanyasines, Ascetas, Rajas, Yoghis, monjes, devotos  que se encontraron en Harvard, India, en 1950,  en Búsqueda (Queste, Gesta)  del Cántaro (Kumbha), de la Urna, el Ánfora, el Graal, cuando el Sol transitaba por la constelación de  Aries,  mientras que los Grandes Peregrinajes en Busca del Graal, la Copa que contiene la Sangre del Salvador, el mismo Amrita Védico que lleva Danu Antara, el Médico Divino, empezaban a darse en América del Sur, siempre en el mes de Septiembre y también cada doce años.
Estos peregrinajes en la luz habían ocurrido ya en el Equinoccio de Otoño, durante los meses de Septiembre de 1974, 1986, 1998 y 2010, entre Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, la región de la esfera terrestre donde se localiza la proyección de las estrellas que forman el Aguador Celeste de la Constelación de Aquarius que vierte la luz del Cántaro por la costa occidental de Sudamérica hasta Fomalhaut, la boca del Pez Austral.   “Alternadamente  con valores positivos y negativos, cada uno” como había escrito SRF en una carta en la que atribuía un sentido público, positivo y abierto, al Kumbha Mela hindú del cual participó en 1950, entrando “como bañista de suprema categoría” en las aguas del Ganges en Rudraprayag,  mientras que el de 1962, año de su muerte, quedaba asociado  a una función oculta, misteriosa y esotérica, con un sentido especial para iniciados y maestros.  En todo caso, la Fiesta del Aguador, del Cántaro, anunciaba en América del Sur el advenimiento  de la Era del Saber, edad de Oro prevista en India como el Satya Yuga  (Edad de la Verdad), que sucedería  al Kali Yuga, Edad de Hierro, abierta por Sri Krishna, cinco mil años atrás.
El Zodíaco Estelar, donde se distinguían las estrellas de los Signos Fijos, Aldebarán Ojo del Toro; Régulus, Corazón del León; Antares, Corazón del Escorpión y Fomalhaut, la Boca del Pez Austral, marcaba las misiones humanas históricamente manifestadas en las tareas constructivas como la Civilización egipcia expresada en el emblema de la Esfinge de Gizeh, que reúne en su forma estos cuatro seres denominados Querubines por el genio hebreo, haciéndolos formar parte de una sola manifestación: la Mercabah del Libro de Ezequiel, cumplimiento emanado del Principio Bareschit, consignado por Moisés  al inicio de la Torah.
Estos cuatro “signos fijos” del Zodíaco estelar estaban representados en el Cuadrado que inscribe la Cruz-Emblema trazada por el Sabio como una ruta para el cumplimiento de la misión emanada de la Orden del Aquarius en la Nueva Era, que cada generación transmutaría a través de su recorrido por los centros sagrados de América del Sur, puestos en relación con los textos que escribió bajo el título Propósitos Psicológicos, hasta encontrar el Santo Graal, simbólicamente manifestado en  los Cuatro Signos Mutables: Los Gemelos, la Virgen, el Centauro y los Peces, expresión, en el Zodíaco Celeste, de las constelaciones Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis, que el 22 de Diciembre envolverían al mundo entero.
Al interior del Cuadrado de los Signos Fijos (Aquarius, Tauro, Leo y Escorpión) que forman en el Zodíaco una Cruz ( + ) de brazos iguales, como emblema que los integrantes de la orden tienen sobre el pecho, el mecanismo que transmuta los cuatro elementos corrientes que les corresponden (Aire, Tierra, Fuego y Agua) por la investigación  de la realidad con las claves hermenéuticas que provienen de la Tradición Iniciática,  se presenta como la ( x ) trazada en el Círculo interior al cuadrado, con los 36 Propósitos Psicológicos distribuidos entre Aries y Piscis en los 36 decanatos de los Doce Signos,  que inscribe a la vez, en forma de fechas,  en los extremos de las diagonales invisibles, los signos Cardinales (Aries, Cáncer, Libra y Capricornio) y los Mutables (Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis).      
En el Centro  y después de estas dos operaciones aparece Kumbha, el Cántaro, la Urna, el Graal que lleva grabados los símbolos de los planetas cuyos movimientos, analizados como teoremas, formaron la Mónada Jeroglífica de John Dee (1527- 1609), el mago isabelino que permitió el renacimiento de las ciencias tradicionales durante el siglo XVI, a través de su obra matemática y geométrica construida con los principios descritos en el Timeo de Platón, que transmite de forma velada, el misterio que desde hace miles de años anima el Gran  Arte…
***

El Jazmín de los Fieles de Amor


azul violeta lobelia intenso ozono magenta más profundo en el blanco resplandor de los jazmines junto a la hiedra poblando muros ocres torso de la mujer triunfante belleza en el rincón junto a la fuente donde beben pico anaranjado mirlos alas negras brotes de bhang frente a setos de lavanda bajo el sol del mediodía zamarritos suspendidos sobre la esmeralda obscura del follaje a veces inclinados sobre pétalos enormes de heliotropo brillante oro de Arlés vencedor de cuervos volando contra el azul profundo sobre las mieses y la tierra vino del  hermano de todos los hombres


perfume del Señor aliento de la Amada cada mañana feliz mujer frente al espejo perlas blancas y carmín marcan el aire sonido gayatri en  ondas nag champa expandiéndose en la penumbra agitada movimiento  apsara en cuernos de ciervo ojos cristal verde en la entrada al harim men nur mirada corza blanca ante la puerta tallada se abre al piadoso blasfemo
amado renacido en cada amada

Búscame en la estación del amor
escuchó el Javanmard, Caballero del Alma, unidad del Amor, el Amante y el Amado. Poeta del Fuego, el Corazón de Amboise en Indre-et-Loire escribió en sus cuadernos sobre El Arte de Pintar: “Sólo amamos lo que comprendemos”. Jnana-para-Bhakti.  Maha Yug del Gran Siddha que contemplan  los eones.

Siempre comprendió el Tawhid esotérico realizando la experiencia unitiva del amor humano, que por su Tawil transmuta el Mensaje de la Belleza en texto profético revelador (H. Corbin).  Ibn’ Arabí, en la Meca, testificó su vida: Ruzbehan de Shiraz (1128-1209), Malamati (intrépido) que  relató en su Diario Espiritual la experiencia mística vivida desde los siete años, identificándose con el pensamiento del Profeta meditado cada día en Al Qoran.  A los quince fue al desierto y encontró al Kadhir:  

-“Cómela entera, pues es la cantidad que yo he comido…”, le dijo éste, al ofrecerle una manzana invitándolo a realizar en su ser al mismo Amado.

Fiel a sí mismo, afrontó, poniendo su capa a los pies de las halkas sufíes en la Meca, la culpa de amar hasta el éxtasis a la  bella cantante Jinni lo ‘batti (“hada encantadora”) que no sabía del fuego que elevaba a Ruzbehan: No provenía de algún Dios abstracto la exaltación unitiva que abrasaba su ser todos los días, sino el amor humano, la pasión de unidad que nunca rechazaba, pues  Amor (Ahaba) y Uno (Ehad) son lo mismo.  Siete luces visibles, seis ocultas.  Qibla interior que conduce el alma a Sirr, el Secreto, el Íntimo, el Señor personal, sin negar el mundo y sin salir de él.  Experiencia unitiva del tantrismo, continuidad y despertar del alma desde el sueño de las cosas. “Oh, cuán bella es vuestra forma” (Corán 40,66 y  64,3)

Radha eterna entre las Gopis, Sita buscada en las selvas, los desiertos y las islas; Sulamita mirada por el sol, Helena que nació del Cisne y Leda, amada como Penélope y Dido.  Blonda Isolda de la Verde Erín y Ginebra en los umbríos bosques de la magia; Sherezada que ilumina la contemplación con Nur divina. Layla de los desiertos árabes a Azerbaijan.  Eloísa más amada que Alétheia y Areté.  Beatriz a los nueve años, Vita Nuova guardada en el corazón del Fiel de Amor. 

“Amado con Amada
Amada en el Amado transformada”

***


LOS ULTIMOS TRECE DIAS DEL GRAN CICLO
(A dos voces)

El 10 Diciembre de 2012, trece días antes del final del calendario, fue un buen día para meditar en los 26.000 años transcurridos desde que otra humanidad, hace 24.920 años, o hace 25.000, contempló esta misma alineación de la Tierra, el Sol y el Centro de la Vía Láctea.  Como en otras ocasiones, las cifras del cálculo abstracto pocas veces son exactas; los eventos, siempre.  El eje de rotación terrestre se encontraba entonces, “más o menos” (a causa de los 12 movimientos de la Tierra: rotación, traslación, nutación, precesión equinoccial, etc.) apuntando a donde hoy señala y ese fenómeno celeste habrá sido percibido por otros pueblos en los términos propios que su desarrollo en el conocimiento empírico permitía. 
Sabemos demasiado poco sobre aquellos seres cuyo primer fósil fue encontrado hacia 1830 (hallazgo “oficial”: 1856) en el valle de Neander, cerca de Dusseldorf, que, literalmente, formaron “otra humanidad” en una Eurasia aislada del resto del mundo a causa del clima y los glaciares, a lo largo de cientos de miles de años.  Evolucionaron desde el Homo Rudolfensis y Homo Erectus produciendo variaciones de Neanderthales entre los Países Bajos y Uzbekistán, algo diferentes del Homo Sapiens que, brotando del mismo tronco, pobló África desde el Valle del Rift, hace unos 70.000, años para luego avanzar sobre  Europa, Asia, América y Oceanía, como lo describe Yves Coppens, uno de los tres descubridores de Lucy, el célebre Australophiteco afarensis  de unos  de 3.2  millones de años de antigüedad (Últimas noticias de la Prehistoria, 2010).
¿Qué relaciones se establecieron a lo largo de 100.000 años de intercambios, entre nuestros antepasados Sapiens -que terminarían dominando el mundo-  y los Neanderthales, que ya lo habían habitado durante más de 700.000?  Con un cerebro más grande que el nuestro y más inteligentes que nosotros, según algunos genetistas que ahora planean devolverlos a la vida, clonándolos a partir de los tres mil millones de letras de su ADN mitocondrial decodificado en 2.005 por C. Hänni a partir de un diente encontrado en una cueva de Bélgica (Y.Coppens).  Dueños de creencias metafísicas visibles en sus enterramientos y expresiones estéticas, tuvieron también un lenguaje,  gracias al gen FOXP2, localizado en el Cromosoma 7,  que se expresa en varias regiones del córtex cerebral, en los ganglios basales y otras estructuras subcorticales cercanas al cuerpo calloso y a la circunvolución del hipocampo relacionada, según del Neurólogo F. Rubia, con la experiencia mística y unitiva de la trascendencia.  Contaban también con una laringe que parece un poco más alta que la nuestra (limitando su capacidad de emitir sonidos) inferida de la forma de su cráneo y esqueletos encontrados.
¿Fueron estos originales europeos Neanderthales, genéticamente capaces de lenguaje, de experiencia estética y religiosa de lo trascendente, que luego de diferenciarse migraron a lo largo de unos 400.000 años hasta Medio Oriente y Mesopotamia, quienes enseñaron a los pobladores más antiguos de la actual Siria, hace 100.000 años, a fabricar adobes con tierra y betún para utilizarlos como pegamento en construcciones de piedra?  ¿Llevaron sus herramientas al encuentro de otras que ya fabricaban 2.5 millones de años atrás los primeros habitantes del Cercano Oriente llegados también desde África, como los europeos primigenios, por lo menos 3 millones de años antes de su “reciente” transformación en Sapiens hace unos 70.000 años?
Como en la teoría de P.T. Ananké, autor francés de Iniciación Prehistórica que nadie reedita por su ariofilia, citado por SRF en sus obras, sólo obscuras tradiciones nos hablan de los pueblos de AD y AM,  marchando entre las catástrofes naturales durante las Grandes Aguas MA,  desde el Edén, su patria Occidental. 
Huían hacia Oriente, mostrando este hecho en la inversión de su nombre que de ADAM pasó a AMDA,  AN-DA  y luego IN-DA.  Como tótems, llevaron su saber en diez sílabas-síntesis: AG u OG, AD, AM, AN, AF, AW, AR, AB y AS,  nueve derivadas de gritos animales y en relación con atributos vegetales  o minerales, más AL que fonetizada como HEL, simbolizaba a Dios.  Así los OG HEL AN, o G’-HEL-AN, descendientes de “Los dioses” (AG) del Génesis, fieles a HEL, unidos a los pueblos de piel obscura (NA), migraron a oriente como AN-G-HEL y guardaron en Asia un saber que cientos de  miles de años después volvió a Occidente, con los Sapiens,  que invirtieron los nombres de sus pueblos para mostrar su movimiento de retorno, dando origen a los AN GLE, con sus cuatro ramas:  AL AM AN DA,  GO RA MA NA, GRAN G’ HEL y  BUR G’JEL AN DA. (SRF, cit. Ananké en Libro Negro de la Francmasonería).
Las mismas teorías quieren ver en la interdicción de acercarse al árbol Occidental  de la Ciencia (Occidental) del Bien y del Mal, conservado como HEL NA SA, el Saber de HEL, reunido en el Continente negro NA, por los SA, celtas  del Sur, conocido luego como Génesis “una vasta enciclopedia de ciencias iniciáticas occidentales”, al testigo de un proceso de mesaticefalización entre los braquicéfalos blancos del norte y  occidente (“europeos”), que podían ser incluso pelirrojos pues poseían variantes del gen MC1R,  y los dolicocéfalos de piel obscura del sur (“africanos”) que también migraron hacia oriente…El análisis del ADN muestra que el Homo Sapiens no desciende del Neandhertahl, aunque éste aporta algo a nuestro genoma, y ambos, Neanderthales y Sapiens,  provienen del Homo Erectus de quien se separaron genéticamente hace unos 800.000 años, así como la separación entre Neandhertales y el hombre moderno ocurrió hace unos 400.000.
¿Son los relatos de enlaces y rivalidades entre Pandavas y Kauravas del Mahabharata, Ases y Vanes de la mitología nórdica,  Arios y Drávidas de la península índica, Hijos de los dioses e hijas de los hombres del Génesis y los libros de Henoch,  Celtas del Norte y Celtas del Sur de las tradiciones druídicas, AS y SA de las leyendas iniciáticas que asocian tradiciones atlantes y semitas…los  recuerdos de esos encuentros prehistóricos entre Neanderthales europeos del norte y Sapiens africanos del sur, que pasaron a formar parte del Ephos universal?  La interdicción divina de los Og’Hel, dioses del Génesis, que impide a los extranjeros de color (Adamah: Tierra roja, en Gén 2,7)  consumir el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, poniendo un AN-HEL a la puerta del Edén de donde ha salido Adán, hacia oriente, es una imagen que merece un análisis más cuidadoso.  Así como el conjunto de reglas que en la masonería prehistórica, a través de signos físicos y emblemas, palabras escogidas y consignas, protegían el Saber que colegios de iniciados MA-HEL-SA (Celtas del Sur SA, fieles a HEL, durante las Aguas MA) transformados progresivamente en MA-I-SA, Moisés,  habían llevado como el Génesis, HEL NA SA: el Saber Divino HEL, de los Celtas del Sur SA, conservado en el continente Negro NA.  Igualmente deben analizarse con más datos simbólicos las leyendas masónicas de Hiram y su muerte a las puertas de Oriente…
Fue Saint Ives D’Alveydre, a inicios del siglo XX, quien propuso que el ordenamiento y las correspondencias entre constelaciones, estrellas, formas geométricas, letras, alfabetos, números, tal como han llegado hasta nosotros, o mejor dicho, como él mismo los encontró al comparar los sistemas tradicionales hebreos, árabes, hindúes, chinos, celtas y otros, se dio en fechas múltiplo de 26.000:  hace 52.000 o 78.000 años,  cuando una instrucción sintética fue cifrada en conexión con el Zodíaco y transmitida en forma de mitos, a la humanidad que ha visto el paso de los últimos 26.000 años, siempre uniendo sus manifestaciones intelectuales, sociales y espirituales a las relaciones que otra humanidad encontró cuando el Punto Vernal, como ahora, recorría la constelación de Aquarius.
Todos los instructores de la Iniciación Crística, desde Adam hasta Jesús, han hecho posible esta transmisión que ahora se prepara para ser proyectada, con nuevas formas pero siempre con los mismos valores y principios, al siguiente ciclo humano…

Día Doce
Una vez en posesión de la síntesis, para transmitirla, los pueblos primigenios tomaron como lenguaje a las estrellas, “el único libro que los hombres no han podido destruir” y donde ellos mismos habían encontrado la Tradición que encarnaban.   Allí se conservó la información sobre el origen y la finalidad total del hombre.  De ahí la profundidad del misterio del Zodíaco, cuya enseñanza es la base de la Iniciación y contiene “la maravilla del tema del mundo”, conservado a lo largo de las épocas a través de un relato, el sermo mithyco que acompaña a las trece constelaciones zodiacales y a las que, cercanas a ellas, se distribuyen sobre (boreales) y bajo (australes) la Eclíptica.
Así, la alineación del 22 de Diciembre se produce en relación aparente con el grado 0 del Signo del Macho Cabrío y en el contexto de la Enseñanza Crística, pues la Natividad del Hijo de Dios ocurre en esa fecha, cuando se reúnen desde la Cola del Escorpión, el inicio de Sagitario (que es la constelación por la cual “pasa el Sol” en el mes de Diciembre),  los pies de Opphiuccus (Asclepios o Esculapio) “sosteniendo” a la Serpiente (Kundalini hindú, Dragón chino, Tiamat sumerio) que busca alcanzar con su cabeza la Corona Boreal y las cercanas constelaciones de Sagita y el Escudo.  Los relatos alrededor de estas agrupaciones estelares, inicialmente orales, forman la materia que se disemina, a veces con menciones directas (Job) en los  libros sagrados de todo el mundo.
A través de ellas se mueven los planetas del Sistema Solar, “dioses” mitológicos que aparecen con distintos nombres pero idénticas historias y sentido, en todas partes y en todas las épocas.  Las características de la mecánica celeste son las que se describen bajo la forma de eventos de un drama cósmico, consignado luego de mucho tiempo por escrito, casi siempre en obras armadas utilizando la “clave dáctil” del mundo antiguo: Son cinco los libros tradicionales chinos (Wu King) y los tonos de su lengua, las obras de los colegios mosaicos (Pentateuco), los grados del sacerdocio druídico,  los planetas estudiados por los pueblos de oriente y occidente; los centros de conciencia del Vajrayana,  o los sentidos, los elementos de la física griega y los sólidos de la instrucción platónica. 
En el seno del pentágono escogido para simbolizar al hombre y su acción sobre la naturaleza, en el Pitagorismo, los ángulos correspondientes a cada lado miden 72°, imagen matemática y geométrica del número de años que tarda el Punto Vernal en recorrer un grado de la eclíptica, dato clave de transmisión y base de muchos calendarios, desde los sumerios, hindúes, egipcios, celtas o mayas, así como de operaciones mágicas, alquímicas, o “yoghísticas” que requieren 72 genios en el hebraísmo,  como las 72.000 transformaciones alquímicas de Sun Wu Khung, el Mono Peregrino del Viaje a Occidente; 72.000 nadis, o 72 como pronunciación, en los tres mundos, de los 24 puntos que hacen el Nombre Sagrado de los Hebreos.

Día Once
La Transmisión de esa Síntesis por medio de un saber que encuentra el significado del movimiento de los cuerpos celestes, crea un sistema que organiza el conocimiento en formas específicas: las Ciencias Sagradas, materia de la Tradición Iniciática.
La Ciencia de los Mundos Celestes (Astrología) y la Maestría de las Tesis (Magia) se relacionan a través de un sistema de correspondencias (Arqueometría) que permite operar la Transmutación (Alquimia), en la gran ciencia de la Unión (Yoga).
Estas ciencias corresponden fenomenológicamente a la experiencia de esa transmisión original, es decir, no tienen valor  como procedimientos abstractos que se puedan estudiar o aplicar fuera del contexto específico que las originó, al que a su vez  explican y permiten manejar.  No son un saber distinto de la realidad que comprenden y en la cual operan. 
Es por eso que, si no se investigan las claves hermenéuticas del conocimiento que las constituye, carecen de utilidad y devienen en supersticiones, o se convierten en “nuevas técnicas” de tratamientos o de “conocimiento”, en los que abunda la new age, que simplemente excluyen, porque las desconocen, las referencias al Sistema tradicional del cual provienen, ofreciendo a quienes se acercan a ellas, con expectativas ingenuas, una caricatura del saber sagrado de los pueblos originales.     
Al fondo de todas ellas está la realidad del Multiverso, vista desde cada uno de estos Darshanas, universales, si consideramos la variedad de pueblos que las cultivaron y la distribución mundial de este conocimiento.   En sí mismas, estas ciencias  son un lenguaje, es decir, en sus leyes y  mecanismos “se refieren a…” y tanto sus datos como sus procedimientos deben interpretarse en ese contexto.  Así como las matemáticas son “ciencia de” entidades anteriores a ellas: el Número, como realidad ontológica y raíz de todas las cosas. 
Sostenidas siempre por los mismos Principios, que gobiernan Leyes Universales,  estas Ciencias de Hechos que se suscitan en varios aspectos de la realidad, se encuentran en un permanente proceso de Adaptación, que en cada época vuelve operativo el Saber dentro del mecanismo de Iniciación al que sirven, llevado adelante por Avatares, Budas, Salvadores (Messiah), equivalentes del Mahdi: "Aquel que es Guiado"; todos ellos, como el Ungido, "impregnados por la Gracia divina",  denotan "la presencia directa de un rayo del Espíritu Universal" y encarnan la Iniciación Crística.
En la acción de estos instructores siempre se distinguen dos momentos, el anuncio del mensaje inicial, “Primera Venida” que culmina en una Llamada y el cumplimiento, cuando aparece el Boddhisattva, el Jivan Mukta, el Kadmo o Verdadero Maestre, que no tiene porqué ser solamente un individuo, aunque se lo concibe como el Iniciado supremo que resplandece con la Luz de la Shekina de la Santa Qabbalah y  de la Shakti de los Yoghis, mostrándonos el proceso de la verdadera Crist-alización que nos lleva a la comprensión de que el Substrato Divino no está separado de la humanidad. “El hombre no es una cosa diferente de Dios.  No somos alguna cosa aparte de Él, sino más bien el trazo de Unión”, el Vau (letra V, O, U, hebrea) que liga el Mem ( letra M, los misterios de la Merkabah) y el Shin (los tres Yods, la Sh hebrea) reparando la ruptura hecha en el Nombre de Dios para crear el mundo.
Es adecuado entonces meditar en la Iniciación, que siempre es Crística, y está simbolizada, descrita y figurada por el Eje Terrestre que gira, inclinado,  alrededor del Eje Celeste.  Son los Mesías de todas las épocas los que restauran el Equilibrio,  “a través del Fohat, la cristalización de las fuerzas, el Elías Artista de los Rosacruces, el Emeth de los Hebreos, el Fuego Elementario de los Ocultistas, el Super-Prana de los Yoghis”, que alinea el Eje de la Jerusalén Terrestre o  Eje de rotación de los Polos, con el de la Jerusalén Celeste, “la Gran Línea Vertical descendente, de la Ley, la Luz, la Inteligencia Divina, en Alianza con el Eje del Gran Arquitecto”.

Día Diez
El sistema de Transmisión también produjo a lo largo de los siglos, en todas partes, formas religiosas que fueron siempre una expresión externa del mecanismo de Iniciación, que Aristóteles consideraba enseñanza exotérica, o pública, distinta de las obras esotéricas, internas y reservadas a los miembros del Liceo.  Y siempre, en las formas exteriores  e incluso en los eventos históricos, fue posible leer los datos que descifran "el tema del mundo".  Por eso se puede estudiar la historia de Palenque,  como los sucesos de las dinastías chinas, o egipcias,  a partir de claves universales que se obtienen fundamentalmente del análisis de la estructura de los textos sagrados, en sí mismos, o de los relatos que contienen, en correspondencia con las operaciones que las sodalidades iniciáticas realizan en la historia.
Se trata entonces de dos tipos de saber que emanan de una misma adaptación: el mensaje religioso, literal, legalista, exotérico, popular y accesible a la lectura directa de los textos, que genera las religiones en todas partes e incluye códigos morales, seguidos por los pueblos de modo más o menos estricto.  Y el de las ciencias iniciáticas, simbólico, esotérico, inaccesible sin claves hermenéuticas y sin experiencia de Iniciación que requiere la existencia de linajes espirituales de transmisión, forjados en la relación maestro-discípulo, Guru-Chellah de los hindúes.
Un modelo de estas dos vías, que son a su vez dos momentos en la vida de los Arquetipos, y dos experiencias muy precisas en la Vía de Iniciación, se encuentra en el Sepher Baereschit de Moisés, el Libro del Principio (Génesis). 
En el Capítulo I, 26.  El Uno (1) frente a su Manifestación (26) se dice "Hagamos al hombre ( como Adán: Aleph, Daleth y Mem) a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..."  Hagamos, es decir, al menos "doble", coherente con la terminación “im” del plural de “Dios”(Al):  Aelohim, “Los Dioses” creadores de este primer hombre, imperfecto…como en otras tradiciones de Asia o América.   
En el Cap II, 7, (27, 207, efecto colectivo) "Jehová Dios", esta vez Iod, He, Vau, He unido a Aelohim "formó al hombre (es decir a Adamah: He, Aleph, Daleth, Mem, He)) del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida...".
¿Para qué crear nuevamente en el Capítulo Dos al hombre que ha sido ya formado en el Capítulo Uno? También en la India el hombre es creado dos veces, pues en la primera creación algo no ha sido completamente constituido y en la Tradición mesoamericana: son varias las creaciones hasta una “definitiva”, a partir del maíz.  Un Hadith del Profeta menciona “cien mil Adanes, antes del Adán que conocemos…”  
En la Tradición hebrea, en estas “dos” creaciones, a la vez un proceso de manifestación y un mecanismo de iniciación, está presente AeLoHIM, pobremente traducido como Dios, aunque es un sustantivo que incluye además del “nombre” de Dios, Hel (Aleph y Lamed), una letra femenina H (con la que se escribe Evah, la primera mujer) y un plural masculino, la terminación IM, lo cual convierte al “Dios” de los traductores religiosos en El-La-Los Dioses…que, aunque exacto, volvería ilegible el texto, cuestionando además el sentido de los tres monoteísmos que emanan de este mismo Libro.  Convertida la palabra por Guametría (valor de cada letra concebida como número) de Aleph, Lameth, He, Iod y Mem en  1, 30, 5, 10 y 40, respectivamente, y  bajo una operación de Themoura, que reordena la cifra y suprime los ceros, se obtiene la cifra 3.1415:  La relación entre el Radio y la Circunferencia, entre rectas y curvas, entre lo abstracto y la realidad concreta.  
Pero, por otra parte, Aelohim está presente en la operación que divide 22 entre 7, igual a 3.1428571...  Donde 22 es el círculo, o “el total de Dios” expresado en las 22 letras del Alefato Hebreo, letras-Principio que abren cada uno de los 22 capítulos del Salmo 119 consignados siempre en esta lengua original, sin importar aquella a la que se haya vertido la Biblia, y que corresponden a los 22 polígonos regulares divisores enteros de 360°.
Por eso "el número 22 semejante en su simbología a la circunferencia (curvatura del espacio) puede ser asimilado al nombre divino en su materialización"... 3 principios, 7 planetas, 12 constelaciones o 22 arcanos: 3 letras madre, 7 letras dobles, 12 letras simples de la Lengua Hebrea.
El Principio, anterior al centro del círculo, se despliega como circunferencia: 2rπ,  y lo que relaciona el Punto con la Circunferencia es precisamente  3,1415… a través de una "recta" (radio) que no existe sino como abstracción, exactamente "una relación del centro a la circunferencia" que es “UNA siempre con la Manifestación.  Es decir, Alhim existe siempre, es UNO  con el Principio y Su Manifestación”. 
Es allí, en Alhim, 3.142857, donde puede estudiarse el mecanismo que conecta el Saber Tradicional con la Historia, a través de las relaciones que se establecen entre las cifras decimales colocadas en los vértices de una estrella de seis puntas y los Planetas, las Letras, los Principios, los procesos, visibles en el artículo La Era Atómica vista por la Astrología, puente entre el Cuarto y el Quinto Mensajes de SRF.
En todas partes, en todos los tiempos, el proceso es el mismo.  Son las adaptaciones las que muestran formas diferentes de manifestación de los mismos principios.  Entre los dos momentos de la Creación señalados por la palabra Baereschit  "Por un segundo (Beth) comienzo (reshit)..." se desenvuelven: la Manifestación,  el mecanismo de Transmisión y las experiencias de liberación individual y colectiva.

Día Nueve
Uno de los aspectos fundamentales de la alineación, está en la presencia de Opphiuccus, el Serpentario, el Hombre en la plenitud de su poder, heredado por todos los Maha Siddhas del Tantrismo, que con un pie sobre la cabeza de Escorpión, entre sus manos domina a la Serpiente que pretende la Corona Boreal, cerca de Sagitario A. 
Esculapio Latino, Asklepios Griego, Imhotep Egipcio, Danu Antara Védico,  porta el Ánfora llena del Amrita (A = sin, mrt = muerte) creado con él y Lakshmi, la Diosa de la Belleza, cuando Devas y Asuras batieron el Océano Primordial.
"¿Dónde está ¡Oh muerte! tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (Cor. 15,55), exclama el Médico Divino que cura por la Gracia (“libertad para evolucionar...”) contraparte del Rigor del Pantócrator que pronuncia el Juicio Universal.  Cristo Sanador, victorioso sobre la muerte, cuya luz ha derrotado la obscuridad del mundo (Melancolía) al integrar en una sola operación (consonantes + vocales) a la totalidad del Verbo:  "En el mundo tendréis aflicción, mas no temáis, yo he vencido al mundo..." se le escucha decir, haciendo vibrar al silencio en el versículo 33 del capítulo 16 del evangelio del Cuarto Discípulo.
Oppiuchus pone en acción la Medicina Universal, para la curación del mundo restablecido en su equilibrio, cuando la investigación  pueda ver "en todo estudio, los datos espirituales en primer lugar" reconociendo que las leyes de la mística fueron comprendidas mucho antes que aquellas de la fisiología y recuperando el espíritu de síntesis de los Antiguos que supera la intolerancia dogmática de los "medio-sabios"  acantonados en la pequeña porción de ciencia que forma su universo de tesis materialistas, mientras la nueva psicología que ha nacido no puede hacer otra cosa que crecer...hasta realizar el Pensamiento que existiendo más allá del tiempo y del espacio se inserta en nuestro cerebro, como una forma especial de energía procedente del universo...escribió SRF en su Propósito Noveno:
“El gran médico A. Carrel estaba seguro de la necesidad de espiritualizar toda tentativa de alivio o de cura, admitiendo que en un mundo donde todo es  vibración, es la vibración del pensamiento la que opera, contando tanto con la ‘buena moral’ del enfermo como con el poder del curandero, que al no separar el mundo visible del invisible  evoca un Principio Superior a través de ese fenómeno independiente de la materia  -y capaz de penetrarla y comprenderla- denominado generalmente inteligencia, facultad y poder que debe desarrollarse para alcanzar el Conocimiento.”

Día Ocho
Existe una relación profunda entre curación y arte, visible en la creación simultánea de Danu Antara, el médico creador del Ayur Veda (Vid, La ciencia, el conocimiento, la "videncia" y Ayur, la vida)  y Lakshmi, la Diosa de la Belleza, que aparecen a la vez, al inicio del mundo. Esto implica una concepción de salud mucho más allá del bienestar físico, psicológico y social, que el mundo moderno no ha logrado. 
En las civilizaciones tradicionales, la salud implicaba sabiduría y libertad.  Un ser humano sano es sabio y libre, todo a la vez.  Por eso sus métodos terapéuticos abarcaban  más que el cuidado del cuerpo o el logro  de la estabilidad emocional y  psicológica: era necesario alcanzar el equilibrio entre  micro y  macrocosmos.
De allí que se utilizaran recursos que empezaban por una alimentación correcta, el uso de dietas especiales, ayunos, purificaciones físicas y mentales, pranayamas, asanas,  inmersiones en tirthas, fuentes y ríos consagrados, retiros para meditación y perfeccionamiento de la vida espiritual.  Basados en un sistema de correspondencias, se utilizaron las piedras preciosas, el magnetismo, la plegaria, junto a métodos quirúrgicos  semejantes a los contemporáneos, como lo demuestra la colección de instrumentos presente en los museos de los templos de Kom Ombo, en el Nilo. 
Es cierto que muchos de estos conocimientos se perdieron en las catástrofes vividas por el planeta, lo cual nos impide valorar correctamente todo el saber tradicional de los "pueblos primitivos".
Herodoto (484  - 425 a.C.),  el primer "cronista" de la civilización occidental (Los Nueve Libros de la Historia), a su regreso del país donde Pitágoras adquirió su ciencia contó que para los Egipcios habían pasado 341 generaciones desde el comienzo del mundo. En ese lapso, el sol se había levantado cuatro veces por un punto distinto al acostumbrado.  Su relación, que  fue  confirmada por Pomponius Mela (m. 45 d.C.), Pausanías y Estrabón, viajeros incansables y geógrafos del mundo antiguo, era una referencia al tránsito del Punto Vernal por al menos cuatro constelaciones, entre Leo y el inicio  de Aries, antes de su retrogradación al grado 30° de Piscis, dos mil años antes de nuestra actual edad del Aguador. 
El Sol, en esas ocasiones había salido por donde antes se ponía, es decir, se registró dos veces la presencia del Punto Vernal en una parte de la eclíptica opuesta a la determinada por Hiparco, en el 130 a.C. cuando estudió la supernova que apareció en Escorpión y catalogó la longitud eclíptica de unas mil estrellas a través de un primitivo teodolito de su invención. Así, las fuentes "históricas" egipcias remiten los  orígenes de su pueblo a una época ubicada 52.000 años atrás, número que se reproduce en los 52 años del "siglo maya" cíclicamente reiniciado en el rito del Fuego Nuevo, visible en el Códice Borbónico, cuando 4 sacerdotes que vienen de la montaña donde la Flecha del Colibrí Zurdo  (Huitzilipochtli) frotada contra una copa de madera, ha producido el fuego que es llevado por siete dioses hasta el Recinto de la Obscuridad (el Templo) donde cuatro astrónomos y magos encienden sendos haces de leña en un hogar formado con tres piedras que simbolizan las estrellas del Falo de Orión.
Los datos relativos a estos cambios de posición del punto vernal están en Platón, en Sófocles, Eurípides y Séneca, pero también en los relatos esquimales, chinos, islandeses, hebreos o aztecas.  En otras regiones del mundo, el saber producido en esas épocas está envuelto en la leyenda, como aquella de Fo-hi (Fu-xi)que porta una escuadra, gemelo de Nu wa que lleva el compás, con los que miden, durante el Ciclo de Géminis, la Tierra y los Cielos, antes del reinado de Che Nong, maestro agricultor y el tercero de estos Tres Augustos, creador de la herborística y farmacopea chinas, en un tiempo anterior al de los Cinco Soberanos...completando las referencias "históricas" a los Tres Kouas en los que predomina Yang y los otros Cinco con predominio de Yinn, que el Viejo Lao  Yi (Lao Tse) sostiene en estado contemplativo del Tai-Chi o "Sello de Fo-Hi" , a la altura de Manipura Chakra, sobre el plexo solar.
Es  este sello, en el que el Viejo Maestro, en  Ch'an,  concentra su espíritu a la manera de los Hombres Primordiales, al decir de Huang Tí, donde se encuentran los fundamentos del pensamiento de Confucio y Mencio, de Lao Tzé, Chuang Tzu y Liu Tzú, pero también las bases de la cosmología, la física, la comprensión de la historia, el significado y la misión de las dinastías de gobierno y los principios que crean los 64 hexagramas del Yi-Ching que sustentan la Acupunctura, el más completo sistema médico creado por la Civilización que expresa la Vía del Misterio, con el cual el pueblo amarillo buscó restablecer el equilibrio vital que lleva a Tien-Chan, la Montaña Santa, el Kailash chino.
Como otras civilizaciones tradicionales, los Cheng-Yen (Sabios del Origen) consideraban que la Naturaleza (Sing) incluía además del espíritu (Chenn) otros principios abstractos, y observarla, como expresión de la Ley del Cielo (Tien-ming) era el Verdadero Camino, el Tao, la Gran Vía, el Yug de los hindúes.
Es esta expresión de la verdad la que también alcanza su cumplimiento en este final de Ciclo, Año del Dragón de Agua en la Ciencia de los Mundos, después de haberse desplegado históricamente a lo largo de los últimos seis mil años,  aunque su verdadero origen se remonta al tiempo en que el hundimiento de una civilización espiritual produjo el brote de la Vida en Asia Central, en la actual Mongolia Interior, desde donde "descendió" el Saber sintético nacido de las aguas (Río Amarillo) bajo la forma del Wu-Ching, los Cinco Libros vinculados a los cinco movimientos (Fuego, Metal, Madera, Tierra y Agua), las cinco notas musicales, los cinco órganos, las cinco vísceras...etc. 

Sexto Día
El Siete está perdido en cualquier parte, porque no pertenece al tiempo. De ida o de vuelta, siete es el trayecto capitalizado en seis, como se ve en el mecanismo del Número Helicoidal que reúne, como cifra 7,  el  movimiento que se cumple en los seis tramos en los que se divide el trayecto A- B, descrito por Raymond Abellio en Le Bible, document chiffré. Essai sur la restitución des clefs de la sience numérale secrète  (Gallimard, 1950).
Siete es el Todo ni espacial ni temporal.  Manifestado  lleva a Seis, las direcciones en las que se pronuncia el Nombre Divino.  Es el centro, o el punto que, para Euclides,  “no tiene dimensión” pues de él emanan todas las dimensiones, como las tres rectas que al cruzarse ortogonalmente generan los seis ejes en los que se manifiesta el ser.  Es la estancia sin tiempo. Y es el tiempo sin lugar. La Estación de Partida y el Puerto del Retorno.   Por eso el Séptimo día “está perdido en cualquier parte”  al final del Séptimo Mensaje. La Manifestación  del Principio (B-Rashit en lengua Hebrea)  es la Emanación de Seis  (Bara-sith), y ocurre en seis días.  Los vértices de una Estrella de Seis Puntas, que sintetiza este pensamiento, acogen la cifra 142857, decimales de la división de 22 entre 7, y deja de un lado a la circunferencia que circunscribe al hexágono marcado por estas cifras y del otro, al Centro, con el número 3, cuya ausencia, como la del Sol en la correspondencia planetaria distribuida en la Estrella de Salomón siguiendo la circunferencia en sentido horario, muestra su fuerza oculta. 
Así el 3, manifestación del Único, en el centro de la Estrella de Salomón,  “el otro lado” en la Cifra 3,142857 está en relación con el mecanismo de 7.  Por su parte,  7 es Saturno y, como el 3,  se encuentra en el Centro de otra Estrella que uniendo Macro y Micro cosmos  (Júpiter-Ojo Derecho, Marte-Ojo izquierdo, Mercurio- Oreja derecha, Luna-Oreja Izquierda, Sol-fosa nasal derecha, Venus-fosa nasal izquierda)  traza el Sepher Yetzirah. Aquí Saturno (7) Ocupa el lugar de la Boca y señala el punto desde donde emana el Verbo. 
De Saturno al Sol en la Astronomía, del Plomo al Oro en la Alquimia, como de Muladhara a Sahasrara Padma en la Yoga, o de Malkuth a Kether en la Qabbalah,  hay siete puntos, unidos por seis líneas,  porque sólo se recorren seis trayectos.  El Séptimo Chakra es los Seis Iluminados y  el Séptimo Quark es la totalidad, siempre más que la suma de las partes de  Up, Down, Beauty, Charm,  Strange y Bottom. Al visitar las seis estancias, el peregrino realiza que siempre habitó El Séptimo Palacio. También el Pueblo Amarillo visualizó su esquema del mundo en hexagramas, seis líneas que manifiestan cada vez al Uno y que provienen del Trigrama.
Seis son los brotes del Bordón del Peregrino y  Seis las  ciudades sagradas recorridas.  Seis las ramas que hacen la Venera de Santiago, los Clavos de la Sara del gitano, y los  nudos del Bastón Brahmánico, los Centros de la Vara del Moisés del Éxodo, los puntos Luminosos del Arcano, y los cruces de las dos serpientes en el Caduceo de Hermes,  que sirve de emblema a los buscadores de la Verdad y que su Hijo, Asklepios, Maestro de la Medicina Universal, porta en todas sus operaciones.
En la Copa tallada en la Esmeralda que cayó de la Frente del Portador de la Luz, Lapsit exillis,  Agna traído por los Ángeles al Mundo para que la contemplación  de la Belleza devuelva a los hombres a su Origen,  José de Arimatea recogió el Nepesh brotado por incidencia de la Lanza de Longinos, que se muestra de numerosas formas:
El Aleph hebreo, el Alif árabe, Bastón de Esculapio, emblema de Kundalini  y de la fuerza benéfica que reina en todas partes, Creando, Conservando y Transformando al Mundo:  Emeth Hebreo, Elías Artista, Fohat de los Rosacruces, Fuego Astral que eleva al Cristo en su Ascensión cuando uniendo su Aura con su Atma, retorna al Padre;  conduce el Super Prana de los Yoghis, la Quinta Esencia, el Aire Elementario o Shakti que enciende Kundalini, la Energía vital que en tres vueltas y media, o en cuarenta y dos meses, o en tiempo, tiempo, tiempo y mitad de tiempo, como la Gran X,  une lo humano a lo Divino.  Fuerza Vital, Energía Propia del Hombre, Trascendencia, Poder del Espíritu. “No es un producto que pertenece a un reino cualquiera, sino una substancia invisible que existe por todas partes y siempre y que fue objeto de todas las búsquedas”.  Atma Sakshatkara o revelación del Sí que “Realiza a Dios, pues somos hechos a su imagen”.
Brilla en el Casco de Vishnú, en la Frente de los Faraones, y  en el Llauto del Inca entre las plumas del Curiquingue.  Resplandece en el Chakra del Límite, en la Sura 53.
Es la “iluminación del ser que llega a ser Dios-Hombre y su Vibración permite alcanzar la Conciencia Universal…” Es El Principio, es el Verbo, es Dios. 
Al realizar el Presente, el Peregrino deja de suponer que Aquello tiene alguna definición  “No conociendo su nombre, lo llamo Tao…”, corresponde a alguna expectativa, o sigue a tal o cual imagen, un modelo cualquiera.  La Copa Santa, el Vaso de los Caballeros del Zodíaco Celeste, es llamada y anuncio de la Realidad que va al encuentro de la Visión del vidente.  Lo que Vea, cuando Vea, será Lo que Es, siempre más allá de cualquier expectativa o suposición sobre lo que “deben ser las cosas”.  El Graal es memoria de lo Absoluto incondicionado que siempre irrumpe en la memoria de lo cotidiano.
Eppavo mudinta kariyam: Es como Es, dice quien ha comprendido que Siendo se Es y que  El ser Es,  como Lo declaró en Ex. 3,14:  Ehieh escher ehieh.
Por eso sus ojos miran lo insondable y sus oídos escuchan lo inefable, mientras reconoce en el mundo abierto a su contemplación, la Cabeza de la Serpiente, Bahlam tallado por El Tiempo en la roca volcánica del Yunque, en  medio del Océano, erigido como el Kundalini del Mundo, cuando el Sol poniente se convierte en Samoudra Pala, el Hijo del Océano.

Quinto Día
La Obra Magna “es una especie de redención que purifica la materia, perfecciona el cuerpo y pone al espíritu en su verdadera vía, lo cual produce la curación total y conduce al mundo a su armonía final”.  Está caracterizada por tres resultados: La Piedra Filosofal, en el campo material; la Medicina Universal en un ámbito Terapéutico y  el Cumplimiento Místico  como realización espiritual.  Este triple producto de la Transmutación alquímica no es una propuesta abstracta ni se resuelve en algún tipo de aplicación general, sino en temas muy concretos aunque durante milenios pudieron no tener un significado claro, excepto para quienes la realizaron.
Cuando la Alquimia se refiere a una Medicina Universal, lo hace sabiendo que existe un grupo de estrellas (asterion), catalogado por  otra de las Ciencias Sagradas, la Astrología, como Asklepios, que sostiene a la constelación de la Serpiente comprendida  como la Energía vital, el misterio de la actividad de la vida universal visible en todos los planos, Quinto Principio o Quinta esencia, “un extracto de la más espiritual y radical sustancia de materia en la que se unen las partículas más puras que provienen de la separación de los cuatro elementos” convocados al inicio de la Operación.  Es una esencia celeste y un elemento  predestinado.
Su condición celestial hace pensar en la relación entre esta Quintaesencia y el Zodíaco Celeste, con las constelaciones  Sagitario, Piscis, Géminis y Virgo, que  correspondiendo sucesivamente con Juan Bautista, el Cristo, José, y la Virgen,  son la expresión del Santo Graal en los Cielos.
Su “predestinación” alude al hecho de que, así como los Cuatro Elementos no son animales, sino seres del Reino Humano, que encarnan uno de los aspectos del Nombre de Dios, también la Quinta esencia nombra algo concreto: una parte de aquella colectividad –la “generación futura”- que es separada  y  reservada en todas las leyendas, en una operación previa al final de un ciclo.  Y como toda  “predestinación” incluye una fecha, situada en una zona de la eclíptica opuesta  a la del paso del Punto Vernal por la Constelación de Leo, que, hace 12.000 años “coincidía” con el hundimiento de la Atlántida y el nacimiento de la civilización del Nilo, donde aparece la Al Kemia, “Tierra Negra” cuyos principios operativos transmite la Tradición Iniciática.   Ese “punto opuesto”, previsto hace seis eras precesionales,  es alcanzado en  la Constelación de Aquarius y la alineación de la  Tierra-Sol-Centro.  Así pues, la Alquimia, como las demás Ciencias Sagradas (Arqueometría, Magia) tienen referencias concretas en la esfera celeste, y sus tiempos y operaciones señalan estos puntos a futuro.
Ninguna de las operaciones alquímicas, y tampoco el triple resultado, se refieren a algo distinto de realidades astronómicas, en sincronía con eventos en la Tierra y con el mecanismo según el cual evolucionan la vida y la humanidad en su conjunto.
La misma circunstancia atañe a todas las prácticas de la vida espiritual, a todas las técnicas de identificación o liberación que tienen un trasfondo celeste, cósmico y aluden a principios cosmológicos o aspectos de la estructura del universo, de lo contrario no podrían cumplir la unificación de la conciencia individual en la Conciencia Universal. 
En el nacimiento mismo de las Ciencias Sagradas, incluida la Yoga, Ciencia de la Unión, quedó señalada ya una fecha, una época que se presenta como la meta, el término en el cual la Tierra ocupe posiciones específicas relativas a la vuelta del puntero del Eje de rotación terrestre alrededor del Polo Celeste.  Son estas adaptaciones las que dan un sentido muy preciso a los Principios de la Alquimia, que no se refieren a alguna operación abstracta, ni siquiera a la elevación individual de Muladhara hasta Saharara Padma, o la transmutación del Plomo en Oro, sino que adquieren todo su significado por referencia a ese “estado original”, en el cual las constelaciones, las estrellas, los planetas y  la realidad de la mecánica celeste, fueron reconocidos en sus Principios, que a su vez sustentan a las demás Ciencias Sagradas, emanadas del mismo saber.      
Así, en esta alienación se cumple un Antiguo Misterio y se produce, como ha sucedido ya en otras civilizaciones anteriores a la nuestra, un retorno al Origen.  Las Ciencias Sagradas encuentran su cumplimiento. 
El misterio de la Predestinación está ligado al Renacimiento del Héroe Redentor, la Obra Roja, el Carbunclo, el Granate Sirio, que se da de un modo preciso  y en un tiempo exacto, a través de un mecanismo conocido en todas las Instrucciones Iniciáticas del Ciclo Humano que concluye, aunque eso no significa que haya sido transmitido abiertamente.

Cuarto Día
-Hace un par de milenios que los hielos se habían retirado hacia las líneas que  proyectaban Capricornio y Cáncer sobre la Tierra.  Astrónomos y sabios decidieron grabar en el dorso de algunos de entre los cientos de  Moais  que  miraban desde la Isla, el resultado de casi seis mil años de observaciones realizadas por aquellos que como cabezas de linajes, eran recordados mediante las estatuas caminantes, desde la última vez que el Eje de rotación  apuntaba, por Vairua (la Voluntad Divina),  a Thuban al centro de Tai nai (Gran Mar) celeste.
Con la Mahikaligua de los Tupuna, Ciencia de los Antepasados que conducía el Mana, los Nungari vigilaban atentamente la orientación de la mirada del Vidente: debía quedar ‘A Ru na (hacia arriba) un poco más allá de la luz roja de Veri Arahu (Alacrán),  alineada con la sombra  que en las noches sin luna se distinguía entre las manchas del Tai nai del cielo. Querían que sus descendientes, lejos en el tiempo, supieran que habían ‘ara (despertado) Ká tahi (en el Uno).  No era necesario inclinar las figuras o los ojos de los Tangati (hombres) de las piedras negras que vinieron del fuego, con los que iban sembrando los ahu (sitios que teofanizan un linaje espiritual):  Inclinada, la Tierra miraba al Sol cuando viajaba  y ‘Atua (Dios) los había emanado a ellos, los hombres salvados de las aguas, en una parte del  fuego del Tai eterno, siempre expuesta en el ángulo que cortaba el mismo Centro del mar luminoso que en la noche cruzaba diagonalmente los cielos.
Por los Korohua (Ancianos) todos sabían que Tai volvería a despertar.  Varias partes de la Isla y sus estatuas habían sido cubiertas hace apenas mil años por las aguas que en su retirada dejaron semienterradas las grandes figuras de toba…
Abandonaron pues los 30°Sur y 110° Oeste, y el Mana  del que todas las cosas procedían, produjo otros  hombres, que fueron ellos-mismos…al otro lado del Mundo.  Crearon ciudades en las arenas de Thur y de Moultan, a 30°Norte y 70° Este.
Como el mar en eterno movimiento,
todo iba y venía. Era una Ley, desde el comienzo,
todo extremo viajaba al otro extremo…

***
Pasaron 15.000 años y otros hombres, sin recuerdos,  volvieron a Rapa Nui.
Dijeron que los grandes Ngata (hombres) sólo llegaron a la isla, donde tallaron la roca volcánica, hace apenas 1.500 años.  Eran los mismos que no podían explicar por qué había tanta  semejanza entre los dibujos trazados en los Moais de Pascua o los signos de los Kohau Rongo Rongo, las Tablillas parlantes con los signos de nombres, fechas y actividades, que recordaban linajes y cantos, tradiciones y rituales, ordenados para una lectura sucesiva de “de ida y vuelta” (boustrófedon)… y  las marcas en ladrillos cocidos que aparecieron en las antiquísimas ciudades  de Mohenjo Dharo (Sindhi: Lugar de los Muertos,)  y Harappa, a lo largo de los 700 kilómetros del Valle del Indo, donde las tradiciones afirmaban que fueron luces llegadas cruzando el océano del sur, las que crearon ese mundo, habitado dos mil años antes de la llegada de los arios.

***

En la segunda mitad del siglo XIX, partiendo a la vez de  Lahore y Karachi en los dos extremos del subcontinente indio, John y William Brunton, súbditos de la Reina Victoria, empezaban a construir el Gran Tronco del Norte del Dekán, relata Antonio Arribas en su obra Cada Piedra es un Mundo (Barcelona,1964), en el capítulo Un Jesuíta español estudia la escritura protoíndica:

Cruzando los cinco ríos del Punjab el ferrocarril británico uniría todo el norte de la India.  Miles de obreros extrajeron de la semienterrada Brahminabad y de otra reliquia, Chanhu-Daro  “descubierta” por Ernest Mackay, los materiales milenarios…para construir más de cien kilómetros del terraplén que sostendría los durmientes. 

Después de los hermanos Brunton, que siempre llevaban un rifle junto a la cantimplora de donde bebían agua a 60° de temperatura, el  retirado General Cunningham fue elegido para dirigir el Servicio Arqueológico del Norte de la India, creado por la Corona para demostrar que su dominio sobre la península buscaba algo más que incrementar las arcas de la monarquía.

Setenta años después, su nuevo director, sir John Marshall que había descubierto hacia 1920 las ruinas urbanas del Valle del Indo, en el actual Pakistán, encargó a Daya Ram Sahni las excavaciones de Harappa, en medio de un inédito auge por la Arqueología hindú.  Entre 1931 y 1943 se publicaron ocho volúmenes sobre los estudios en las tres ciudades.   Allí se mencionaba que los antiguos habitantes del Valle eran “australoides”, llegados a través del Océano Indico y miles de años después dominados por los indoeuropeos que bajaron de los Urales 1.500 años antes de Cristo. 
Pero fue el Padre Heras, jesuita español que junto a su dominio de las lenguas arias, conocía  la escritura Tartesia y había estudiado profundamente los signos escritos de la Isla de Pascua, quien durante más de treinta años se aplicó, por métodos comparativos entre los signos Rapa Nui y las escrituras del valle del Indo, al desciframiento de los sellos de esteatita localizados en Harappa, que mostraban una lengua aglutinante,  protodravidiana, con pocas relaciones con el tamil, malayalam, kannada, telugu y uaron de la península hindú.  Tampoco se parecía a los signos de escrituras ibéricas, etruscas, minoica linear, chipriota y fenicia  que eran alfabéticas.
No era esta la única lengua que parecía no provenir de los troncos lingüísticos conocidos. Otro jesuita, el Padre Josef Grosse, que conocía unas doce lenguas indoeuropeas, gurú de Lengua Sánscrita del peregrino en los años 90’, decía que la lengua vasca, la que se habla en ciertas zonas del Cáucaso y algunos dialectos casi extinguidos en los Montes Atlas del norte de África, tampoco poseían términos que provinieran de los troncos indoeuropeo o uralo-altaico.
Por su parte, el Padre Heras reconocía que en el desciframiento de esta lengua protodravidiana recibió más ayuda de las comparaciones con las antiguas escrituras mediterráneas sumerias, egipcia e hitita, y con el proto-chino que le sirvió para descifrar por ejemplo un triángulo con líneas interiores y un travesaño en su vértice superior, que se lee fonéticamente “kon” y significa “rey”, igual que el mismo signo con el mismo significado que en esa lengua conjetural se pronuncia “wang”.
La fuente que confirmó sus investigaciones fue el Rvdo. P. S. Guana Prakasar, oblato de María Inmaculada, residente en Jaffna, al norte de la Isla de Ceylan.  Tamil de nacimiento y maestro en filología dravídica, ratificó las traducciones del Padre Heras (1950) sobre “El gran dios que tiene dos formas del alto Sol de las ocho partes del año, de Orur, fuera de las nubes de lluvia de la constelación de la Libra, de las tierras unidas de Minad…” y las historias de “los florecientes Bilavas, que llegan al fin de lo que no tiene fin durante el mes del Carnero…”, las dos constelaciones que marcan el eje horizontal en el Zodíaco Terrestre, en las escrituras conservadas por la Civilización del Valle del Indo, seis mil años atrás.  
 
Tercero, Segundo y Primer Día
Entre la marea de "información" sobre cuanto sucede en el mundo en este publicitado final del calendario, sólo encontramos una noticia mínima, en la página electrónica de la NASA, sobre una inscripción, descubierta en alguno de los meses de 2012, que tiene validez en el contexto de los estudios mayas. 
La fecha que dio origen al descubrimiento de la Cuenta Larga se encontró en una inscripción incompleta, la “Estela 6”,  a mediados de los años '70 del siglo XX, en el cerro Tortuguero del estado mexicano de Tabasco, en el municipio de Macuspuna,  a 35 km. de Palenque que en el siglo VII ejercía una gran influencia en esta zona.  Pero, esta segunda inscripción, completa, de la zona de Comalcalco, confirmó los cálculos.  Es decir, era correcta la traducción de la fecha del evento marcado en Tortuguero, al calendario Gregoriano, que situaba el nacimiento de la civilización maya en el 12 de Agosto de 3113 a.C.  Posteriormente se encontró lo que los arqueólogos occidentales han llamado "El Gran Ciclo" de cinco Cuentas Largas con 5.125 años cada una.  Para los mayas fueron Soles. 
Esta nueva inscripción confirma el cálculo con el calendario, es decir, la fecha con cinco cifras.  El 21 de Diciembre la fecha es 13.0.0.0.0, que consta en Tortuguero y Comalalco, es decir,  13 Baktun (de 144.000 días), 0 Katun (de 7.200 días), 0 Tun (de 360 días),  0 Uinal (de 20 días)  y 0 Kin (1 día).  Completo el décimo-tercer baktún, las demás cifras están, naturalmente, en 0.  Entre el 22 y el 23 de Diciembre, la cuenta será exactamente: 0.0.0.0.0 y el 23 de Diciembre de 2012, empieza con el primer Kin de otro Baktun, la Primera de las próximas cinco Cuentas Largas de 5125 años: 0.0.0.0.1 del nuevo Gran Ciclo de 25920 años.  En consecuencia, la fecha con el último kin (día) que se agrega hoy, 21 de Diciembre, completa los 144.000 días que forman el décimo-tercer Baktun, que empezó a contarse en el calendario gregoriano en 1.618. 
El único lugar donde, por ahora, aparece el "sentido" que para los mayas tenía este final de Ciclo, se encuentra en esta segunda inscripción, cuyo hallazgo fue confirmado el 24 de Noviembre de 2011 por el Instituto de Antropología e Historia,  que describe la esperanza escatológica por el retorno de Balam Yok Teh,  “Señor de la Luz”,  Ordenador del Tiempo y el Espacio, una suerte de Apolo, Demiurgo, maestro del Swarga, Saturno, o Fu-xi maya…Expresión de Hunaab'Ku, Supremo Maestro de las Medidas que marca el lugar y la fecha de inicio del nuevo ciclo.
Sin embargo, algunos arqueólogos suponen  que se trata de un "señor local" de la ciudad donde la inscripción fue descubierta, pues el verbo que hace referencia a él no está conjugado en futuro, y la fecha podría ser más histórica que profética.  Esto no es extraño.  En efecto, la forma de concebir la realeza entre los mayas es precisamente esa:  un Señor local, el Rey del momento, de la dinastía en el poder, es quien encarna al Señor de la Medida.  Y esto ocurre no sólo en Mesoamérica.
Por otro lado,  el antropólogo Sven Gronemeyer de la Universidad La Trobe en Australia y miembro de la Asociación Europea de Mayanistas,  re-estudió la estela de Tortuguero y concluyó que la inscripción grabada hace 1.300 años, describe “el regreso de un misterioso dios maya, Bolon Yokte, al final del 13er. Baktun, que corresponde al 21 de Diciembre de 2012, y era una profecía del Gobernante Balam Ahau, quien, con la élite de Tortuguero,  prepararían el retorno del Dios, que ocurriría en 2012… como una “reflexión (retorno) sobre el día de la creación”(emol.com/noticias)
Los mismos miembros del INAH opinan que a pesar del deterioro de la Estela de Tortuguero, que hace referencia a Bolon Yok te, puede leerse la frase “el descenderá de los cielos”.   
Cada uno de estos Señores, en una concepción cíclica del tiempo (que es la de todas las civilizaciones tradicionales) es emanación o manifestación del Tiempo, que siempre “retorna” o "vuelve"...no el señor, personal, sino "la vibración", la función, el significado de lo que cada uno de  ellos teofaniza, el verdadero “nombre divino” que manifiestan.  Por eso se esperan siempre los retornos... porque, como entre los antiguos Persas, el Tiempo, el Eón, es un ser, y como el movimiento de las estrellas, cíclico.  E incluye todo cuanto existe en el Macro y Microcosmos, el mundo y los hombres a la vez, y su parte "visible", la que opera y actúa en la historia es el Rey, manifestación del Arquetipo.  Así, cada cosa es "El Rey que vuelve": los seres humanos y todo cuanto entra en la existencia en un ciclo determinado, que el "Chakravartin" (chakra: rueda; vartati: mover)  pone en movimiento.
El significado de las fechas debe analizarse en función del sentido de los mismos números mayas.  Cada fecha, o mejor, cada día de los 144.000 que hacen un Baktún o de los  144.000 x 13 que hacen una cuenta larga ( 1.872.000 días) está definido por cinco cifras, en correspondencia con los "elementos" de su cosmovisión, que también  deja ver rastros de una “clave dáctil” en esta cualificación de los números que nos ofrece Peter Tompkins en El Misterio de las Pirámides Mexicanas:
Hun único, o solo. Naab, medida. Ku, dador, dispensador. Cero
Tzacol creador, produce energía, tiempo, espacio y materia, es un  punto que según su posición cambia de valor. Número uno
Gucumatz, Kukulcán, Quetzalcoatl, de naturaleza doble. Tierra, materia, serpiente, No-Manifestado y Manifestado a la vez, por   eso también es lo Intangible (plumas), lo aéreo, lo abstracto para quien solo piensa que el mundo es materia...Número dos.
Bitol, modelador, reformador, su símbolo es una ola. Número tres
Alom, madre de la vida, una flor, un cuadrado. Número cuatro
Cajalom, padre de la vida, 4 puntos y un centro, el sol en su cenit. Número cinco
Entonces, el simbolismo  de cada día está expresado por las combinaciones de números en estos cinco niveles,  que se muestran como un dios, una imagen, una forma, un hieroglifo.  En la fecha Maya 0.0.0.0.0. todo vuelve al origen y se unen la Manifestación y Lo-No-Manifestado, en el Absoluto. 
La alineación, de hecho, se produce siempre, cada 19 de Junio y cada 21 de Diciembre, desde hace 4.500 millones de años, cuando apareció el sistema solar, y cumpliendo una vez más el ciclo, con una precisión muy grande  de sólo 4 grados de diferencia entre el plano de la órbita terrestre  y la línea que une el Sol con el centro de la galaxia, ocurre hoy.

22 de Diciembre de 2012
Mediodía

Cuarenta días después de la visión del eclipse en la Isla Juan Fernández, veinte y seis peregrinos se reunieron en la montaña santa del centro del mundo.  El corto viaje en teleférico los llevó desde los 2.800 m. de la ciudad de Quito a  4.200 metros de altura sobre el nivel del mar en unos diez minutos.  Caminaron entre turistas y visitantes de varias nacionalidades por la fría meseta de esa mañana en que terminaban calendarios de tantas partes. Al occidente, la preciosa huaca que desde su nacimiento señala al Polo,  acogía a docenas de personas que habían buscado el lugar de la Tierra más cercano al Sol para contemplar el evento cósmico previsto en todas las tradiciones del mundo.  Con la misma expectativa que los mayas cada 52 años vivían la Ceremonia del Fuego Nuevo, querían permanecer conscientes del significado del fenómeno astronómico que los siete mil millones de habitantes de la Tierra estaban por experimentar. 
Veinte y seis mil  años atrás nuestra Tierra se encontraba en una posición similar, y seres como nosotros habían contemplado los mismos eventos celestes: el alineamiento de la Tierra, el Sol y el Agujero Negro del Centro de la Galaxia, en la Constelación de Sagitario.  Desde entonces, fijaron su pensamiento dando significado a cada una de las posiciones de las estrellas, describiendo sus movimientos cíclicos observados por milenios.   
A media mañana, sin que nadie convocara u organizara, pasaron los Danzantes Yumbo llevando su rito hasta el Rucu (Anciano) Pichincha. Los peregrinos caminaron mientras el aire frío insuflaba a todos la vida nueva que florece bajo el azul intenso habitado por el Zamarrito pechinegro, colibrí que come sol y bebe nieve, en el valle noroccidental que se abre más allá de las montañas.  Los peregrinos  distribuidos entre las cinco chimeneas del volcán original, encontraron su lugar junto a la más antigua: Kuntur Wachana, “nido de Illapa donde nacen cóndores”.
El Sol llegó al Cenit, en la constelación de Sagitario, que al amanecer se encontraba en el horizonte anunciando, como Juan, el retorno del que siempre vuelve.  Sentados, con la columna perpendicular al centro de la Tierra, en grupos o aislados, todos fueron medio de la realidad terrestre uniéndose en ellos a la realidad celeste.  Cesaron entonces todas las oposiciones,  la Tierra, El Sol y Sagitario A,  eran Uno y  lo Mismo.  Era Uno la Conciencia que esto realizaba y era Uno lo que finalmente había sido comprendido.
Alineada, esta corriente de Unidad circuló de Sahasrara a Muladhara  del mundo y de los hombres, Uno y lo Mismo, y volvió, emanando con la intensidad del volcán que elevó el fuego hacia el lugar Originario a las siete de la mañana del 7 de Octubre del ‘99.  Sobre sus cabezas, cuatro grados al Sur del Sol Invicto en el Cenit del Mundo, el Centro de la Galaxia era adivinado como origen de la misma Luz que lo cubría poniéndolo en contacto con la Tierra.  Muy cerca, el  Escudo y la Serpiente señalaban  hacia el Centro,  a unos grados del Médico Divino. 
En el Nadir, la Tierra  estaba suspendida sobre la constelación de Géminis, padre adoptivo de Jehsú, en la base del eje vertical.
Entonces en Oriente nació el Cristo, en su forma de la Constelación de Piscis y  Yo-LA HUMANIDAD” sonó por todas partes.  Mientras en Occidente, se ocultó la Virgen, sembrando en la montaña el Bija, Germen de su estrella Spica, para dar nacimiento a la nueva humanidad. 
En el  epicentro de este encuentro del Todo en Todo, todos los seres fueron el Corazón graálico.  La Mónada, puesta en Movimiento por el Chakravartin, trazada por Platón en el Timeo e intuída por J. Dee, era ahora consciente de sí misma, condición ineludible  para que, 27 días después, el 18 de Enero de 2013, el Nuevo Sol alumbre el primer día de la Nueva Humanidad.